‘El hijo zurdo’: vaya con Dios | Televisión

Hay pesadillas de mentira y pesadillas de verdad. Lo que diferencia a las segundas de las primeras es que cuando uno despierta —si lo logra—, todavía le queda miedo. De la enfermedad, de la pobreza, de la locura uno sale temblando. Y dentro de estas últimas, también están las pesadillas a terceros: el horror le acecha a alguien a quien se quiere.

El hijo zurdo (Movistar Plus+), miniserie creada por Rafael Cobos, que adapta la novela homónima de Rosario Izquierdo, cuenta una de estas últimas. A Lola (una extraordinaria María León) se le tuerce su hijo. Se le va, como el agua que se escurre de las manos, por citar la canción de Bambino que da una secuencia memorable en otro guion de Cobos (Grupo 7), que por primera vez dirige y se separa de su habitual Alberto Rodríguez.

Está el terror de los padres con hijos acosados, pero se habla mucho menos de qué sucede cuando tu hijo se convierte en un matón. Un día estás dando a luz y al siguiente tu hijo acaba neonazi perdido. También se habla poco de la marginalidad burguesa, de esos niños bien que terminan convertidos en niños fatal. Y de las madres regular. Porque Lola, además, tiene que luchar contra sus propios demonios, que nadan en alcohol. Pero esta es, sobre todo, una serie anticonceptiva, por emplear el adjetivo que la sabia Rosa Belmonte utiliza para Euphoria. Anticonceptiva y diferente.

En una entrevista sobre el libro, la autora citaba a Bourdieu: “A veces temo que la gente se despierte cuando ya sea demasiado tarde”. Como si alguien pudiera presumir de estar despierto. Dios no nos da nada que no podamos soportar, dice un personaje de El hijo zurdo, haciendo suyo un versículo de la primera carta a los Corintios. Pues vaya con Dios.

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