Diana Peña salió de su casa el lunes 24 de abril alrededor de las 9.30 de la mañana. Debido al tráfico, eligió tomar la autopista Chamapa-La Venta para llegar hasta la alcaldía de Coyoacán, donde tenía una reunión de trabajo. En esa carretera, una de las principales vías para comunicar la periferia de Ciudad de México, se le empareja un auto manejado por una mujer. La conductora le avisa a Diana de que lleva una llanta pinchada. Ella se orilla a un costado de la autopista. También lo hace el otro vehículo. Ese es el último recuerdo que guarda Diana Peña de esa mañana. Vestía pantalón rosa y tenis blancos. Con esa misma ropa la encontraron tirada en una carretera de Morelos, a 70 kilómetros de donde se quedó su coche, seis días después. Estaba deshidratada y desorientada, pero viva. Y esa última palabra lo cambia todo y hace que su hermana Rocío comparezca ante los medios para dar las gracias por este “milagro”.
En un país donde 11 mujeres son asesinadas cada día y siete son desaparecidas, la de Diana Peña es una historia con final feliz. Sin embargo, la mujer, de 33 años, continúa hospitalizada. Lo que le ocurrió durante los seis días en que su familia la buscaba con furia, y cortaba carreteras, y llenaba las redes sociales con su rostro, es objeto de investigación. Su hermana Rocío ha rechazado dar más datos que puedan poner en peligro las pesquisas, pero asegura que Diana “está con miedo”: “Pasó por un proceso muy traumático que no va a ser fácil de superar”.
Las alarmas saltaron cuando Diana Peña no fue a las 14.00 a por su hija pequeña al colegio. Tampoco había llegado a la junta laboral. La familia no dudó: algo le había sucedido a esa madre trabajadora, pusieron la denuncia por desaparición y empezaron a buscar. Su última conexión de móvil fue a las 10.09 de la mañana. Su suegro acudió varias veces al punto de la carretera donde marcaba celular, pero no había nada. No le entraban los mensajes ni las llamadas.
Esa misma noche, las autoridades encontraron el Chevrolet Beat gris oscuro de Diana orillado en la autopista. Tenía los cristales bajados, no tenía señales de violencia, pero no estaban ni ella ni sus pertenencias. “Quedó abandonado a unos 10 minutos más adelante de donde ella debió haber tomado la salida a Lomas Verdes”, explicó su hermana Rocío.
Al día siguiente, la familia y las amigas de Diana cortaron el Anillo Periférico de la capital para llamar la atención sobre el caso frente al agujero negro de un país con 110.000 desaparecidos. Ahí se oyó el grito de Rocío Peña: “Yo necesito que todo México se entere de que mi hermana no aparece, que mi hermana no está y yo la necesito aquí”. Nunca bajaron los brazos y el domingo, Rocío Peña recibió una llamada de un sargento del Ejército: habían encontrado a una persona tirada en una carretera del Estado de Morelos, creían que podía ser Diana.
A las 6.30 de la mañana, una patrulla de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) encontró a Peña sobre el asfalto que lleva a la colonia de Santa María Ahuacatitlan, entre Cuernavaca y Huitzilac. Se trata de un lugar boscoso, lleno de barrancas y maleza; sin alumbrado público ni cámaras de vigilancia y con fraccionamientos de viviendas muy alejados entre sí. De acuerdo al reporte que han dado las autoridades, la mujer se encontraba supuestamente bajo los efectos de alguna droga. Se desconoce cómo llegó hasta allí.
“Ella recuerda que una persona le preguntó si necesitaba ayuda y ella le dijo que sí, y esta misma persona llegó con el Ejército y ellos se comunicaron conmigo”, ha relatado este miércoles Rocío Peña. “Se encontraba desorientada, deshidratada, sufría de bradicardia, tenía hipotermia y estaba hipotensa, y es por eso que la trasladaron inmediatamente a un centro de salud para estabilizarla”, apunta y señala que aún se encuentra hospitalizada: “Esperemos que pronto ya pueda ver a sus hijos. Porque ya habló con ellos, se pudo comunicar, pero todavía no los ha visto”.
La secretaria de Protección y Auxilio Ciudadano del Ayuntamiento de Cuernavaca, Alicia Vázquez Luna, explicó a EL PAÍS que en esa misma zona de Huitzilac habían aparecido en condiciones muy similares otras dos mujeres: “Una menor de edad en el municipio de Chamilpa que también estaba desaparecida y una mujer adulta que se encontraba desnuda y de ella sí podríamos decir que se encontraba intoxicada”. Las autoridades no descartan que Diana Peña fuera víctima de una red de trata o de un grupo delincuencial. Vázquez Luna apunta en que el ruido mediático pudo ayudar a que apareciera con vida: “Parece que las sueltan cuando el caso se hace público”.
Todavía quedan muchas preguntas sin resolver en el caso de Diana, que va a seguir investigándose en colaboración entre la Fiscalía de Morelos y la del Estado de México, que ha rechazado dar información oficial. Según su hermana, Peña no recuerda ni las características ni cuántas personas iban en el vehículo que se le emparejó. Por seguridad todavía no se han difundido las imágenes de las casetas de la autopista. En un mensaje ante los medios, Rocío Peña ha querido hacer un llamado a todas las mujeres: “Que se cuiden mucho, que no anden solas, y que se ven algo raro no se detengan, y que si se les ponchó la llanta no se detengan, sigan hasta un lugar seguro, no abandonen sus autos, cuídense mucho”.
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