En una de esas piruetas que el fútbol depara, y que los despachos se encargan de potenciar, Manchester United, Al-Nassr y Besiktas están a punto de completar un trueque de delanteros que antes del parón mundialista hubiese parecido irreal. La marcha de Cristiano Ronaldo al cuadro saudí dejó un espacio que ahora ocupa un tallo holandés de casi dos metros, Wout Weghorst, el mismo que saltó a la fama por un cara a cara con Lionel Messi en Qatar, cuando el astro argentino le espetó con acento rosarino: “¿Qué mira’, bobo? Andá pa’ allá, bobo”. Weghorst sucede ahora a CR7 en Old Trafford y deja el Besiktas turco, al que está a punto de incorporarse Vincent Aboubakar, delantero camerunés damnificado por la llegada de la estrella lusa al Al-Nassr, que ya tenía el cupo de extranjeros cubierto.
Weghorst llega a Manchester con un contrato de cesión hasta final de temporada después de que 2,8 millones de euros rompiesen el préstamo del Burnley al Besiktas. “Tal vez tengamos que ser creativos”, había advertido Erik ten Hag, entrenador del Manchester United, cuando días atrás se refirió a la actitud de su equipo ante el mercado de fichajes y las opciones para cubrir el hueco dejado por Cristiano Ronaldo. Weghorst ofrece un perfil muy diferente a todos los niveles, pero sobre todo en cuanto a soluciones futbolísticas. Su eclosión en el Mundial llegó tras haber jugado apenas 20 minutos entre los cuatro primeros partidos de su selección, Países Bajos. Pero en el quinto saltó al campo a doce minutos del final y cuando su equipo perdía por dos goles. Su impacto fue inmediato: empató el partido, lo envió a la prórroga y a la tanda de penaltis, donde también marcó antes de que Argentina se ganase el pase a semifinales. Luego llegó el viralizado encontronazo con un Messi desatado.
“Al menos ahora ya se ha aprendido mi nombre”, concluyó Weghorst tras el episodio. Muchos también le descubrieron aquella noche, exuberante en el área para resultar incontrolable para la zaga argentina, incapaz de defender los balones al área que le enviaban sus compañeros en un desesperado colofón en busca del empate. Weghorst había empezado la temporada en Turquía de donde se marcha tras marcar nueve goles en 18 partidos, un destino al que llegó después de cumplir una decepcionante media campaña con el Burnley, que perdió la categoría en la Premier con una aportación suya de apenas dos tantos en 20 encuentros.
Pero Weghorst es un infravalorado. A Burnley llegó de la noche a la mañana después de que el Newcastle se llevase al neozelandés Chis Wood por 28 millones de euros. La mitad les costó el sustituto neerlandés, que no pudo sostener los números que le precedían. Porque Weghorst, grandullón y presuntamente patoso firmó 70 goles en 144 partidos con el Wolfsburgo alemán y antes 45 dianas en 86 duelos con el AZ Alkmaar en la Eredivisie de su país.
Weghorst llega al único equipo inglés vivo en cuatro competiciones. El United pelea por situarse entre los cuatro primeros en la Premier, afrontará un duelo de cuarta ronda (dieciseisavos de final) en la Copa contra el Reading, de la segunda categoría, le espera el Nottingham en las semifinales de la Copa de la Liga y un cruce contra el Barcelona en la Europa League. “Me siento un privilegiado por tener la posibilidad de jugar en el Manchester United. Voy a darlo todo mientras esté aquí”, explicó Weghorst, cuya inscripción no llegó a tiempo para jugar el derbi de este sábado ante el City.
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