EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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El padre Marko Ivan Rupnik, un sacerdote jesuita esloveno de 68 años, era una estrella. Un exitoso y carismático artista religioso que logró estampar su firma en importante obras en el Palacio Apostólico del Vaticano (con unos mosaicos en la capilla Redemptoris Mater) o en la catedral de la Almudena. Pero el pasado 5 de diciembre, la Compañía de Jesús reveló que Rupnik había sido denunciado por varias monjas de la Comunidad de Loyola en Liubliana, de la que había sido padre espiritual. Las víctimas habían acudido al dicasterio de la Doctrina de la Fe para denunciar unos casos que se remontaban a los años noventa, pero el órgano vaticano que se encarga de analizar y juzgar estos casos dictaminó que habían prescrito. El obispo auxiliar de Roma, Daniele Libanori, jesuita enviado a Liubliana a investigar el caso, ha hablado ahora de “testimonios desoladores”.
Rupnik, tras el examen del Vaticano a su caso, fue apartado de algunas funciones, como la posibilidad de confesar o acompañar espiritualmente a fieles, pero se le permitió que continuase celebrando misa. Sin embargo, más tarde se supo que ya en 2020 la Doctrina de la Fe había excomulgado a Rupnik —el castigo más duro en la Iglesia— por “absolver a un cómplice de un pecado contra el sexto mandamiento”. Es decir, el sacerdote había confesado en 2018 a una monja con la que había tenido relaciones sexuales —presuntamente había abusado de ella— obligándola a guardar silencio: uno de los delitos canónicos más graves.
La excomunión puede ser retirada a un condenado que se arrepienta. Pero en el caso de Rupnik, se canceló en un tiempo récord por el mismo órgano que se la había impuesto. Una decisión que ha levantado las sospechas, ya que el prefecto de la Doctrina de la Fe, el español Luis Ladaria, es jesuita. Una orden a la que también pertenece el propio papa Francisco, que no se sabe todavía si conocía el caso (el Vaticano no ha dado información sobre el tema). El padre general de los jesuitas, el venezolano Arturo Sosa, se refirió a la cuestión: “Puedo imaginar que el prefecto ha hablado con el Papa, pero no puedo decir ni sí ni no”. Rupnik siguió después de aquello haciendo vida normal, celebrando misas y ejerciendo como artista con distintos encargos.
La Compañía de Jesús, analizada la cronología y los supuestos irregularidades en las sanciones que se impusieron a Rupnik, no descarta ahora que pueda habar más casos de abusos (más allá de las nueve monjas confirmadas cuyos casos la Doctrina de la Fe consideró prescritos) por parte de esta suerte de artista. De hecho, una monja italiana entrevistada por el periódico italiano Domani señaló que la cúpula jesuita estaba al corriente del caso desde 1994. Además, explicó el tipo de abusos que practicaba el sacerdote. “La primera vez, me besó en la boca diciéndome que de ese modo besaba el altar donde celebraba la eucaristía, porque conmigo podía vivir el sexo como expresión del amor de Dios”.
La desfachatez de Rupnik, según esta monja italiana, no tenía límite. En otra ocasión le pidió que hicieran un trío con otra religiosa para estar más cerca de la Santísima Trinidad. “La Iglesia y la orden de los jesuitas sabían los hechos desde 1994, cuando llevé personalmente mi petición de dimisión de los votos al Arzobispo de Liubliana, en los que denunciaba los abusos del Padre Rupnik”, asegura la misma monja. Hans Zollner, jesuita y uno de los mayores expertos en abusos, valoraba así la situación en la cadena Cope: “La forma en que se ha gestionado el caso Rupnik es tan grave que hay que extraer lecciones para el futuro”.