El jurado de la cuarta edición del Premio Anagrama de Crónica ha decidido entregar este martes el galardón al cronista cubano Carlos Manuel Álvarez y su obra Los intrusos, una narración minuciosa de las protestas que organizó el llamado Movimiento San Isidro y que representaron un profundo cambio político entre la sociedad cubana. “Este es un ejercicio detallado de observación sobre la situación política actual en Cuba que se entrelaza con una reflexión sobre el rol del periodismo, la escritura y el arte”, ha destacado el jurado en su fallo. El premio ha sido entregado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el evento literario más importante de América Latina. Álvarez ha dicho que este galardón, dotado de 10.000 euros, lo llena de satisfacción y que es una muestra de la resonancia que puede tener el trabajo periodístico.
“Siempre los premios traen una dosis de entusiasmo que es necesaria para oxigenar luego del ejercicio solidario de la escritura”, ha dicho Álvarez en entrevista telefónica con EL PAÍS. “Es una retribución directa, relativamente fácil de medir, de la resonancia que tu trabajo tiene afuera. Los textos son ondas que uno lanza a ese mar de información, de ese ruido externo del que estamos rodeados, a la espera de que se abran paso. Recibir este galardón es reconfortante”, ha agregado.
El jurado de esta cuarta edición del premio ha estado conformado por la cronista argentina Leila Guerriero, el periodista mexicano Juan Villoro, el escritor argentino Martín Caparrós, la editora Silvia Sesé y José Javier Villarreal, secretario de Cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que organiza el galardón junto con la editorial Anagrama. En esta edición, los organizadores recibieron cuarenta originales procedentes de diez países. El fallo establece: “Después de una detallada lectura, el jurado decidió por unanimidad que la obra ganadora es Los intrusos de Carlos Manuel Álvarez (presentada bajo el seudónimo Yorik). En este libro, el autor explora los eventos recientes ocurridos en su natal Cuba. Específicamente, narra su experiencia durante las protestas organizadas por el Movimiento de San Isidro, que reunió a más de doscientos artistas, intelectuales y activistas cubanos. La protesta ocurrió en 2020 a raíz de la detención del rapero Denis Solís. Los intrusos es una crónica detallada del movimiento pacífico que sacudió durante varios días a la isla y del que hizo parte el autor. Además de su propia vivencia, la acción se intercala con perles de algunos de los protagonistas de los eventos. Este es un ejercicio detallado de observación sobre la situación política actual en Cuba que se entrelaza con una reflexión sobre el rol del periodismo, la escritura y el arte”.
Sobre el jurado del premio, Álvarez ha dicho que se trata de “maestros” que lo han acompañado a lo largo de su carrera como periodista. “Entiendo el magisterio como una relación de camaradería. Cada uno de ellos está en la base sentimental e intelectual de mi labor como cronista, porque su obra alimentó mi mirada desde que estudiaba periodismo”, ha explicado. “Para mí practican la crónica latinoamericana no como una traducción del periodismo liberal gringo con su estética y proyección política, sino como una labor de registro de lengua propia, con una estética particular, con una potencia mucho más resonante y significativa”, ha agregado.
Álvarez (Matanzas, Cuba, 33 años) es uno de los más destacados representantes de una nueva generación de cronistas latinoamericanos. Fue elegido como uno de los mejores escritores de América Latina de la generación del 1980 por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y sus textos han sido publicados en EL PAÍS, The New York Times y The Washington Post. Es, además, editor de la revista El Estornudo. El periodista ha tenido que dejar cuba por la difícil situación de derechos humanos y la persecución a las voces críticas por parte del régimen.
El cronista ha dicho que las manifestaciones organizadas por el Movimiento San Isidro “cambiaron el mapa político sentimental de Cuba de modo irreversible”. Él lo cataloga como “un hecho inédito” que replanteó la relación de los cubanos con el régimen. “El texto es un mapa íntimo de mi relación con el castrismo como doctrina que te configura y por la que tienes que matar una parte de ti para escapar de ella”, ha explicado.
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