”¿Competirías en unos Juegos Olímpicos en los que participaran deportistas rusos y bielorrusos?” La pregunta era la única en una encuesta preparada por la comisión de deportistas del Comité Olímpico Español (COE) a propuesta del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, quien desea que se levanten en los Juegos de París 2024 las sanciones impuestas a los deportistas rusos y bielorrusos tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Los deportistas creyeron en su empoderamiento, su afirmación como sujetos olímpicos ante los estados para conseguir que la Carta Olímpica —”Los Juegos Olímpicos son competiciones entre atletas, en pruebas individuales o por equipos, y no entre países”— se impusiera a la realidad, un mundo ideal por encima de guerras y barbaries, por encima de Vladímir Putin y la invasión de Ucrania.
Se pusieron manos a la obra. Pero la encuesta nunca llegó a hacerse. Anticipándose a sus resultados, y dando por sentado que el resultado de la consulta sería favorable a su idea, hace dos semanas, el COI anunció que el “mundo olímpico consultado” (deportistas, miembros del COI, federaciones internacionales, comités olímpicos nacionales) estaba de acuerdo en permitir la participación de los Juegos de París 2024 de deportistas rusos que no hubieran apoyado explícitamente la invasión ucrania como atletas neutrales, sin bandera ni himnos.
“A través de Pau Gasol, que forma parte de la comisión de deportistas del COE y también de la del COI, Bach nos hizo llegar la idea de la encuesta”, explica Ignacio Sola, pertiguista olímpico en México 68 y presidente de la comisión española de deportistas. “Preparamos la encuesta, una introducción explicando que la Carta Olímpica consagra el derecho de todos los deportistas a competir como individuos sin rendir cuentas de las acciones de sus gobiernos, y una sola pregunta. Pero poco después, sin esperar la respuesta de los deportistas, el COI ya hizo la propuesta de invitar a los rusos y los bielorrusos y vimos que la encuesta no tenía más sentido que el de una curiosidad académica, que no aportaba nada”.
La tarea de convencer al mundo de la necesidad de su decisión le está resultando más complicada de lo que pensaba al presidente del COI, dada la fiereza con la que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, defiende las sanciones. <NO1>impuestas al deporte ruso.<NO>Aunque Bach cuenta con el apoyo de Estados Unidos, en su actual gira por Europa, y con el mismo vigor con el que pide ayuda militar, aviones y tanques, el presidente ucranio busca apoyos para organizar un boicot a los Juegos de París si se permite competir a deportistas rusos. Ningún país hasta ahora se ha sumado, aunque Dinamarca, Polonia y los países bálticos ya han declarado que apoyan a Ucrania. En Francia, mientras, el presidente Emmanuel Macron se muestra evasivo —”no se puede politizar el deporte. Deportistas de países en guerra tienen derecho a competir en París 2024″, ha declarado”—, la alcaldesa de París se ha mostrado firme en contra. <NO1>rusos y bielorrusos.<NO>”Los rusos deberían seguir sancionados mientras dure la guerra. Sería indecente que desfilaran en los Juegos si siguieran cayendo bombas en Ucrania”, dijo Anne Hidalgo.
Un antecedente similar a la sanción del deporte mundial a Rusia es el de Suráfrica, vetada en los Juegos desde 1964 hasta 1992 por decisión de Naciones Unidas en 1962 como castigo a su política de apartheid.
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