Los líderes del G-7 se preparan para celebrar desde este viernes en la ciudad japonesa de Hiroshima una cumbre que aspira a mostrar al mundo la unidad y determinación de las potencias democráticas ante los múltiples retos del mundo contemporáneo. La guerra de Ucrania y la relación con China son los elementos clave de una agenda repleta. Pero hay muchos otros de interés, entre ellos el de la regulación de la inteligencia artificial, acerca de la cual se espera un intento de los socios de ir empezando a definir criterios compartidos. El comunicado final, que se espera para el domingo, dirá hasta qué punto los siete países habrán sido capaces de limar diferencias y cuajar consensos de peso.
A la cita del grupo de los países democráticos más industrializados —Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá (a los que se añade la representación de la UE)― se sumarán como invitados líderes de otras democracias alineadas como Corea del Sur o Australia y de importantes no alineados como la India, Brasil o Indonesia.
A continuación, algunas claves para seguir la cita en la ciudad japonesa, elegida para reavivar la memoria del horror nuclear en una época especialmente peligrosa. La visita al parque de la memoria de Hiroshima es el primer acto de la cumbre.
Ucrania
Diferentes cuestiones relacionadas con la guerra se debatirán en la cumbre. Una relevante línea de trabajo se centra en diseñar mecanismos que mejoren la eficacia de las sanciones ya aprobadas contra Rusia. Se espera que EE UU y el Reino Unido anuncien con ocasión de la cumbre medidas nacionales en ese sentido. La UE también desarrolla planes en esta materia. Se trata de una cuestión compleja, porque hay quienes son partidarios de mecanismos de castigo bastante directos e intensos para los países que faciliten o permitan maniobras de elusión, y otros que prefieren una acción gradual y focalizada, que no cause nuevos estorbos al comercio. Alemania está entre estos últimos.
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También se debatirá la puesta en marcha conjunta de nuevas sanciones. El sector de los diamantes es objeto de estudio. En este caso, hay múltiples retos. Por un lado, la asimetría por la que, en la UE, esta cuestión afecta sustancialmente a un único país, Bélgica; por el otro, avanzar con un diseño que permita un eficiente despliegue internacional, en términos de trazabilidad y otras cuestiones.
Otro aspecto relevante es el asunto de las exportaciones a Rusia. Washington presionó para aplicar medidas restrictivas de amplio radio en ese sentido, pero la perplejidad de otros miembros del G-7 frenó ese empuje. Será importante ver en qué queda eso. Washington aseguró el jueves a última hora que habría acuerdo con sus socios en este aspecto, igual que en el de las sanciones, informa Macarena Vidal Liy.
De trasfondo, la atención permanece puesta en la contraofensiva ucrania, con las esperanzas de los socios de que pueda ser exitosa, y los debates internos sobre cómo proseguir en la ayuda, con la perspectiva de entrega de los F-16 a Kiev como gran dilema.
Sobrevolando todo, se halla el asunto de si será posible y cuándo la apertura de una negociación de paz. La expectativa es que el G-7 reafirme su compromiso inquebrantable con Ucrania durante el tiempo que haga falta, y que no aceptará procesos de paz con los que Kiev no esté conforme.
China
La relación con Pekín es una cuestión central y en la que los socios tienen posiciones con distintos matices. Una fuente europea señalaba este jueves que el viraje en la retórica pública de Washington, con los discursos recientes de Janet Yellen, secretaria del Tesoro, y Jake Sullivan, consejero nacional de seguridad, ha acercado la posición de EE UU a la que era desde antes la de la UE: hay que reducir los riesgos derivados de la dependencia de China, pero no optar por cortes limpios.
Se espera que el comunicado final emita palabras en contra de prácticas económicas coercitivas, en referencia a un abanico de comportamientos que los socios reprochan a Pekín: desde prácticas turbias en su mercado interior, hasta el abuso de su posición económica dominante frente a deudores u otros países, con la intención de torcer su libre voluntad política.
Uno de los elementos de debate será la puesta en marcha de mecanismos de control de las inversiones en China, para evitar que la decisión privada de empresas de inyectar capitales en ese mercado provoque consecuencias indeseadas. Pero, mientras EE UU o el Reino Unido están motivados a proceder en esa senda, de nuevo Alemania llama a la cautela. El canciller Olaf Scholz invitó a ser “pragmáticos” en declaraciones antes del inicio de la cumbre.
Vinculada a la relación con China, destaca toda la gran cuestión de la seguridad y resiliencia económica, que la presidencia de turno japonesa ha puesto en el centro de la cumbre, y para la que se espera un comunicado aparte. Pero, al margen de este formalismo, resulta un asunto conceptualmente muy vinculado a la relación con China.
Este jueves varias empresas relevantes en la cadena de producción de microchips han manifestado su intención de fortalecer sus inversiones en Japón, país con altas capacidades tecnológicas e industriales que puede ser relevante en el esfuerzo de diversificación.
Taiwán, principal país manufacturero de chips de alta gama, sobrevuela todo el apartado de la relación con China. Japón insiste en establecer un vínculo conceptual ―su primer ministro ha señalado que lo que hoy es Ucrania, puede ser el este asiático mañana― y busca cuajar una unidad del G-7 y los socios en el flanco asiático.
Sur global
La presencia de líderes como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el indio Narendra Modi o el indonesio Joko Widodo evidencia el deseo de las potencias industriales de mejorar la sintonía con estos países importantes en la definición del equilibrio de fuerzas global. La India claramente tiene un interés en cerrar filas con Occidente de cara a China, pero por múltiples razones es mucho más tibia de cara a Rusia. Brasil, por su parte, adopta una posición muy dispuesta a seguir estrechando lazos con Pekín, y un activismo como promotor de un proceso de paz en la guerra de Ucrania, que incluye declaraciones del presidente Lula que no provocan entusiasmo en Occidente.
Más allá de los actores principales del mundo no alineado, cabe notar que la presidencia japonesa también ha invitado a la Unión Africana, y que insiste en que es necesario canalizar de forma rápida y eficaz las ayudas para que los países en desarrollo puedan afrontar la transición climática.
Inteligencia artificial
Aunque no vaya a ser, en principio, uno de los asuntos a los que los líderes vayan a dedicar más tiempo, el grupo sí contempla intentar ir acercando posiciones en materia de regulación de la inteligencia artificial. Una sesión ministerial preparatoria celebrada a finales de abril entre los titulares de las carteras digitales concluyó que el grupo debería promover regulaciones centradas en los riesgos, pero esforzándose en no sofocar las posibilidades de desarrollo.
El grupo reconocía en esos trabajos preparatorios de la cumbre que la perspectiva central es la de regulaciones nacionales ―o comunitaria, en el caso de la UE―, pero la idea es fomentar una convergencia de criterios. Bruselas es activa en esta materia, igual que la Administración de Joe Biden, que ha mantenido recientemente reuniones con máximos ejecutivos de empresas líderes en este sector.
El comunicado final aclarará hasta qué punto de concreción los socios logran llegar. De todas formas, en los trabajos preparatorios se mostraba una disposición a seguir abordando la materia en el futuro. Se trata, pues, de los pasos iniciales de un recorrido en el que se manifiesta una voluntad de seguir avanzando. Como en otras áreas, las diferentes sensibilidades, como demuestran las medidas muy restrictivas adoptadas por el Gobierno italiano, muy diferentes de una actitud más de laissez faire de otros, auguran un camino difícil hasta alcanzar consensos sustanciales.
El riesgo nuclear
La sede de la cumbre, Hiroshima, es de por sí un mensaje. Sin duda, el G-7 se pronunciará con firmeza ante múltiples riesgos: las amenazas rusas y las norcoreanas, el fuerte desarrollo del arsenal atómico chino, y el programa atómico iraní. Este último apartado ha quedado bastante marginalizado en la agenda internacional, en parte por la urgencia de otras cuestiones. No cabe esperar en esto mucho más que palabras.
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