Todos los focos están puestos en Isabel Díaz Ayuso, otra vez. Tanto, que los 16 focos que cuelgan del techo, junto a los 38 halógenos que alumbran la sala de prensa y las otras cuatro lámparas que cuelgan de la pared, están funcionando a pleno rendimiento este miércoles. Día grande en el edificio principal de la Puerta del Sol. 58 luces. Cámaras. Acción. Los nueve consejeros van tomando asiento en las sillas de madera de la primera fila. Todo se mima al detalle en el equipo que rodea a la presidenta de la Comunidad, donde nadie duda de que la comunicación, y sobre todo la telegenia, es un factor clave para arañar el mayor número de votos posible.
Tras la victoria electoral en mayo de 2021, la sala de prensa de Ayuso dio un giro de 180 grados. Se decidió cambiar el decorado. Tocaba cambiar la imagen que llegaba a las televisiones y a las redes sociales de los madrileños. Transmitir un nuevo tiempo, pese a que el PP lleva gobernando la región desde hace 28 años. Aquel fondo de madera, muy poco vistoso a ojos del televidente, también para los lectores que ven las fotografías al día siguiente en los diarios e incluso para los millones y millones de usuarios que ven los vídeos de Ayuso en redes sociales, se esfumó de golpe. La pared se bañó de pronto en un intenso rojo —el color de la bandera de la región― junto a siete estrellas blancas en el centro. A izquierda y a derecha, se colocaron también cuatro mástiles con sus respectivas banderas de España y de la Comunidad Madrid. Y delante, como escuderas, dos televisiones gigantescas que visualizan en todas las comparecencias el escudo de la región. El decorado había tomado galones presidenciales.
Es tan importante la comunicación en política, que la intriga y el suspense también forman parte de la ecuación a la hora de lanzar el mensaje. En el caso de la rueda de prensa de Ayuso de este miércoles, por ejemplo, la expectación era máxima. La última del año. El balance. El suspense. Madrid era de las pocas comunidades que quedaban por pronunciarse sobre un asunto que afectaba a millones de ciudadanos. ¿Continuará la región con la subvención del 20% al transporte de cercanías y Metro? Algunos medios de comunicación, incluso, hacían sus propias cábalas a primera hora, alimentando más aún el debate: “Ayuso debe decidir si acepta el descuento de Sánchez”, titulaba Público. “El abono de transporte puede duplicar su precio en Madrid: el Gobierno de Ayuso no garantiza la rebaja”, lanzaba la cadena Ser.
Noticias que venían precedidas de una declaración de intenciones. El pasado 15 de noviembre, el consejero de Economía y uno de los pilares de la presidenta en el Ejecutivo madrileño, Javier Fernández-Lasquetty, dio carpetazo al asunto. “El descuento del abono fue una medida temporal hasta el 31 de diciembre y acabará el 31 de diciembre”, dijo. Mes y medio después, todo lo contrario. Es más, si el Gobierno de Sánchez anunciaba este martes una condición indispensable para continuar con las ayudas en 2023, ―aquellas comunidades que aporten un 20% de sus cuentas serán las únicas que recibirán también un 30% del Estado―, Madrid aceptaba este miércoles el envite, como el resto, pero, eso sí, retorciendo un poco más el pulso diario de confrontación que mantiene con La Moncloa. Madrid será la única región que aporte un 10% más. Es decir, que Ayuso no solo aportará un 20% de descuento, sino que será de un 30%. Más política comunicativa.
“La Comunidad de Madrid pagará el 20% del abono de transportes en enero”, ha dicho Ayuso, “pero, a partir de febrero, será del 30%. De esta forma, el abono en la región estará subvencionado en un 60% y no en un 50%, como había pedido el Gobierno [de Sánchez]”. ¿Por qué? Este anuncio le garantiza comunicativamente dos titulares en los medios. El de ahora, con el sí a la prórroga de las ayudas, y el del 1 de febrero, con el cambio del descuento, que ya no será de un 50% para los madrileños, sino de un 60%. Más política comunicativa. En el turno de preguntas, la presidenta ha explicado que el cambio de decisión de noviembre a diciembre se ha tomado tras analizar las perspectivas económicas.
35 minutos de discurso
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Ayuso ha leído un discurso de 35 minutos. Un balance anual con dardos continuos al Ejecutivo de Sánchez desde el primer párrafo. “Muy buenas tardes a todos”, ha dicho, “el balance del año en la Comunidad de Madrid se resume en que hemos gestionado bien. Y esto, se comprueba en la vitalidad de las calles de Madrid, en su vida cultural, empresarial y turística. Al mismo tiempo, no hemos dejado de luchar el modo de vida en libertad que nos hemos dado entre todos, frente al autoritarismo del Gobierno, que no ha dudado en castigar a esta región con menos financiación y menos apoyo y más leyes que nos perjudican”.
La presidenta ha hecho un balance área por área, donde ha confirmado que, en economía, no habrá presupuestos para 2023. Es la tercera vez en cuatro años que la Comunidad de Madrid prorroga sus cuentas. Ayuso también ha repasado algunas de las grandes decisiones políticas de su mandato, como el cheque de 500 euros para las mujeres embarazadas de menos de 30 años. Un anuncio que cambió a los seis meses, porque exigía un requisito clave: estar empadronado en la región durante, al menos, los últimos diez años. Desde el 24 de enero de este año, se redujo a cinco. “Se han beneficiado a lo largo de este 2022 más de 5.500 mujeres”, ha explicado. Al mismo tiempo, ha criticado los 200 euros de ayudas estatales que el Gobierno concedió ayer para la cesta de la compra de las familias más vulnerables. “No nos hace falta dar 17 euros al mes a las familias para que crean en la Comunidad de Madrid. Eso lo hacen los que no saben gobernar y pretenden comprar votos por 17 euros al mes: 5 euros al mes por persona. En el Madrid castizo, a eso que hace Sánchez lo llamamos ‘engañabobos’: 5 euros al mes por un voto”. ¿Hay algún baremo que explique por qué las ayudas de Sánchez sirven para “comprar” votos y las que ofrece la Comunidad de Madrid no?
“Nosotros no damos dinero por ser mujeres, no entregamos beneficios por ser jóvenes”, ha contestado Ayuso a preguntas de la prensa. “Nosotros lo que hacemos es estimular e incentivar. Tenemos un problema de falta de familias y de niños y, por tanto, incentivamos la natalidad. La medida de Sánchez es un engañobos porque no se trata de dar dinero a la gente, se trata de que las familias tengan estímulos. El Gobierno empobrece a la empresa y convierte todo esto en un ejercicio de subvención. Esto adormece el sistema”. O dicho de otra manera: política.
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