Después de 13 días de búsqueda, la Fiscalía de Nuevo León (noreste de México) encontró el jueves el cuerpo sin vida de Debanhi Escobar. El cadáver de la joven, de 18 años, se localizó en el interior de una cisterna abandonada en el motel Nueva Castilla, a escasos metros del lugar donde desapareció. Así lo confirmó su padre, Mario Escobar, el viernes en la madrugada, después de que un equipo de buzos rescatara el cuerpo y pudiera reconocer la ropa: “Mi hija está muerta. Y yo no sé qué hacer”. Escobar ha cargado contra las autoridades, a las que acusa de irregularidades a la hora de compartir información, y ha pedido justicia: “Exijo que se aclare por qué desapareció Debanhi”. La Fiscalía todavía no ha explicado cómo llegó el cuerpo de la joven hasta la cisterna.
La familia de Debanhi Escobar llevaba 13 días buscando su rastro. Su punto de partida desde hace casi dos semanas era siempre el mismo: el kilómetro 15,5 de la carretera de Monterrey a Nuevo Laredo, frente al motel Nueva Castilla. Ese es el último lugar en el que se conectó su celular y también en el que se le tomó la última fotografía, a las cinco de la madrugada del 9 de abril. Las comitivas de búsqueda, que no han cesado en este tiempo y han contado con decenas de voluntarios, perros de rescate y drones, se han reunido ahí cada mañana para organizar batidas. La familia instaló también en ese punto del municipio de Escobedo un pequeño campamento con la fotografía de Debanhi.
El motel fue uno de los primeros lugares revisados, según ha confirmado el fiscal de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero. “Desde un principio fuimos ahí al hotel y les pedimos los videos, pero ellos no graban, solo tienen monitoreo a tiempo real. Ese fue el problema. En los últimos videos que nosotros tenemos, Debanhi estaba a 300 o 500 metros de distancia de ese hotel”, ha dicho Guerrero en una entrevista con Milenio. La alarma saltó tras el aviso de los propios empleados del motel, que identificaron un “olor fétido” en una alcantarilla que se utilizaba para una antigua alberca y que ya no estaba en uso.
El cuerpo de Debanhi estaba a unos cuatro metros de profundidad dentro de la cisterna. Un equipo de buzos se trasladó al lugar para rescatarlo. La familia, que había difundido ampliamente la ropa que Debanhi llevaba el día que desapareció —falda larga marrón y top blanco—, pudo identificarla gracias a la vestimenta. La autopsia, según el fiscal, debería estar como tarde el sábado.
En la mañana de este viernes, durante su conferencia matutina, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha expresado su solidaridad y ha informado de que está abierta la posibilidad de asumir el caso, solo si la Fiscalía de Nuevo León lo solicita. “Es importante que se considere la posibilidad de atraer el caso, el asunto correspondería a la Fiscalía General, si los familiares y los amigos lo consideran”, ha dicho el mandatario.
Ricardo Mejía, subsecretario de Seguridad Pública del Gobierno de México, ha detallado en el Palacio Nacional que el cadáver hallado portaba el crucifijo y la ropa que la joven llevaba el día de su desaparición. El funcionario ha informado de que el cuerpo ya fue llevado al Servicio Médico Forense para hacer la necropsia y poder confirmar genéticamente si se trata de Debanhi.
La localización del cuerpo tantos días después y tan cerca del lugar donde desapareció ha indignado a los padres de la joven. El jueves a las ocho de la tarde, a la hora que comenzaba el nuevo registro en el motel, Mario Escobar espetaba a gritos a las autoridades: “¡13 días aquí! ¿Cuántas veces estuvieron aquí?”. Unas horas después, alrededor de las dos de la mañana, volvía a salir ante los medios a confirmar la identidad de Debanhi. “Estoy molesto porque me equivoqué: creí en la Fiscalía. Nunca me pasaron los tomos [de la investigación], yo les pedía copias, que es mi derecho como víctima. Nunca los tuve en mi poder porque ellos no hicieron su trabajo. Exijo justicia. ¿En qué momento supieron [del cuerpo en el motel]? No nos informaron. ¿A quiénes informaron? Al llegar aquí no nos dieron un espacio que por derecho tenemos”, dijo el hombre entre lágrimas.
Vigilado por una barda amarilla, el motel Nueva Castilla parece abandonado desde fuera. Poco concurrido, el recinto anuncia la entrada con un letrero deshecho. Está ubicado sobre la transitada carretera a Nuevo Laredo, la principal forma de comunicación de Monterrey hacia el norte, hacia Tamaulipas y Estados Unidos. Esa vía, de 200 kilómetros, es conocida como la carretera de la muerte, después de que un centenar de personas desaparecieran el año pasado. Controlada en muchos puntos por el crimen organizado, los coches entraban en el asfalto y, antes de llegar a su destino, se esfumaban. Ahí se encontraba Debanhi el sábado 9 de abril a las cinco de la mañana.
La última fotografía de Debanhi
Debanhi Escobar desapareció la madrugada del 8 al 9 de abril después de acudir a una fiesta en una quinta en Escobedo con dos amigas. Tras un pleito, las otras jóvenes se marcharon antes y un conductor de una plataforma de vehículos fue a recoger a Escobar. En una historia todavía confusa para la familia, Debanhi se bajó del vehículo y se quedó sola en ese punto a la orilla de la carretera, entre una gran empresa de transportes y el motel Nueva Castilla. Es ahí cuando el taxista supuestamente le tomó la que ahora es su última fotografía.
Esa imagen llegó a la familia de Debanhi alrededor de las seis de la mañana, cuando —ya preocupados por la tardanza de su hija— escribieron a las acompañantes de la joven. Ellas enviaron esta imagen. A las ocho, Mario Escobar ya había llamado a Locatel, a los servicios hospitalarios y forenses, había puesto la denuncia en la Fiscalía y había ido a por las cámaras del C4 y el C5 que controlan la ciudad y sus entradas. “Entonces se lanza la alerta de desaparecida y es cuando empieza este calvario”, contó la semana pasada a EL PAÍS este profesor de secundaria.
Hija única de dos maestros, la desaparición de Debanhi ha conmocionado a una sociedad en alerta por una ola de mujeres desaparecidas. En el último mes, son al menos ocho jóvenes sin localizar de la zona metropolitana de Monterrey, que abarca la capital del Estado y una decena de municipios del extrarradio. La más pequeña, Allison Campos, tiene 12 años; la mayor, Yolanda Martínez, llega a los 26. “Aunque las autoridades quieran verlas como casos aislados, no lo son. Son chicas muy jóvenes desaparecidas en un mismo territorio delimitado”, apunta Angélica Orozco, de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos de Nuevo León (FUNDENL), la principal organización estatal de búsqueda de desaparecidos.
En los últimos 50 años son 1.793 mujeres sin localizar en Nuevo León, según el Registro Nacional de Búsqueda. El 90% de ellas desapareció después de 2010; en lo que va de año son ya 55 las que faltan. La crisis de este Estado se enmarca en una espiral todavía mayor: en México cada día desaparecen 7 mujeres, 11 son asesinadas. Orozco repite las cifras y sentencia: “Estamos ante una tragedia humanitaria”.
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