El juez condena al abogado Alex Murdaugh a cadena perpetua por asesinar a su mujer y a su hijo | Internacional

La misma severidad sin rodeos que guio el veredicto de culpabilidad del abogado Alex Murdaugh por matar a su mujer y al menor de sus hijos ha mostrado este viernes el juez al sentenciarlo a la mayor condena posible: dos cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad condicional.

“Imagino que cada noche la imagen de ambos lo visita antes de irse a dormir”, le dijo el magistrado Clifton Newman, titular del juzgado de Colleton County, en Walterboro, que se tomó su tiempo con un largo monólogo antes de emitir su juicio. Murdaugh, que, vestido con el mono color caqui de los presos en Carolina del Sur, escuchaba su suerte con la mirada perdida, contestó: “Todos los días, señor, cada noche”, para después añadir: “Quiero reiterar mi inocencia. Nunca, bajo ninguna circunstancia, hice daño a Maggie. Y nunca, bajo ninguna circunstancia, hice daño a Paul”.

El jueves, al jurado le habían sobrado tres horas de deliberaciones para alcanzar su veredicto. Tras escuchar a 76 testigos, el acusado incluido, y examinar una montaña de pruebas circunstanciales, sus 12 miembros consideraron probado que Murdaugh, de 54 años, mató a su mujer, Maggie, de 52, y al hijo pequeño de ambos, Paul, de 22, en la noche del 7 de junio de 2021 en las perreras de la finca de la familia, una vasta propiedad ideal para la caza y la pesca llamada Moselle y situada en la región del Lowcountry, en el extremo meridional de Carolina del Sur.

El asesino, miembro de la cuarta generación de una familia de prominentes letrados que dominaron la vida de la zona durante un siglo, empleó una escopeta de caza para matarla a ella y un fusil de asalto para acribillarlo a él. Después, siempre según el jurado, se fabricó una coartada, según la cual, el día de autos, no vio a su esposa y a su hijo en la casa cuando despertó de la siesta y se fue a ver a su madre enferma. Al volver, descubrió la matanza y llamó a la policía. La grabación de esa llamada, en la que se le escucha emplear un lenguaje un tanto forzado, fue clave para armar el caso de la Fiscalía, que logró presentarlo como un mentiroso irredento.

Otra de las evidencias que hicieron caer su relato fue un vídeo de un minuto en el que, poco antes de la hora de las dos muertes, se escucha su voz en el lugar del crimen. Lo grabó su hijo para la red social Snapchat. Tampoco ayudó a la defensa que el acusado tuviera una camisa blanca impoluta cuando llegó la policía. Durante la llamada de emergencia, había dicho a la operadora que había tocado los cadáveres para tomarles el pulso.

Poco antes de la lectura de la sentencia, el fiscal Creighton Waters tomó la palabra para definir a Murdaugh como un “astuto manipulador”. Un hombre que vivió durante años una doble vida, en la que era un adicto a los opiáceos enfangado en un esquema de fraude en serie a los socios del bufete que fundó su bisabuelo y a muchos de sus clientes. Fue el verse a punto de ser descubierto lo que, según la Fiscalía, lo movió al parricidio. La acusación considera que Murdaugh confiaba en que la tragedia le haría ganar tiempo y la simpatía de sus vecinos.

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La caída de los Murdaugh, las docuseries

La argumentación de la defensa es que la policía se obsesionó tanto con la culpabilidad de su cliente como para “fabricar” pruebas e inventar una teoría sobre sus motivaciones. Tras los asesinatos, pasó un año hasta que Murdaugh fue imputado. “Nadie conocía a este hombre. Ninguno de los que creían que sabían quién era, realmente no tenía ni idea”, continuó implacable Walters. Su “depravación, insensibilidad y falta de remordimiento” recomendaban, según el fiscal, que se le aplicara la pena máxima: “Dos cadenas perpetuas consecutivas”.

El proceso ha trascendido las fronteras de un pedazo de tierra de Carolina del Sur hasta conquistar la atención nacional. Contribuyó a atizar el interés la decisión de HBO Max y Netflix de tomar la oscura historia de la caída de la casa de los Murdaugh como material para sendas docuseries.

Tras ser condenado por los crímenes más graves a los que se enfrentaba, el viacrucis judicial de Murdaugh está aún lejos de su fin. Todavía debe responder por 99 cargos derivados de presuntos delitos financieros. La cuenta del supuesto fraude asciende a 8,8 millones de dólares (unos 8,3 millones de euros). Fue el descubrimiento de esas malversaciones lo que hizo que las coartadas de Alex Murdaugh empezaran a deshacerse tres meses después de los asesinatos de su esposa y su hijo, cuando un empleado de la compañía reparó en una desviación de fondos con destino a una cuenta a su nombre. El descubrimiento de ese crimen llevó a otros, que acabaron con su dimisión de la firma.

Al día siguiente de abandonar su trabajo, Murdaugh llamó al número de emergencias para decir que alguien lo había disparado en la cabeza mientras cambiaba la rueda del coche. Pronto quedó probado que, en realidad, el incidente era parte de un complot urdido con un primo suyo, al que convenció de fingir su asesinato para que su otro hijo, Buster, hermano mayor de Paul, cobrara el seguro. Al ser descubierto en esa mentira, confesó su adicción de años a los analgésicos.

El caso cuya sentencia se ha conocido este jueves ha colocado el foco sobre otras dos muertes del Lowcountry sin resolver: la de la asistenta y niñera de la familia durante más de 20 años, Gloria Satterfield, y la de un joven llamado Stephen Smith. Satterfield murió en 2018 al tropezarse con los perros y caerse por una escalera, según el testimonio de los Murdaugh. Nunca se le practicó una autopsia, pero la familia de la víctima ha autorizado su exhumación con el fin de reabrir el caso. Entre los clientes a los que estafó el acusado están los hijos de aquella. El cadáver de Smith apareció tirado en una carretera cercana a la finca. La policía recibió varios chivatazos que implicaban a Buster en la muerte, pero optaron por no seguir esas pistas.

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