“Sí se puede”, clamaba la gente en el Príncipe Felipe cacereño, un vetusto estadio en el que el césped no suele ayudar a los equipos que bajan la pelota al piso. El Girona es uno de ellos y padeció un calvario ante un equipo de Segunda RFEF, un histórico con una larga tradición de problemas económicos que ahora sueña con otra jornada aún más grande en la Copa del Rey tras derrotar (2-1) a un rival que juega tres categorías por encima. Un gol de Iván Fernández a media hora del final decidió un duelo igualado en el que en la primera parte se adelantaron los locales antes de que Taty Castellanos empatase para el Girona.
Sufrió el Cacereño por el arreón final de su rival, al que dejó con vida en varias contras que parecían ganadoras, pero estará en el sorteo de los dieciseisavos de final que se celebra este viernes a las 12,30 de la mañana en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas para determinar unos emparejamientos, también a partido único, que se celebrarán los próximos 3, 4 y 5 de enero y en los que ya entran en juego los cuatro equipos que disputarán la Supercopa, Real Madrid, Barcelona, Betis y Valencia. En realidad la Copa acelerará durante el próximo mes: antes de febrero se conocerán sus semifinalistas.
Entre ellos quiere estar el Celta, que tiene un sueño y ahora le agrega fecha. 2023 es el año del centenario del club celeste, el que conmemora la fusión del Fortuna y el Vigo que dio lugar al club con el nombre de una raza y los colores del cielo, el que suma más temporadas (57) en Primera y se ubica más alto (11º) en la clasificación histórica del fútbol español sin lograr título alguno. “Sería el broche de oro al centenario y también a mi carrera”, se ilusiona Iago Aspas, emblema contemporáneo del club. La Copa del Rey marca ese camino, un torneo con el que el Celta mantiene una relación de amor y odio porque lo deseó y lo acarició sin alzarlo en tres finales perdidas (1948, 1994 y 2001). Antes en 1908, el Vigo también cayó en esa instancia decisiva.
Las dos semifinales jugadas en 2016 contra el Sevilla y, sobre todo, la de 2017 ante el Alavés, reactivaron la ambición del club y de todo su entorno. Pero las decepciones se acumulan porque el equipo no lograba gestionar con solvencia las rondas iniciales de la competición. Ahora regresa de nuevo a los dieciseisavos de final tras dejar atrás (0-3) al Gernika, otro equipo de Segunda RFEF que quiso hacerse fuerte en su feudo de césped sintético, donde a la postre se escenificó la diferencia entre ambos equipos.
El Celta acertó en los momentos precisos. Se adelantó a la media hora de un partido que había amanecido trabado y en el que no disponía del factor diferencial que ofrece Iago Aspas, al que el técnico Carlos Carvalhal guardó de inicio en el banquillo. Marcó Carles Pérez en la segunda llegada de su equipo, primero apuntó sin éxito Gabri Veiga, que castigó un despliegue del joven equipo vizcaíno. Strand Larsen bajó un envío largo y descargó la opción de la contra para la velocidad de Carles Pérez, que definió con precisión.
El inicio de la segunda parte definió el partido. El Gernika pudo empatar en un balón que navegó sobre el área del Celta y que cabeceó el central Vega, pero la pelota golpeó en la cadera de Aidoo, que poco después en una acción similar sí que hizo diana en la portería opuesta. Aspas ya se preparaba para saltar al campo, pero fue el norteamericano Luca de la Torre quien puso la rúbrica tras un servicio de Javi Galán.
Con Celta y Cacereño también pasaron ronda en la última jornada copera de esta semana dos equipos de Primera RFEF, el Linares y el Eldense, que liquidaron a Racing y Burgos, ambos de Segunda División.
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