La Comunidad Iberoamericana, a la que muchos daban hace tiempo por muerta o inútil, se consolida. Pese a sus contradicciones y debilidades, la conferencia que agrupa a los 22 países de habla española y portuguesa en América y Europa ha celebrado este sábado una cumbre de jefes de Estado y Gobierno en Santo Domingo (República Dominicana) que hace la numero 28 desde la inaugural, celebrada en 1991 en Guadalajara (México). Y ya está fijada la próxima cita: será en Quito (Ecuador) el 29 de noviembre de 2024. En comparación, otras organizaciones mucho más ambiciosas han acusado los vuelcos del mapa político de la región: la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac), ha celebrado siete cumbres en sus 15 años de vida; y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) no se reúne desde 2014.
A Santo Domingo han acudido 13 delegaciones encabezadas por sus jefes de Estado o de Gobierno —tanto España como Portugal han estado representadas por partida doble, por su Rey o presidente; y por su primer ministro—, dos menos de los que acudieron a la última cumbre presencial antes de la pandemia, en Antigua (Guatemala) en 2018. La ausencia más clamorosa ha sido la de Andrés Manuel López Obrador. El presidente mexicano tiene alergia a viajar al extranjero, pero su ausencia evidencia también que no ha perdonado que Felipe VI no contestara a la misiva en la que le reclamaba disculpas por los excesos de la colonización de América. Solo así se explica que enviara a la cumbre al subsecretario para América Latina y no a un ministro, como los demás presidentes que faltaron a la cita.
El otro gran ausente de la cumbre ha sido el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pero, a diferencia de López Obrador, este se excusó alegando que tenía programado un viaje a China, aunque finalmente tuvo que cancelarlo por una neumonía, y envió a Santo Domingo al canciller Mauro Vieira para que lo representara. Tras el distanciamiento de su antecesor, Jair Bolsonaro, la comunidad iberoamericana confía en que Lula asuma un papel de liderazgo en la región y organice la cumbre de 2026, que hará la número 30.
Las demás ausencias eran las esperadas, desde la de la peruana Dina Boluarte, que no puede salir de su país sin permiso del Congreso; hasta el venezolano Nicolás Maduro, quien mantuvo hasta última hora la incógnita sobre su asistencia y, según su vicepresidenta Delcy Rodríguez, dio un falso positivo a la covid. La falta de cuatro de los seis mandatarios centroamericanos (Nicaragua, Panamá, El Salvador y Guatemala) obligó a cancelar el desayuno que tradicionalmente mantenía el Rey con todos ellos. Sí ha acudido la hondureña Xiomara Castro, única mujer en un plantel de mandatarios abrumadoramente masculino.
El éxito del foro radica en aceptar que, aunque los gobiernos iberoamericanos no piensan lo mismo y mantienen posiciones ideológicas contrapuestas, son conscientes de que comparten un destino común: “Somos todos pasajeros del mismo barco. Nadie se salva solo”, en palabras del argentino Alberto Fernández. A diferencia de lo que sucedía hace una década, la línea de ruptura ya no pasa solo por el eje izquierda-derecha o anticomunistas y bolivarianos. El chileno Gabriel Boric, representante de un gobierno de izquierdas, ha sido el más duro con “la dictadura familiar de [Daniel] Ortega y [Rosario] Murillo”. “La patria se lleva en la sangre, no se quita por decreto”, ha proclamado, tras advertir de que no se podía guardar silencio ante la decisión del régimen nicaragüense de privar de la ciudadanía a 200 expresos políticos y 94 exiliados. El canciller nicaragüense, Denis Moncada, le ha respondido con no menor dureza: “No debe utilizar a Nicaragua para ocultar su traición al pueblo chileno y su entrega al imperio norteamericano y sus aliados”, ha dicho a Boric.
El presidente español, Pedro Sánchez, no ha hecho alusión a este asunto en su discurso, aunque el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha vuelto a calificar de decisión “infame” la de convertir en parias a los opositores. Todos los mandatarios han hecho profesión de fe en la democracia, pero no todos la entienden de la misma manera. El colombiano Gustavo Petro ha reivindicado la legitimidad del peruano Pedro Castillo, encarcelado tras el autogolpe de diciembre, asegurando que debía haber estado en la cumbre. “Debería estar aquí. El golpe se lo dieron a él”, ha enfatizado. “Si Pedro Castillo no está aquí es porque dio un golpe de Estado. Si estuviera, tendrían a un dictador”, le ha contestado la ministra peruana de Exteriores, Ana Cecilia Gervasi.
Consenso
En la comunidad iberoamericana las decisiones se toman por consenso y eso obliga a complicados equilibrios. Las negociaciones para alcanzar una posición común sobre la invasión de Ucrania (que Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia y El Salvador no condenaron en la ONU) quedaron en un pacto de mínimos: una declaración que llama a alcanzar una “paz completa, justa y duradera en todo el mundo basada en la Carta de las Naciones Unidas, incluyendo los principios de igualdad soberana e integridad territorial de los Estados”, pero sin la menor mención a Ucrania. Algunos de los oradores sí lo han hecho, como Boric, que ha calificado la agresión rusa de “inaceptable” y ha contado que había hablado con el presidente ucranio, Volodimir Zelenski, para trasladarle su apoyo; mientras que Petro ha apostillado que “no se puede criticar una invasión si aplaudimos otra”. El mandatario colombiano ha puesto en un brete a España al plantear que el Sáhara Occidental sea admitido como observador de la conferencia iberoamericana, pero Albares ha esquivado el asunto alegando que “los Estados reconocidos internacionalmente” (lo que excluye al Sahara) tienen una vía para solicitarlo.
La falta de consenso ha impedido aprobar uno de los documentos previstos: el referido al diseño de una nueva arquitectura financiera internacional, al que se opuso Cuba y que por eso quedó eliminado de la lista de textos anunciada al inicio de la cumbre por el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand. Este sábado, durante la reunión de mandatarios, se ha acordado sustituir dicho documento por un comunicado de un solo párrafo en el que se destaca “la necesidad de una reforma estructural de la arquitectura financiera internacional, que permita un mayor flujo de recursos destinados al desarrollo sostenible y amplíe los límites de acceso que tienen los países de Iberoamérica en materia de financiamiento”. El texto critica los “sobrecargos en los préstamos” y aboga por contar con “instrumentos financieros innovadores, con condiciones que faciliten el endeudamiento sostenible”.
Lo que sí ha recibido luz verde ha sido el Plan de Acción de la Cooperación Iberoamericana 2023-26, la Carta de Derechos Digitales, la Estrategia de Seguridad Alimentaria y la Carta Medioambiental o Pacto Verde. Todos los mandatarios han advertido de los riesgos que conlleva el cambio climático para la región, pero también la oportunidad que supone para avanzar hacia una integración económica hasta ahora inexistente (según la CEPAL, el comercio intrarregional solo representa el 19,2% del total). “Nuestra unión es más retórica que otra cosa. La de Europa es concreta, la nuestra discursiva. Hablamos mucho pero poco hacemos por la integración verdadera”, ha reconocido Petro. Por el contrario, Felipe VI ha subrayado que la Comunidad Iberoamericana ha tomado vida propia y ya no depende solo de las cumbres organizadas por los gobiernos, sino que se apoya en una tupida red de observatorios, encuentros y foros de la sociedad civil.
El presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, ha puesto sobre la mesa la caótica situación de Haití y ha subrayado que la responsabilidad de afrontar el problema corresponde a toda la comunidad internacional y no exclusivamente a la República Dominicana. El anfitrión de la cumbre, el dominicano Luis Abinader, le ha agradecido la mención y ha apostillado: “No hay otra manera de ayudar a Haití que ir a pacificar Haití”. En la denominada Declaración de Santo Domingo, los mandatarios expresan su “profunda preocupación por el progresivo deterioro de la situación de seguridad pública y humanitaria” en Haití, reconocen los “ingentes esfuerzos desplegados por el Gobierno dominicano”, en lo que constituye un espaldarazo a la política de Abinader, y hacen un llamamiento a la comunidad internacional para “encontrar una salida a esta compleja crisis, con la anuencia y participación de Haití”, pero sin mencionar una fuerza de pacificación.
El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha confirmado que la UE presentará un paquete de inversiones estratégicas para la región en la cumbre con la CELAC prevista para el 17 y 18 de julio en Bruselas. Con el objetivo de prepararla ha acudido como invitado a Santo Domingo el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, quien, en su discurso ante los mandatarios, les ha instado ha aprovechar la Presidencia española de la Unión, en el segundo semestre de este año, para “aprobar algunas asignaturas pendientes” en la relación entre ambos bloques, en referencia a la revisión de los acuerdos de asociación y libre comercio con México y Chile y a la firma de un nuevo pacto con Mercosur. En el segundo semestre de este año, se celebrará en Ecuador un foro migraciones, un problema que afecta directa o indirectamente a todos los países de la región, como ha quedado de manifiesto en los debates entre los mandatarios.