El general ucranio Serguéi Melnik: “Solo los rusos pueden cambiar Rusia. Será entonces cuando termine la guerra” | Internacional

Serguéi Melnik (Vinnitsia, Ucrania, 45 años) es el paradigma de la generación de hombres entre los 40 y 50 años que está liderando la defensa de Ucrania. Son generales como él y sus superiores directos: el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni (49 años); el comandante del Ejército de Tierra, Oleksandr Sirski (57 años); y el presidente Volodímir Zelenski (45 años). Más jóvenes que las élites autoritarias que dirigen la invasión desde Rusia, el carisma y la proximidad a la realidad de la guerra son cualidades que quieren destacar. Si Zelenski visita posiciones en el frente a escasos kilómetros de las tropas enemigas, el presidente ruso, Vladímir Putin, se reúne con comandantes en una base a 150 kilómetros de la línea de combate. Lo mismo vale para Melnik: ningún general ruso se ha dejado ver como él en las mismas trincheras bajo fuego de artillería.

Melnik —comandante de la región de Járkov, en el este, provincia fronteriza con Rusia— confiesa que no se esperaba la invasión rusa (pese a que otros, como Zaluzhni, la daban por hecho). Admite que hace 15 años era de los que creía que una guerra con Rusia era inimaginable y que no había necesidad de reforzar el ejército ucranio. Todo cambió en 2014 con el conflicto en Donbás y con la anexión de Crimea por parte de Moscú. El general opina que la amenaza no desaparecerá mientras la ciudadanía rusa no entienda que ellos son también víctimas “de una forma de Gobierno terrorista”. Y añade: “Debemos aislar a Rusia para que los rusos entiendan que ellos son también víctimas de este terrorismo. Solo los rusos pueden cambiar Rusia de una forma democrática, será entonces cuando termine la guerra”.

Vive con su mujer e hija en Járkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania, a 30 kilómetros de Rusia, pese a que su cabeza tiene un precio elevado para el enemigo. Es doctor en Derecho y ha pasado a la historia de su país por haber defendido la ciudad ante el asedio del invasor entre febrero y abril de 2022, y por haber participado en la contraofensiva del pasado verano, que expulsó a los rusos de la provincia.

El responsable militar atendió a EL PAÍS el pasado jueves en una entrevista de más de dos horas en el reservado de un céntrico restaurante de Járkov. El establecimiento parecía cerrado desde el exterior, pero dentro, reuniones y confidencias ocupaban las mesas. Escoltado por cuatro militares, el general de brigada, cuyo nombre en clave es Marsel, por el que es conocido por el gran público, concreta que durante el asedio de 2022 llegó a tener a unos 20.000 hombres bajo su mando. De aquellos meses recuerda múltiples momentos. Uno de los más destacados fue el interrogatorio al piloto de un caza SU-35 abatido. Se trataba de un oficial de alto rango de la base rusa de Voronezh. Gracias a aquel prisionero entendió que el enemigo tenía un alto número de equipos militares inservibles: el piloto confesó que de 24 aviones de combate de su regimiento, solo 12 estaban operativos.

El piloto también le dejó claro que el objetivo de la invasión era desintegrar el Estado ucranio. “Le respondí que todavía tiene que nacer el enemigo que pueda acabar por completo con nuestra nación. Y que, a gente como él, el único futuro que les espera es pudrirse en nuestra tierra”. Melnik revela que el oficial fue intercambiado por 200 prisioneros ucranios.

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“Cuando ataquemos, el enemigo huirá para contar el infierno que le esperaba

El militar se muestra igual de confiado en el éxito de la contraofensiva que el Estado Mayor ucranio está planeando para finales de la primavera: “Cada uno de nosotros es como el diente de una cadena, cada uno sabe el momento y el lugar en el que debe actuar. No puedo aportar detalles, pero cuando ataquemos, la reacción del enemigo será huir para poder contar el infierno que le esperaba”. “Una persona normal no resistirá hasta ser el último en esperar la muerte, especialmente ante un ataque masivo y preciso”, añade el general en jefe en Járkov.

Rusia ha levantado desde el pasado verano 800 kilómetros de fortificaciones que protegen los territorios ocupados en la invasión. Melnik estima que la superioridad de fuego y tropas que será necesaria para romper las defensas rusas es cuatro o seis veces mayor a la del enemigo. Este dato confirma el reto titánico que afrontan las tropas ucranias, porque la teórica militar indica que para que un ejército atacante tenga éxito, debe tener por lo menos una superioridad de tres a uno respecto al defensor.

La táctica rusa no ha cambiado en los 14 meses de invasión, dice el general: “Primero envían la carne de cañón, luego el fuego de artillería y finalmente, tropas de asalto. Lo único que ha cambiado es que cada vez les importan menos las vidas de los suyos”. Melnik apunta otra ventaja importante, en su opinión, respecto al rival: el conocimiento que tiene el comandante en jefe Zaluzhni de su némesis, el general Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, uno de los teóricos militares más destacados en el mundo: “Ha leído todo lo que ha escrito Guerásimov, y puede identificar sus próximos pasos, sus tácticas y forma de luchar”.

La calma actual me preocupa un poco. En Chechenia, los rusos se retiraron en una primera fase, como aquí

El general teme que Rusia quiera replicar en Ucrania la estrategia que llevó a cabo en las guerras de Chechenia: “La calma actual me preocupa un poco [el ejército ruso está concentrando su fuerza en la provincia de Donetsk]. En Chechenia entraron de la misma manera para retirarse en una primera fase, como aquí. Y se reagruparon dos años después para volver a atacar. Introdujeron una red de colaboradores y se hicieron con el terreno”.

Admite que Ucrania está necesitada de más tropas, pero no solo de hombres, también de munición para artillería y tanques. Pero los soldados en el frente necesitan rotaciones más frecuentes frente a un enemigo que tiene más recursos: “El problema es que tenemos una falta de personas y equipos. Porque aquellos que son militares profesionales, curtidos en el patriotismo, ya están agotados, heridos o recuperándose. O han muerto. Por eso invitamos a gente sin experiencia militar y la entrenamos para que tengan la adecuada preparación para encarar al enemigo”. “Nuestros socios internacionales también no están apoyando, formando a unidades de combate en sus bases”, añadió el general. En Ucrania hay voces que alertan de que, además del actual reclutamiento, se puede producir una movilización masiva obligatoria encubierta. Pero Melnik lo rechaza: “Siempre hay carencia de hombres, pero nosotros no somos Rusia, que lleva a cabo movilizaciones encubiertas vulnerando la legalidad internacional”.

Melnik está convencido de que las Fuerzas Armadas ucranias tienen suficiente armamento para coordinar el ataque de primavera, pero concede que cuantas más y más modernas armas reciban de sus aliados internacionales, mejor. El general subraya varias veces durante la entrevista que lo prioritario es recibir sistemas de defensa antiaérea. No solo para eliminar la amenaza de los aviones y helicópteros rusos en el frente, también para proteger las ciudades ucranias.

El general ucranio Serguéi Melnik visita el frente escoltado por varios soldados.
El general ucranio Serguéi Melnik visita el frente escoltado por varios soldados.Legión Marsel

El responsable militar sonríe con un punto de malicia cuando se le pregunta por los bombardeos que su artillería lleva a cabo en Bélgorod, la provincia rusa vecina. Los ataques ucranios en territorio ruso provocan recelos en los aliados internacionales. El mismo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha reiterado que no tiene previsto suministrar a Kiev armamento de largo alcance que pueda utilizarse para golpear en suelo ruso. Melnik asegura que no utilizan ni misiles ni obuses suministrados desde el exterior para atacar posiciones en Rusia, pero insiste en que Járkov y Ucrania necesitan un perímetro de seguridad de por lo menos 100 kilómetros: “No atacamos en zonas donde viven civiles. Si detectamos una amenaza de Rusia que está a 3,5 kilómetros de nuestra frontera, la destruiremos. Pero no utilizamos armas de nuestros socios internacionales”. Infraestructuras energéticas en la misma ciudad de Bélgorod sí han sido destruidas en ataques.

Ucrania está apostando por construir una industria propia de producción de drones. Los vehículos aéreos no tripulados, afirma Melnik, son la gran revolución de la guerra en Ucrania en cuanto a la teoría militar, se utilizan en todos los frentes y para múltiples usos: “Es la opción más segura para golpear las tropas y los activos técnicos del enemigo. Un dron es un trozo de plástico con una bomba que vuela exactamente contra un objetivo. Hace una década veíamos películas sobre ello, hoy es la realidad. La guerra con drones es increíble porque está alcanzando cotas inesperadas”.

Los drones también tienen que servir para destruir bombarderos rusos en aeródromos militares rusos, repite Melnik, Y esto, asegura, Ucrania no solo lo quiere hacer para defender su territorio, sino para el resto de Europa: “Sus aviones actualmente despegan con toda la calma, disparan sus misiles de largo alcance, retornan a sus bases y los pilotos están tan tranquilos, seguros de que no les pasará nada. Tenemos que plantar cara a esta arbitrariedad. Porque de la misma manera que lanzan sus misiles sobre Kiev o Járkov, lo pueden hacer contra el resto de Europa. Tenemos que pararlos”.

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