Finalmente, después de dos suspensiones, se concretó la entrega del informe del panel de expertos internacionales que se reunió la última semana de enero para analizar el origen de la bacteria Clostridium botulinum, encontrada en 2017 en los restos de poeta chileno Pablo Neruda. Fue la médico chilena Gloria Ramírez, coordinadora del grupo de especialistas, quien llevó los documentos a la jueza Paola Plaza, que debe resolver si la muerte del Premio Nobel de Literatura, el 23 de septiembre de 1973, fue por causas naturales o por envenenamiento.
“Esto está solo en fase de investigación. No hay un plazo establecido por ley para el tribunal para dictar una resolución. Esta es una diligencia dentro de innumerables diligencias de prueba que se han desarrollado por una década”, advirtió la jueza en una comparecencia ante los medios este miércoles. “Hubo un desarrollo de una investigación por años del ministro Carroza y hubo una diligencia probatoria específica pendiente, que es este informe pericial que está conformado por un panel de expertos en una temática muy específica. Eso es lo que se ha recibido. Entonces; lo que hay que analizar es ese elemento probatorio en conjunto con los demás que se han acumulado a la investigación”, agregó.
La causa lleva 12 años abierta y aún está en secreto de sumario, razón por la que ni la magistrada ni Ramírez se refirieron al resultado del informe. Lo único que ha trascendido hasta ahora es la versión del sobrino del poeta, Rodolfo Reyes, quien a partir del 13 de febrero ha asegurado que el panel determinó que a Neruda, cuyo nombre era Neftalí Reyes, le inyectaron esa bacteria “como un arma biológica” cuando estuvo internado en la clínica Santa María de Santiago.
El fallecimiento de Neruda ocurrió 12 días después del golpe militar que derrocó al Presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973. Durante 40 años, la causa de su muerte fue el cáncer de próstata con metástasis que padecía. Pero en 2011 el Partido Comunista, en el que militaba el poeta, presentó una querella basada en el testimonio de Manuel Araya, exchófer del escritor, quien señaló que había sido envenenado durante su internación en la clínica.
El encuentro entre Plaza y Ramírez fue el único presencial, ya que los especialistas del panel internacional expusieron telemáticamente las conclusiones a las que llegaron. Si bien estaba previsto que este 15 de febrero se entregase un informe preliminar y en marzo el texto final, la jueza Plaza informó que, finalmente, el documento que recibió será la única versión.
Este es el tercer panel que se reúne en torno al caso Neruda, cuyo cadáver fue exhumado en 2013 por Mario Carroza, el juez que investigó por nueve años la causa. El primer grupo de expertos concluyó que su muerte fue producto del cáncer. El segundo cuestionó en 2017 el certificado de defunción, descartó que el deceso fuera consecuencia directa de la enfermedad y encontró en un molar del poeta Clostridium botulinum.
El último panel fue el encargado de analizar la toxicidad de la sustancia. Y, según Rodolfo Reyes, su resultado “es lo que estábamos esperando, porque el panel de 2017 ya había encontrado Clostridium botulinum. Pero no se sabía si era endógeno o exógeno. O sea, si era interno o externo. Y ahora se comprobó que era endógeno y que fue inyectado o colocado”.
Escenarios judiciales
Se prevé que la decisión respecto del caso Neruda que debe tomar la magistrada demore varios meses. En la forma, porque aún no ha leído el documento y porque requiere de traducción oficial ya que, además de no estar escrito en español, se utiliza un lenguaje científico. En el fondo, porque el informe, aunque es una parte clave que se suma al expediente del caso, no es vinculante para el fallo judicial.
Para resolver, la jueza Plaza debe tener a la vista no solo este último informe, sino todos los antecedentes adjuntados a la investigación durante los 12 años de indagatoria. Entre ellos, las conclusiones de los otros dos paneles y los testimonios de decenas de personas que Carroza interrogó, entre 2011 y 2020, para reconstruir los últimos días de Neruda y tratar de determinar qué tan grave estaba como para morir poco después de entrar a la clínica.
Una de esas declaraciones, la primera adjuntada al expediente en 2011, es la del exchófer de Neruda, quien en 1973 lo trasladó desde su casa en Isla Negra, una localidad costera ubicada a uno 100 kilómetros de Santiago, hasta la clínica Santa María. Araya es, hasta ahora, el único testimonio que refiere envenenamiento.
En los meses siguientes, y una vez que pondere los hechos, la magistrada tiene, principalmente, dos escenarios. Si considera que no hay pruebas suficientes que demuestren que el poeta fue envenenado, podría sobreseer el caso Neruda. En cambio, si halla indicios de posible homicidio, su investigación cambiará el curso que ha tenido hasta ahora, que se ha concentrado en indagar las circunstancias de la muerte, pero no el asesinato.
La jueza Plaza está abocada a investigar más de 100 casos de violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, que se prolongó por 17 años, entre 1973 y 1990.
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