Dos semanas antes del Mundial, Neymar se puso una camiseta estampada con varias imágenes de Vinicius, hizo que le tomaran una fotografía y la compartió con sus más de 190 millones de seguidores en Instagram. “Ídolo y hermano”, le contestó el futbolista del Real Madrid, resumiendo el trayecto de una relación que su gente cercana define como enamoramiento. Son la pareja más peligrosa de Brasil, los favoritos al título, que hoy se juegan el pase a semifinales contra Croacia (Gol Mundial, Movistar; a las 16.00).
Vini cayó primero. Creció embelesado con la fantasía del 10 y lo que representaba para el país. Neymar se fue encariñando con él al ver cómo domesticaba su electricidad y se entendía con Benzema hasta terminar de impulsarlo al Balón de Oro. La relación se estrechó durante el último verano. Neymar invitó a Vini a la tradicional fiesta que organiza todos los años en su mansión de Mangaritiba, cerca de Río de Janeiro. Y un par de semanas más tarde acudió a la celebración del 22 cumpleaños del madridista, que ese día publicó en Instagram una foto en la que aparecía contemplando el trofeo del Mundial en una vitrina. También se vieron en Miami, y ni siquiera la llegada de septiembre enfrió el romance.
Neymar ha seguido muy pendiente del joven aprendiz. Fue el primero en arroparlo en público cuando se desató la tormenta por sus coreografías de celebración. “Baila, Vini, baila”, le animó, y comenzó una extensa cadena de apoyos de jugadores brasileños en la que participó incluso Pelé.
Fueron los días más agitados de Vinicius en España desde la época de los memes, y Neymar se preocupó de que notara que estaba pendiente. Después de las turbulencias, el campamento de la selección de Brasil se ha convertido en un refugio para el madridista, feliz de reunirse con el 10: “Tengo la suerte de jugar con mi ídolo. Me da todo el apoyo que necesito”, contó el miércoles. Sobre todo, por verse juntos persiguiendo un objetivo formidable: “Me dijo que la Copa del Mundo es diferente de cualquier otra competición. Ahora lo estoy viviendo, y sé lo importante que es para nuestro país. Me dijo eso y siempre lo recuerdo. No me hacía idea del tamaño, pero cuando sonó el himno vi la diferencia de jugar un Mundial para tu país, y más para Brasil, el que tiene más títulos y al que todos quieren ganar”.
El camino de Vinicius hasta el lugar que ocupa ahora en la selección no ha resultado sencillo. Durante algunas épocas, el brasileño sentía con Tite la misma incomprensión que con Zidane en el Madrid. Creía que el técnico no entendía lo que podía aportar al equipo, y el seleccionador pensaba que él no había encontrado la manera de encajar en el puzle. El cambio comenzó con Carlo Ancelotti en Valdebebas al principio de la temporada pasada: “Siempre me dio la confianza que necesitaba, y los correctivos en los momentos adecuados. Es como un padre para mí, me daba el cariño necesario y también la responsabilidad”, contó. “Me daba consejos para ser titular en la selección”.
Avance letal
En el proceso, claro, también participó Tite, que habló varias veces por teléfono con Ancelotti. Intercambiaron impresiones sobre cómo sacar el mejor provecho de un futbolista con un talento desbordante, pero que no encontraba el punto de ajuste adecuado. Después de la frustración inicial con el seleccionador, Vinicius también reconoce su papel en el despegue: “La comisión técnica y el seleccionador me fueron indicando dónde necesitaba mejorar para llegar a mi mejor nivel y ser titular en la selección”, contó. “Cada vez que venía a la selección volvía con algo que me faltaba para ser titular”.
En Qatar la obra parece culminada. Vinicius es el tercer jugador con más incidencia en la generación de goles. Si se mira cuántas veces ha estado implicado en los dos pasos anteriores a un tanto, el brasileño, con cuatro, solo aparece por detrás de Kylian Mbappé (7) y Jude Bellingham (5).
Su incidencia en el juego de ataque de Brasil resulta determinante. Es el jugador que ha recibido más pases progresivos, que según la terminología de Opta son los que alcanzan el interior del área, o aquellos con los que un equipo avanza al menos 10 metros desde la zona donde ha estado dando los últimos seis toques. Si se toma el dato por partido, y se consideran los futbolistas que han jugado más de 150 minutos en el torneo, la pareja con la que más avanza el equipo es la que empezó a cortejarse en verano: Neymar recibe avanzando 7,8 veces por partido y Vinicius, 7,7.
Es la madurez del madridista en el escenario más grande del fútbol. Está mostrando en Qatar su versión más contenida, sin un aspaviento en las faltas, más atento a los movimientos de los compañeros y con algo menos de regate: si en el Madrid lo intenta 6,2 veces por partido, en el Mundial se está quedando en 4,6. Una serenidad que cristalizó en el gol con el que abrió el marcador en octavos contra Corea, su primera diana en un Mundial. Mientras se amontonaban cinco rivales para taparle el tiro, aguantó dos segundos hasta atisbar un rincón. Y bailó con Paquetá y Raphinha. Y con Neymar.
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