En 1985, Carlos A. Loranca Olguin presenta su tesis “La estabilidad del empleo y la crisis económica” en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 118 páginas, Loranca define qué se considera por empresa, los tipos de trabajos y de empleados, su naturaleza jurídica, las medidas proteccionistas que puede tomar el Gobierno y concluye que en México no hay suficientes estudios sobre el tema. Un año más tarde, María Elena Galguera González presenta exactamente el mismo texto. Palabra por palabra, repite qué es una compañía, una crisis y llega, también, a las mismas conclusiones. Solo añade un apartado: seis páginas de agradecimientos. Además cambia el título a “La estabilidad laboral en tiempos de crisis”. EL PAÍS no ha encontrado a qué se dedica Loranca ahora, pero sí que Galguera fue magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Ciudad de México. Ambos trabajos tuvieron la misma asesora, igual que la ministra Yasmín Esquivel: Martha Rodríguez Ortíz.
Una de las instituciones educativas más prestigiosas de México y América Latina está en el ojo del huracán. La revelación está semana de que una ministra de la Suprema Corte había copiado su tesis de licenciatura en 1987 ha puesto al descubierto toda una cadena de plagios dentro de la UNAM. Al tirar del hilo de Esquivel y de su asesora, este periódico ha encontrado, al menos, seis trabajos copiados —el porcentaje de plagio varía en cada tesis— y tres originales, bajo la batuta de Rodríguez Ortíz. Este periódico se ha puesto en contacto en dos ocasiones con la docente y no ha obtenido respuesta. En una entrevista con W Radio apuntó a que todo se trataba de un “ataque hacia las mujeres por querer ser algo mejor”, en referencia a la candidatura de Yasmín Esquivel para presidir la SCJN.
La UNAM ha anunciado una investigación sobre el caso específico de la ministra y su servicio de Bibliotecas ya ha certificado un “alto nivel de coincidencias” entre su tesis y la del año anterior, de Edgar Ulises Baéz. El Comité de Integridad Académica y Científicas de la FES Aragón va a ser la instancia encargada de analizar los trabajos y deliberar qué debe hacer la universidad. La sanción puede ir desde un apercibimiento público hasta la más extrema: la revocación del título para la ministra.
En una entrevista con el periódico Excelsior, Esquivel ha afirmado que ella empezó a escribir su tesis dos años antes de publicarla, es decir, en 1985: “Un año antes de esa otra tesis de la que se ha hablado en los últimos días. Así lo confirma mi propia directora de tesis, la maestra Martha Rodríguez Ortiz”. “Trabajé intensamente durante dos años ese proyecto. Lo presenté a la directora de tesis y cumplí puntualmente y a cabalidad todos los requisitos para obtener el grado de licenciada en derecho”, ha dicho a ese mismo medio. Hasta el momento, la UNAM no ha hecho ningún comentario sobre la docente.
34 tesis asesoradas en un solo año
Martha Rodríguez es una asesora de tesis prolífica. La profesora dirigió un total de 499 trabajos, según el repositorio de la UNAM. Empezó en 1983, con cinco, y fue escalando hasta, por ejemplo, asesorar 26 en 1986. Ese año es en el que se publica la tesis de María Elena Galguera González, quien le agradece en el documento: “Por brindarme su amistad y apoyo incondicionales y por su increíble calidad humana”. Galguera, quien falleció en 2020, es a su vez una de las magistradas que mostró su apoyo en el Congreso a Yasmín Esquivel, en 2019, para que fuera elegida ministra de la Suprema Corte.
El investigador de la UNAM, Tito Garza Onofre, explicó a EL PAÍS que los profesores no cobran por tesis dirigidas, sino que reciben otra serie de estímulos de cara a su carrera como investigadores. Además, en la universidad hay una especie de semáforo que marca (verde, amarillo o rojo) la concentración de asesorías que tiene cada profesor para valorar la disponibilidad. El suyo, con seis trabajos este 2022, estaba ya en amarillo.
Rodríguez dirigió 23 tesis en 1989, 27 durante dos años seguidos (1996 y 1997), 26 en 1998 y 28 en 2006. Son números altísimos que aun así se ven desbordados por las 34 tesis que dirigió en 1995. Son casi tres tesis al mes. Mientras, Rodríguez seguía siendo docente a tiempo completo. La escalera empieza a bajar en 2011, con solo tres tesis, hasta los últimos años que solo dirigió una en 2015, otra en 2017 y la última, en 2019.
Plagios en tres temas distintos
Tras el escándalo por la tesis de la ministra, el trabajo de Martha Rodríguez ha empezado a ser analizado con lupa. De momento, EL PAÍS ha podido comprobar tres temas dirigidos por ella en los que se perciben plagios. El primero es el mencionado antes sobre la crisis laboral, con un trabajo original en 1985 y uno plagiado en 1986.
Después está el área sobre los sindicatos y los trabajadores de confianza que involucra a la ministra. En 1986 Edgar Ulises Baéz publica el identificado como trabajo original, en 1987 Esquivel presenta un texto calcado al del año anterior y hay además otras dos tesis en 2008 y 2010 también sobre los sindicatos que copian de forma íntegra un capítulo, alrededor de unas 25 páginas. Todos asesorados por Rodríguez Ortiz.
El último caso se da ya en el siglo XXI. En el 2000, 2002 y 2007, Martha Rodríguez dirige tres tesis llamadas igual “Los delitos laborales”. Los tres índices son similares, pero a simple vista no parece que se den coincidencias. Sin embargo, EL PAÍS ha encontrado una cadena y cruce de copias. Por ejemplo, la tesis del año 2002, presentada por Alejandro Caballero Villalobos, tiene al menos 30 páginas, repartidas en distintos momentos del texto, estrictamente iguales que la del año 2000, de Silvia Lara; y la del 2002 sirve de base para 20 páginas —también distribuidas— de la del 2007. La última, escrita por María del Carmen Bravo Sánchez, también tiene un par de páginas copiadas de la primera.
Como ocurría con la tesis de la ministra Esquivel, en estas últimas también se mantienen los errores gramaticales: “Eugenio Cuello Calón, define a este Estado de derecho” (en la página 6 en el 2002 y en la 23 en el 2007), o, se corrigen unos y se dejan otros como en la frase escrita por Caballero: “A demás el trabajador nunca podrá tener acceso a las listas de rayas, a la nominas (sic)”, y a las que Bravo solo le añade la tilde a la última palabra.
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