El gobernador de Texas, Greg Abbott, ha aflojado las inspecciones adicionales que puso en marcha la semana pasada en la frontera con México y que desataron el caos en cuatro puentes internacionales. Ante la presión del país vecino, el político estadounidense optó la noche del jueves por relajar los operativos de revisión de los camiones y autobuses en los cruces con los estados de Chihuahua y Coahuila. El miércoles ya había abierto la mano con Nuevo León tras reunirse con su homólogo Samuel García. Y este viernes ha abordado la crisis con las autoridades de Tamaulipas, donde el miércoles se registró el episodio más preocupante. En medio de la tensión y de las protestas de los transportistas, varios remolques ardieron en Reynosa presuntamente a manos del crimen organizado.
La gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, firmó un memorándum de entendimiento con Abbott, un republicano admirador de Donald Trump, “para facilitar el cruce de vehículos de carga por la frontera”. El Gobierno del estado norteño indicó que entablaron un diálogo “para garantizar la seguridad de ambas naciones”. También hubo un encuentro con Miguel Riquelme, gobernador de Coahuila. “Firmamos un acuerdo bilateral en materia de seguridad y migración”, informó este al asegurar que “a partir de este momento se levantan las revisiones exhaustivas que el Gobierno de Texas estaba realizando a todo vehículo de carga, lo cual hará más ágil el comercio binacional”.
Justo el jueves, México había redoblado la presión a Abbott para que detuviera las medidas de inspección adicional. El Senado envió una carta al gobernador del estado fronterizo llamándole a restablecer la vigilancia habitual. El pronunciamiento de Junta de Coordinación Política de la Cámara alta, remitido también a la vicepresidenta Kamala Harris y a los líderes de los partidos demócrata y republicano en el Senado estadunidense, lamentaba que “el desahogo de uno solo de los puentes afectados no representa una solución suficiente a la problemática actual”.
La inquietud de los legisladores tiene que ver en esencia con el impacto económico de la crisis. “La frontera entre México y Estados Unidos es el territorio con más movimiento en el mundo […]. En el caso particular del estado de Texas, el flujo comercial representa alrededor de 442.000 millones de dólares y tenemos 1.900 kilómetros de frontera con 28 cruces internacionales”, se lee en la carta. También la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin) anticipó un panorama aciago con el cálculo de unas pérdidas de hasta ocho millones de dólares al día. Y para dar la idea de la dimensión del monumental atasco provocado por el gobernador de Texas, un dato: solo por el puente entre Reynosa y la ciudad texana de Pharr transitan habitualmente unos 3.000 camiones cada día.
El conflicto tiene un origen político que no guarda relación con la agenda bilateral de ambos países. Es más bien una disputa política entre un político republicano que aspira a la reelección en las elecciones de noviembre y la Administración demócrata de Joe Biden. La mano dura de Abbott ante la migración remite al mandato de Trump y es precisamente el debate sobre la eliminación de una medida migratoria del exmandatario lo que provocó una reacción del Gobierno de Austin. La Casa Blanca prevé levantar a finales de mayo el llamado Título 42, una norma sanitaria adoptada con el pretexto de la pandemia de covid-19 que permite deportar inmigrantes con facilidad. “Mientras el Gobierno federal siga ignorando la crisis en la frontera, el estado seguirá firme en sus esfuerzos por llenar esos huecos y mantener a Texas seguro”, lanzó el gobernador, que presume a menudo de actuaciones contra el narco y el tráfico de fentanilo, un potente opioide que responsable de una epidemia en Estados Unidos.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país