La Guardia Civil ha bautizado Cupido a esta operación antidroga con mucho tino, ya que se trataba de una banda de narcotraficantes dedicada presuntamente a elaborar y a exportar cocaína rosa desde Madrid a otros países escondida en impresiones 3D de San Valentín. El grupo tenía dos cabecillas, un hombre de 47 años y de nacionalidad colombiana conocido como El Mago, que era lo que en el argot policial se llama cocinero o encargado de sintetizar las drogas y de hacer las figuras ornamentales para ocultarlas, y otro, de 37 y también colombiano, que se presentaba como director de marketing y que le proporcionaba la tapadera para operar y para ocultar el laboratorio en una oficina en pleno centro de la capital. Además de detener a los dos cerebros, que se encuentran en prisión provisional, los agentes han arrestado a otras siete personas de los eslabones inferiores de la banda, todas colombianas: dos hombres más y cinco mujeres jóvenes que hacían de correos para los envíos. Los siete están en libertad con cargos y otras siete personas más están siendo investigadas por su relación con la trama.
La banda de El Mago, “principal figura de la organización”, llevaba operando al menos desde finales de 2022, cuando el otro cabecilla, “la tapadera”, se presentó en un bloque de oficinas, situado en número 35 de la calle de Cristóbal Bordiu ―entre Bravo Murillo y Agustín de Betancourt, en el distrito de Chamberí―, para alquilar un espacio en el que montar una empresa de regalos, según ha detallado una portavoz la Guardia Civil a este diario. El hombre dijo ser director de marketing y todos los días iba a trabajar para dar a todo el asunto una apariencia de normalidad y de legalidad. Tras la sala donde se atendía al público, la oficina ocultaba un laboratorio de droga y unas impresoras 3D que no despertaban sospechas, al no ser la cocaína rosa un tipo de droga que genere olores ni gases al elaborarla.
El Mago fabricaba esta droga, también llamada tucibí, tusi o polvo de color, machacando y mezclando pastillas de ketamina (una droga disociativa con potencial alucinógeno) y MDMA (éxtasis), a lo que añadía el toque final: el colorante rosa. Porque aunque sí que es rosa y a veces incluso huele a fresa, no suele tener ni rastro de cocaína, sino de otras drogas más baratas como estas. Está de moda en los ambientes más pijos, ya que el gramo se vende a 80, 90 e incluso 100 euros, mientras que la misma cantidad de cocaína de verdad ronda los 60 euros.
Sin antecedentes policiales
En los controles rutinarios que se hacen a todo lo que sale y entra del país en la oficina de la Guardia Civil en el aeropuerto de Barajas, la alarma saltó por una serie de envíos sospechosos declarados como regalos: tenían el mismo destino en Colombia y Australia, se repetían las personas que los mandaban y eran paquetes pequeños, cuando este tipo de envíos se suelen hacer más de cuando en cuando y agrupando muchos portes pequeños para que resulte económico. El titular del Juzgado de Instrucción número 28 de plaza de Castilla dio permiso para abrir uno de ellos y, efectivamente, contenían regalos relacionados con San Valentín, pero también un doble fondo en el que se escondía la cocaína rosa. El pasado febrero se interceptaron en total cinco envíos con unos 800 gramos de coca rosa o de MDMA cada uno.
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El siguiente paso, identificar a los remitentes, no fue fácil, ya que la trama usaba para hacer los envíos documentación robados a terceras personas que no estaban vinculadas con la organización. Durante las investigaciones, la Guardia Civil identificó a cinco mujeres jóvenes, que eran las que se encargaban de remitir la paquetería con los nombres falsos y que se desplazaban para ello en transporte público. El nexo común a todas ellas era la oficina de Cristóbal Bordiu, donde los agentes descubrieron que se fabricaban las figuras de regalo en formato 3D. Desde allí operaban los cabecillas del grupo que controlaban al resto de implicados.
Tras identificar a los integrantes de la banda, detuvieron a nueve personas, cinco mujeres y cuatro hombres, incluidos los dos cerebros de la trama, de edades comprendidas entre los 28 y los 37 años, salvo el mayor, El Mago, que tiene 47. Ninguno de los arrestados tiene antecedentes por tráfico de drogas y El Mago sí, pero por otro asunto: conducir borracho. Todos son de nacionalidad colombiana, salvo uno de los hombres de la escala inferior, que tiene doble nacionalidad española y colombiana. Además, hay “un subgrupo” de siete personas que están siendo investigadas por “dedicarse a robar documentaciones a terceras personas para hacer los envíos a su nombre” y despistar así a los agentes.
A los detenidos se les atribuyen delitos contra la salud pública (tráfico de drogas) y pertenencia a organización criminal y los dos jefes están en prisión provisional, mientras que el resto se encuentra en libertad con cargos. La Guardia Civil ha efectuado dos registros, uno en la oficina de Madrid y otro en un trastero de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, en los que se han intervenido 4.300 gramos de MDMA, así como más de 400 gramos de otros estupefacientes.
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