Los países miembros del G-7, el grupo que reúne a las democracias más industrializadas del mundo, buscan en la cumbre que se celebra en la ciudad japonesa de Hiroshima este fin de semana acercar posiciones para afrontar de forma coordinada el auge chino. En esa clave, perfilan mecanismos de coordinación entre ellos para tener un cuadro exacto de las inversiones que fluyen hacia el gigante asiático, según informó una fuente europea. La idea es lograr un control mejor del cuadro de negocios para, en su caso, frenar inversiones en áreas específicas que puedan permitir a China ganar ventajas significativas en materia de seguridad y defensa, dijo la fuente.
Se trata de uno de los múltiples elementos de la problemática relación con China que los socios del G-7 -Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá (a los que se añade la representación de la UE)- abordan en esta cumbre con tres objetivos de fondo: reducir los riesgos de una excesiva dependencia de la capacidad manufacturera, de refinamiento e incluso, en algunos sectores, tecnológica china; evitar que Pekín avance en su camino de seguridad y defensa con tecnología occidental; y disuadir al gigante chino de maniobras de ruptura unilateral del orden internacional, sobre todo con Taiwán puesto en el foco.
En ese contexto, los países del G-7 no solo estudian controles para los flujos de inversión, sino también de exportaciones en áreas estratégicas, y también contemplan el señalamiento y sanciones contra empresas chinas que llevan a cabo prácticas consideradas turbias, por ejemplo en relación con Rusia y fomentar la coordinación para incrementar la resiliencia de sus cadenas de suministro.
Los miembros coinciden en ver elementos inquietantes en el auge de Pekín, por los rasgos crecientemente represivos en el interior y asertivos en el exterior. También entienden que un refuerzo de la cooperación entre ellos puede ser beneficiosos para encarar con mayor eficacia prácticas del gigante asiático que consideran inaceptable. La idea es coordinarse, enviar un mensaje unitario, cooperar en lo posible, aunque los socios luego perfilarán cada uno por su cuenta las políticas concretas. Jake Sullivan, asesor nacional de seguridad de EEUU, afirmó que el comunicado final subrayará que cada país tiene su propia política, pero que el grupo está alineado y coordinado alrededor de una serie de elementos comunes.
Cada uno tiene aproximaciones con distintos matices. Durante meses, la dinámica diplomática vio un movimiento según el que Washington aceleraba en endurecer la posición de cara a China, utilizando una retórica de desacople, y buscando arrastrar a aliados y socios europeos y asiáticos en esa senda. En las últimas semanas, dos importantes discursos -uno de Janet Yellen, secretaria del Tesoro, y otro precisamente de Sullivan, asesor nacional de seguridad- han dado la sensación de un viraje hacia una posición más moderada.
Las fuentes europeas consultadas señalaban con satisfacción que el posicionamiento actual de Washington está mucho más en línea con la política perfilada por la UE desde hace meses, y que habla de reducir riesgos, no de desacoplarse de China. Se espera que el comunicado final hará hincapié en que los socios sigue creyendo en la necesidad de mantener una relación “estable y constructiva” con Pekín, cooperando en áreas como el cambio climático, la estabilidad macroeconómica global o los retos sanitarios.
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Pero es evidente que la espiral de tensión avanza. Las medidas de Washington para restringir el acceso de China a microchips de alta gama, con el argumento de que no se quiere facilitar actividades represivas o desarrollo militar con tecnología estadounidense, han desatado una enfurecida respuesta de Pekín, que incluye medidas de presión sobre empresas de EEUU, con sanciones o investigaciones.
La UE busca en todo ello también un equilibrio interno. Algunos de sus socios, más próximos a EEUU, están dispuestos a avanzar con decisión en el camino de acciones firmes. Otros, abogan por pragmatismo y prudencia, con Alemania y Francia como grandes representantes de esta corriente. Berlín tiene enormes intereses en la relación comercial con China. París recela en términos geopolíticos de ver a Europa arrastrada en una espiral entre Washington y Pekín que puede escaparse del control.
Se espera que la cuestión china se afronte a fondo hoy en una sesión dedicada al concepto de seguridad económica.
Guerra en Ucrania
En otras cuestiones, el G-7 sigue manteniendo el foco puesto en la guerra Ucrania. Los Siete, y los países invitados -la India, Brasil, Indonesia, Vietnam, Australia, Corea del Sur, y los representantes de turno de la Unión Africana (Comoras) y del Foro de las Islas del Pacífico (Islas Cook) se preparan para la llegada del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que participará en dos sesiones del domingo.
La visita no estaba públicamente anunciada, pero la presidencia japonesa avisó con adelanto a los miembros del G-7 y a los invitados. Está por ver como los grandes no alineados -la India, Brasil o Indonesia, encajarán esta particular circunstancia diplomática.
En el primer día de la cumbre, los socios dieron impulso a nuevas sanciones y medidas restrictivas para asfixiar la economía rusa, incluidos pasos para golpear el sector de los diamantes. Además, el presidente Biden manifestó su aval a poner en marcha un sistema de entrenamiento de pilotos ucranios para que manejen aviones de combate F-16. Esto no supone una luz verde para la entrega, pero es un paso significativo.
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