El día en que el moderado Mañueco soltó la mano a Ciudadanos y se la dio a Vox | España

Todo empezó y terminó un lunes por la mañana. El entonces vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, de Ciudadanos, estaba siendo entrevistado telefónicamente, a primera hora del 20 de diciembre de 2021, en Onda Cero. En cuanto colgó, recibió la llamada en la que se le comunicaba su destitución. Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta, del PP, rompía la coalición, echaba a los consejeros de Cs y convocaba elecciones anticipadas. Al momento, lo anunció en Twitter. Las encuestas internas le daban mayoría absoluta sin necesidad de pactos; pero las urnas lo ataron a Vox, con quien gobierna desde el pasado abril entre polémicas. Un experimento que constituye la primera andadura en coalición del PP con la extrema derecha y que levanta suspicacias en la dirección de Alberto Núñez Feijóo.

Mañueco, que durante la pandemia mostró imagen de moderado pactando medidas con el PSOE, dos años después ve cómo Vox alude a los socialistas como “banda criminal”. El presidente autonómico llegó al poder en 2019 pese a que sus siglas, por primera vez en 32 años, perdieron las elecciones. “Lo que quieras”, asegura Igea que le ofreció para que Ciudadanos, que había coqueteado con el PSOE prometiendo “regeneración”, aceptara gobernar con el PP. El entonces líder de Cs, Albert Rivera, ordenó que sus 12 parlamentarios se alinearan con los 29 de Mañueco e hicieran estériles los 35 socialistas. Así comenzó un “matrimonio de conveniencia”, decía Igea, convertido en “matrimonio bien avenido” hasta el divorcio traumático de 2021. La extrema derecha cosechó en esos comicios 13 escaños, por 31 del PP, y obtuvo las tres consejerías que reclamaba y la presidencia de las Cortes.

El líder de Vox, Santiago Abascal, calificó la entente gubernamental de “piso piloto”, expresión que molesta a un sector crítico del PP que sostiene que Juan García-Gallardo, el líder del partido de extrema derecha en Castilla y León, marca el discurso ante la pasividad del PP. “El PP de Feijóo no tiene simpatía con Mañueco. Se ha presentado dos veces con los peores resultados de la historia”, expresan voces cercanas al dirigente gallego. “Y en Génova lo saben: a Feijóo le cuesta ir a Castilla y León”, añaden. Además, el líder del PP es muy amigo de Juan Vicente Herrera, predecesor de Mañueco en el cargo y que arrasó electoralmente durante 18 años en el territorio. Feijóo no ha incluido a ningún afín al salmantino en su directiva, pero sí a dirigentes próximos a Herrera. En todo caso, en público, el líder popular defiende a su barón en Castilla y León y no cuestiona la coalición con Vox.

Para complicarle aún más la situación a Mañueco, el dividido PP de Salamanca está en manos de una gestora, y con las primarias de 2017 —que acabaron encumbrando al hoy presidente— investigadas por un juez por supuesta financiación irregular del partido. Fuentes populares sostienen que “las extravagancias y tensiones gratuitas de Vox, con el diálogo social roto, no benefician ni a la comunidad ni al PP”. Este periódico ha intentado, sin éxito, recabar la opinión de Mañueco (que ha esgrimido motivos de agenda) y de Vox sobre estos primeros meses de convivencia en el Ejecutivo.

Ocho meses después del enlace PP-Vox, se han confirmado “los malos augurios”, según el líder socialista en la comunidad, Luis Tudanca. “No solo por Vox sino por la contaminación ideológica y las instituciones deterioradas”, dice. Tudanca recita números negativos en creación de empleo, despoblación o producción empresarial: “No son casualidad, son consecuencias, además de lo ideológico”. El Instituto Nacional de Estadística ha anunciado este lunes que fue en Castilla y León donde menos creció el PIB en 2021. Y hay más frentes: Vox niega la violencia machista —lo que ha causado más de una tensión con los populares— y, por ejemplo, ha impulsado un decreto de “concordia” para sustituir al anterior, aprobado por el PP, de “memoria histórica”. Tudanca cree que “la moderación era una vitola heredada de Herrera” y que ese PP “sí era moderado”. “Mañueco ha quedado como el más torpe del PP nacional”, sentencia el socialista.

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El exsocio de Mañueco en la Junta, Francisco Igea, ironiza ante la efeméride: “Es mi aniversario”. En 365 días ha pasado de vicepresidente a único procurador de Ciudadanos en las Cortes. Allí recuerda a menudo la “deslealtad” del presidente, a quien considera autor de “la maniobra política más absurda de la historia de la comunidad”. La exconsejera de Sanidad Verónica Casado, también de Cs, afirma que los “cálculos políticos” no deberían ser incompatibles con comunicar verbalmente ceses como el suyo, que le llegó por correo en plena ola de coronavirus. “[Mañueco] No es fiable. No hemos vuelto a hablar”, dice. Igea enumera “desastres” de estos meses como el aumento de los tiempos de espera en la sanidad, el mayor exceso de mortalidad de España o los malos datos de empleo. “Es un despropósito, se han perdido códigos éticos y se presiona a los medios”, sostiene el parlamentario. La tensión del Parlamento se aprecia en que este año no se han celebrado los “hemiciscos”, unos premios informales de la prensa autonómica para los políticos. En 2019 Mañueco e Igea, que acabaron haciendo la conga, ganaron el “Hemicisco Calixto y Melibea” por “hacer realidad su historia de amor contra viento y marea”. Ahora Mañueco se enfrenta sin el paraguas de Igea a las tormentas que desata Vox.

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