Nadie podía pensar que Daniel Ricciardo se quedaría tan pronto sin un hueco en la parrilla de la Fórmula 1 ni tampoco que el tramo final de esta su última temporada se le haría tan largo al piloto australiano, que este domingo, en Brasil, sumó otro abandono, el 14º del curso. En este caso, a Ricciardo le entraron las prisas en la primera vuelta y cuando circulaba embotellado entre el pelotón, un escenario tipo que normalmente termina exactamente cómo lo hizo en Interlagos: con los coches involucrados en la cuneta. El sutil toquecito que le dio con el alerón delantero de su monoplaza al trasero del Haas de Kevin Magnussen fue suficiente para que el danés hiciera un trompo y se lo llevara puesto.
Este incidente desencadenó un segundo que decidió el gran premio a favor de George Russell, después de que el de Mercedes se quedara sin rivales como consecuencia del roce entre Lewis Hamilton y Max Verstappen, en el relanzamiento de la prueba (séptima vuelta). Russell comprimió el pelotón de tal manera con el coche de seguridad todavía en activo que colocó a su compañero de equipo en las fauces del neerlandés de Red Bull, que se le tiró al cuello sin ninguna reserva. La cosa acabó con un contacto entre los dos monoplazas y con una sanción de cinco segundos para el actual campeón. A pesar de caer hasta el noveno puesto, Hamilton fue capaz de rehacerse para certificar el primer doblete para Mercedes en dos años, desde el Gran Premio de Emilia Romagna de 2020.
Carlos Sainz completó el podio y Fernando Alonso terminó el quinto, tras una buenísima recuperación, en parte facilitada por otro safety, a 15 giros del final. Verstappen volvió a dejar claro su individualismo al desacatar las órdenes que le llegaron desde la radio, y no cederle a Checo Pérez la sexta plaza, cuando el mexicano compite por el subcampeonato con Charles Leclerc (cuarto). “Esto deja claro el tipo de persona que es [Verstappen] realmente”, soltó Pérez, nada más cruzar la meta.
Esta carrera tiene un brutal efecto revitalizador en un campeonato que ‘Mad Max’ se ha llevado con la gorra. El resultado, tanto del sábado como del domingo, hay que interpretarlo en clave de 2023. El triunfo de Russell no solo es destacable por ser el primero de Mercedes en lo que va de ejercicio, a la vez que el primero del muchacho de Norfolk después de un par de ocasiones en las que se quedó a un tris de la gloria. Casi más relevante que eso es la superioridad exhibida por Mercedes a lo largo de todo el fin de semana; tanto en la prueba al esprint del sábado, ganada también por Russell, como en la del domingo, en la que el vencedor arrancó el primero y se llevó la vuelta rápida. Esta combinación hace que la marca de la estrella y Ferrari lleguen a la última parada del calendario, el domingo que viene en Abu Dabi, con solo 23 puntos de diferencia a favor de la Scuderia en la tabla reservada a los constructores, después de que las Flechas de Plata hayan sido capaces de recortarle a los de Maranello 43 puntos en las últimas tres citas. Ha tardado, pero la revitalización del bólido alemán empieza a poder darse por descontada, la mayor de las esperanzas para la tropa de Brackley (Gran Bretaña) y la mejor noticia para la hinchada, a quien se le hace la boca agua recordando la explosividad del Mundial del año pasado.
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