Israel y las milicias de Gaza mantienen este miércoles un alto el fuego tras una jornada de enfrentamientos a raíz de la muerte de Jader Adnan, un conocido preso palestino que pasó 86 días en huelga de hambre en protesta por su encarcelamiento. Aunque su viuda, Randa Musa, había pedido a “todos los grupos de la resistencia” palestina que no usasen las armas igual que su marido no lo hizo en vida, las milicias de la Franja lanzaron cuatro proyectiles tras el fallecimiento, a primera hora del martes. El ejército israelí atacó Gaza con tanques y el intercambio de fuego creció hasta culminar en el bombardeo aéreo israelí de la Franja y el lanzamiento de 104 cohetes y proyectiles de mortero contra Israel, de los que siete causaron daños personales o materiales. Un palestino de 58 años murió en los ataques y otros ocho resultaron heridos, ha señalado el Ministerio de Sanidad en la Franja. Israel no ha informado de víctimas mortales.
La tregua, en vigor desde las 4.00, hora local (una hora menos en la España peninsular), está siendo respetada, a excepción del lanzamiento puntual de un cohete. Es “recíproca y simultánea” y ha sido alcanzada gracias a la mediación de Naciones Unidas, Egipto y Qatar, según fuentes oficiales palestinas. “Celebro el restablecimiento de la calma en Gaza e Israel tras casi 12 horas de hostilidades. Agradezco a nuestros socios locales y regionales su compromiso. Si nuestros esfuerzos hubiesen fallado, habríamos corrido el riesgo de estar en medio de otra escalada mortal”, ha tuiteado el enviado de la ONU para Oriente Próximo, Tor Wennesland. Se desconoce lo pactado sobre uno de los puntos de tensión: la entrega del cadáver de Adnan, que Israel aún no ha efectuado.
1/ I welcome the restoration of calm in #Gaza and #Israel following nearly 12 hours of hostilities. I thank our local and regional partners for their engagement.
Had our efforts failed, we would risk be in the midst of another deadly escalation.— Tor Wennesland (@TWennesland) May 3, 2023
Israel no ha llegado a confirmar la existencia de la tregua, pero sus Fuerzas Armadas han anunciado a la población en torno a Gaza que puede continuar su rutina con normalidad y las escuelas han abierto desde primera hora, en una muestra de confianza en la solidez del alto el fuego. La ciudad de Sderot, situada a un kilómetro de la Franja y donde un cohete hirió el martes de gravedad moderada a un trabajador extranjero de la construcción, ha ido cobrando vida con el paso de las horas. Al mediodía aún se veían pocas personas en la calle y vehículos circulando. Gaza también ha recuperado la normalidad, con la reapertura de tiendas, colegios y edificios administrativos.
Esta madrugada, antes de la tregua, aviones y helicópteros israelíes de combate bombardearon posiciones vinculadas a Hamás, el movimiento islamista que gobierna Gaza. Israel considera que no participó activamente en el lanzamiento de cohetes, pero sí se lo permitió a los hombres de la Yihad Islámica, en el marco de una estrategia conjunta. Se trataba, entre otros, de centros de entrenamiento de sus fuerzas, un almacén de armas y un túnel, ha indicado el ejército en un comunicado.
Uno de esos bombardeos hizo volar decenas de metros un ladrillo hasta golpear el tejado de zinc de la habitación donde dormían Adam, de 16 años, y su padre, al que le cayó sobre el pecho una piedra grande que lo mató. “No podía respirar bien. Lo llevamos al hospital, donde dijeron que tenía una hemorragia interna y murió al amanecer”, explicó el hijo, citado por la agencia Reuters.
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A diferencia de agosto, cuando la Yihad Islámica mantuvo un breve enfrentamiento con Israel en el que murieron medio centenar de palestinos, las partes parecen haber querido evitar una escalada de violencia: Israel, con bombardeos puntuales y localizados, y las milicias de Gaza, con proyectiles solo contra la zona fronteriza, y no contra lugares más lejanos y poblados, como han hecho en guerras abiertas.
La jornada de enfrentamientos ―acompañada de manifestaciones y de una huelga general en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este― se produjo menos de un mes después de otro episodio de tensión. Originado por el asalto a la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén durante el mes sagrado de Ramadán, desembocó en el mayor intercambio de fuego en la frontera de Israel y Líbano desde 2006.
Muertos por huelga de hambre
Esta vez, la chispa ha sido la muerte de Adnan, cuya imagen se podía ver en vida en carteles y murales de los territorios palestinos. Con 44 años, en prisión por decimosegunda vez y a la espera de juicio desde febrero, ha sido el primer palestino desde 1992 en fallecer entre rejas por una huelga de hambre, y el único en una acción individual, según la Asociación de Presos Palestinos. Otros seis han perdido la vida por el mismo motivo desde 1970, principalmente por los daños que les produjo la alimentación forzosa, pero siempre en el marco de huelgas de hambre colectivas. Esta medida de presión es habitual entre los denominados por Israel “presos de seguridad”, es decir, palestinos encarcelados por acciones relacionadas con el conflicto. Suelen ser liberados cuando su salud se degrada notablemente.
Adnan había pasado ocho años en prisiones israelíes. La mayoría, en “detención administrativa”, una controvertida herramienta legal que permite prolongar la privación de libertad incluso durante años sin necesidad de presentar cargos y sin que el acusado, ni su abogado, sepan de qué se le acusa. Durante esos años, Adnan ya había hecho al menos otras tres huelgas de hambre.
En esta ocasión, estaba acusado de apoyo al terrorismo, pertenencia a organización terrorista e incitación a la violencia, en tanto que miembro de la Yihad Islámica, en la que participó en actividades políticas, no armadas. Considerada terrorista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea, la Yihad Islámica tiene más peso en Gaza que en Cisjordania, y es de las organizaciones más combativas gracias al armamento y la financiación que recibe de Irán.
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