Irlanda convirtió el templo galés en un laboratorio de rugby total. El XV del Trébol, derrotado en sus últimas cuatro visitas a Cardiff en el Seis Naciones, firmó una de las mejores actuaciones de su historia reciente. No solo por el tamaño –la peor derrota (10-34) del XV del Dragón en el torneo como local desde 2001– sino por el estilo, con una delantera eléctrica y una defensa que no regala nada. Así se defiende un número uno del ranking mundial.
La delantera verde incendió las trincheras, el juego corto. El pastor fue Conor Murray, el medio-melé relegado por Jamison Gibson-Park, baja de última hora. Andy Farrell, que tampoco pudo contar con un pilar como Tadhg Furlong, ha cultivado una plantilla amplia. La primera media hora de Murray fue colosal, asistiendo a las embestidas de sus compañeros como si aquello fuese una fresadora. Irlanda ponía en juego casi el 80% de sus balones en menos de tres segundos, un frenesí.
El rugby es un examen de confianza, desde la decisión de asegurar tres puntos tirando a palos o perseguir el ensayo. Lo mismo ocurre en las fases estáticas, trámites como cazar el balón desde la banda o mantener en pie la melé. Irlanda salió a Cardiff con la autoestima por las nubes, el orgullo de cualquier terapeuta. El primer ensayo lo firmó Caelan Doris antes de los dos minutos tras una de esas asistencias de Murray. Después, el XV del Trébol rechazaba la patada a palos y percutía. Desbordados, los galeses trataban de parar la acción con faltas, pero fue inútil: otra marca frente a sus narices, esta vez de James Ryan.
El fuego corto marca la suerte del rugby porque salir del incendio implica riesgos enormes. Gales se estaba quemando en los placajes y buscó abrir el campo con pases largos. Uno de ellos, precisamente el de su apertura, Dan Biggar, acabó en intercepción y en cabalgada feliz hacia el ensayo de James Lowe. El marcador tras 28 minutos (3-27) pedía comprobar las banderas en busca de Italia, más protagonista (por desgracia) en estos lances. Pero no.
Warren Gatland no impuso su palmarés en su regreso al banquillo galés. Si de algo carece un proyecto en construcción –Gales ganó tres partidos de 12 en 2022– es de confianza. El XV del Dragón llegó a zona noble, pero no resolvió por dudas, como la internada de Biggar, que no terminó de lanzarse ni de ceder el oval. Irlanda no desmereció en defensa, con un granítico Hugo Keenan como zaguero, evitando ensayos cantados como el de Rio Dyer, que pateaba feliz hasta que apareció.
La guinda fue de Josh van der Flier, el delantero total: hábil de manos, rápido y con una envergadura imponente. El mejor jugador del mundo en 2022 culminó la última carga irlandesa. El cuarto ensayo vale un punto bonus clave, un punto con el que nadie cuenta cuando viaja a Cardiff. Su figura ya tutea a Jonathan Sexton, la leyenda irlandesa que se despedirá del Seis Naciones como máximo anotador si no pasa nada raro. El general espera en Dublín el sábado a Francia, que arranca hoy en Roma su defensa del título.
Escocia supera a Inglaterra
Escocia estuvo a la altura de la demostración irlandesa y retuvo la Copa Calcuta –el duelo anual ante Inglaterra que honra el nacimiento del rugby internacional– con el mismo punto bonus ofensivo (23-29). Tras pasar 38 años sin ganar en Londres, los escoceses repitieron en Twickenham su victoria de 2021 y la copa lleva en sus vitrinas cinco de los últimos seis años. Chafaron así el debut de Steve Borthwick como seleccionador inglés y agradaron la crisis de su rival, condenado por su débil defensa.
El culpable fue Duhan van der Merwe. Marcó el mejor ensayo de la noche, percutiendo por el centro y rompiendo los intentos de placaje ingleses: cualquiera tumba a un gigante de 1,93 en movimiento. Sin alardes, Inglaterra pasaba más tiempo en campo rival y sacó partido de su insistencia con dos ensayos de Max Malins. Su equipo administró una precaria ventaja con la que llegó a los últimos cinco minutos, pero apareció Van den Merve para exhibir su uno contra uno y lanzarse entre las camisetas blancas rumbo al ensayo. Tras poner la primera piedra para su primer título desde 1999, la tarea de Escocia es cumplir con la etiqueta de favorita la semana que viene en casa ante Gales. Su asignatura pendiente.
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