Alma Ibarra se disputaba un título clave en su carrera. La boxeadora mexicana se enfrentaba a la actual campeona, la estadounidense Jessica McCaskill, en un combate en Canadá. Tras tres agresivas rondas, sentada en una esquina del cuadrilátero, Ibarra le suplicó a su entrenador que no quería seguir peleando. “No, no, no, yo quiero llegar viva a mi casa”, dijo la deportista en un momento inédito en este duro deporte, donde todavía está demasiado reciente la muerte a golpes de la mexicana Jeanette Zacarías.
Con un top donde se leía la palabra justicia y una bandana con el lema “Ni una más”, Alma Ibarra se presentaba el sábado ante su mayor oportunidad: convertirse en la única mexicana campeona unificada de boxeo. Los torneos de este deporte están regidos por varias entidades: el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y la Federación Internacional de Boxeo (FIB). Cada una tiene sus ganadoras, pero para ser campeona unificada debes serlo de al menos dos de ellas. Jessica McCaskill es ahora mismo la campeona indiscutible de todos ellos en el peso wélter, el peso intermedio. Y contra ella debía enfrentarse Ibarra.
Ibarra, de 34 años, podía sacar ventaja de su mayor estatura frente a la estadounidense. Sin embargo, el estilo poco ortodoxo y muy agresivo de McCaskill terminó asestándole varios fuertes golpes en el abdomen, que la obligaron a doblegarse y bajar la guardia. El combate tenía 12 rondas, pero al finalizar la tercera, mientras su entrenador Jorge Capetillo le ponía el protector bucal, Ibarra se desmoronó. Prácticamente en lágrimas, la deportista le ruega no volver al ring por temor a no recibir algún golpe que pusiera en peligro su vida.
Hace menos de un año que la boxeadora Jeanette Zacarías, de tan solo 18 años, moría tras una pelea también en Canadá. En septiembre, la joven se enfrentó a una deportista mucho más experimentada. En los últimos momentos, rendida, Zacarías apenas presentaba resistencia. El árbitro paró los golpes en el cuarto asalto, cuando ya era tarde. La boxeadora sufrió convulsiones, fue trasladada a un hospital y murió cinco días después. Su caso mostró la sordidez de una actividad siempre polémica y sacó a la luz sus negligencias. Zacarías iba a recibir uno 1.500 dólares por el combate, su primer compromiso fuera de México, cuando en su registro solo constaban dos triunfos y tres derrotas.
El entrenador de boxeo Jair Monroy, explicaba a EL PAÍS, que casos como el de Zacarías ocurren de forma muy frecuente. “Los manejadores y promotores arriesgan a la gente con la ilusión de ganar dinero. Una chica que quería salir de la pobreza la llevaron a pelear con alguien más fuerte por dinero”, dice. Hace un año, la púgil Saraí Arenas perdió un combate por nocaut en Cuernavaca (Morelos). Bajó del ring sin problema aparente, pero falleció a causa de las lesiones una semana más tarde.
Sobre la muerte de Jeanette Zacarías, Ibarra escribió: “Nadie nos obliga a entrar en ese ring. Pero hay muchísimas cosas que deben cambiar… Somos personas con familia que nos espera en casa y no deberíamos ser vistos solo con ojos de dinero”. Hay muchas diferencias entre las dos deportistas. Ibarra llegó este fin de semana al cuadrilátero con 10 victorias y solo una derrota en esta temporada y muchos años de experiencia a sus espaldas.
La deportista no se ha pronunciado todavía sobre su decisión en sus redes sociales, donde comparte, además de sus entrenamientos y combate, su compromiso con la causa feminista. Esta última pelea, que Ibarra no terminó, la comenzó dedicada a María Fernanda Contreras, Debanhi Escobar y Yolanda Martínez, las jóvenes asesinadas en abril y mayo en Nuevo León: “Soy el grito de las que ya no tienen voz”.
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