La Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo (República Dominicana) concluyó el sábado por la noche con un mensaje central de cohesión que afianza el camino hacia la integración regional y un acercamiento entre las dos orillas del Atlántico. El XXVIII encuentro de los 22 países de la comunidad mostró la vocación de este foro frente a otras conferencias internacionales más condicionadas por el corsé de la diplomacia. El debate evidenció profundos choques ideológicos y hubo incluso cruces de acusaciones entre países latinoamericanos. Pero lo esencial fue el consenso de todos los integrantes sobre una serie de instrumentos que consolidan la alianza. La llamada Declaración de Santo Domingo adopta tres de los cuatro documentos previstos: sobre cambio climático, seguridad alimentaria y digitalización. La paz, aun sin mención directa a la invasión rusa de Ucrania, la grave crisis de Haití y la migración fueron otros retos de fondo.
El secretario general iberoamericano, el diplomático chileno Andrés Allamand, llamó a “mantener Iberoamérica como espacio privilegiado para el diálogo, la articulación política, el consenso y la cooperación”. Bajo ese paraguas, la discusión de presidentes, jefes de Estado, vicepresidentes y cancilleres puso de manifiesto la idea de que puede prosperar el diálogo y ensayarse una unidad a pesar de las diferencias.
En la cumbre se cayó por ejemplo un importante acuerdo sobre la reforma de una arquitectura financiera internacional y el acceso al crédito, frustrado por la oposición de Cuba, cuyo mandatario, Miguel Díaz-Canel, cargó contra las “burbujas del capitalismo financiero”. Sin embargo, la comunidad de países iberoamericanos se emplazó a seguir intentándolo, con vistas a la próxima cumbre que se celebrará el 29 de noviembre de 2024 en Quito, y emitió un breve comunicado que destaca “la necesidad de una reforma estructural de la arquitectura financiera internacional, que permita un mayor flujo de recursos destinados al desarrollo sostenible y amplíe los límites de acceso que tienen los países de Iberoamérica en materia de financiamiento”. El texto cuestiona los “sobrecargos en los préstamos” y apuesta por adoptar “instrumentos financieros innovadores, con condiciones que faciliten el endeudamiento sostenible”.
La invasión de Rusia en Ucrania era otra de las discusiones que sobrevolaba indirectamente la cumbre. El presidente de Chile, Gabriel Boric, la condenó abiertamente en su intervención, calificándola de “inaceptable”. No obstante, lograr una posición unánime y explícita, en un foro en el que además de Cuba participan países como Nicaragua, Venezuela, Bolivia y El Salvador, que no condenaron la ofensiva del presidente ruso, Vladímir Putin, en la ONU, era una tarea ardua. Todo quedó así en un pacto de mínimos a través de las referencias a la paz en el tablero internacional. En ella todos se comprometen a trabajar por “la paz completa, justa y duradera en todo el mundo”, respetando “los principios de la Carta de las Naciones Unidas, incluyendo los principios de igualdad soberana e integridad territorial de los Estados, que contribuirá, además, a poner fin a los efectos adversos de las guerras, incluidas las pérdidas de vidas humanas, las crisis de seguridad alimentaria, financiera, energética y medioambiental”.
La manera de ayudar a Haití
La crisis humanitaria de Haití, un país que linda precisamente con República Dominicana, que está acorralado por las bandas criminales y que se hunde en un torbellino de corrupción, miseria y ausencia del Estado, era una urgencia ineludible en la cita de Santo Domingo. La situación, agravada por el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, llevó al Gobierno local, encabezado por Luis Abinader, a pedir apoyo. “No hay otra manera de ayudar a Haití que ir a pacificar Haití”, manifestó. El mandatario de Costa Rica le echó un capote durante el debate con un llamamiento a la responsabilidad internacional. El párrafo incluido en la declaración final reconoce la necesidad de una movilización multilateral, aunque no menciona una fuerza de pacificación. “Hacemos un llamado para que la comunidad y los organismos internacionales aúnen esfuerzos que permitan encontrar una salida a esta compleja crisis, basados en los principios de solidaridad y cooperación internacional, con la anuencia y participación de Haití”, señala el texto.
En la cumbre participaron 13 delegaciones encabezadas por sus jefes de Estado o de Gobierno —en el caso de España y Portugal estaban representadas por partida doble, por el Rey, el presidente y por su primer ministro, respectivamente—, tres vicepresidentes, cinco cancilleres y solo México delegó la defensa de sus posiciones en un director general de la Secretaría de Relaciones Exteriores. La ausencia más significativa fue precisamente la de Andrés Manuel López Obrador, cuyo Gobierno tampoco envió al canciller como a otros encuentros internacionales. Luiz Inácio Lula da Silva se excusó por tener programado un viaje a China, que finalmente quedó aplazado por una neumonía. Y Nicolás Maduro, como viene siendo habitual, mantuvo hasta el final la incógnita sobre su asistencia, finalmente cancelada por la sospecha de contagio de covid-19.
Las migraciones, el desafío que afecta a todos
Todos los mandatarios, presentes y ausentes, tienen que afrontar a diario un desafío que interpela a toda la región: las migraciones. La mayoría de los más de siete millones de venezolanos que se fueron en busca de oportunidades se instaló en países latinoamericanos, principalmente Colombia, Perú, Chile y Ecuador. Entre Colombia y Panamá, cientos de personas arriesgan a diario su vida cruzando la selva del Darién, uno de los territorios más inhóspitos y peligrosos del planeta. En las fronteras sur y norte de México se acumulan miles de migrantes, mientras la Corte Suprema de Estados Unidos tiene pendiente una decisión sobre el llamado Título 42, una medida que permite las devoluciones en caliente a México. La Declaración de Santo Domingo aboga por una “migración segura, ordenada y regular”, pero al mismo tiempo llama a buscar “mecanismos que garanticen una adecuada gestión de los flujos migratorios, procesos de regularización migratoria ágiles y accesibles, la inserción socioeconómica de los migrantes, el apoyo a las comunidades de acogida y la lucha coordinada contra el crimen transnacional organizado”. Con estas premisas, en el segundo semestre de este año se celebrará en Ecuador un foro sobre migraciones.
Borrell: un año “clave” para las relaciones entre Europa y América Latina
El alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, participó en la XXVIII Cumbre Iberoamericana en calidad de invitado especial. Borrell recordó en su intervención que este 2023, que en el segundo semestre coincidirá con la presidencia española del Consejo de la UE, será un año “clave” para las relaciones entre Bruselas y América Latina. Indicó que tanto la cita de Santo Domingo como la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) prevista para el próximo mes de julio transmiten “un potente mensaje y muestran nuestra voluntad de mayor colaboración”. “Será la primera cumbre de la UE y la Celac desde 2015. Algo hemos hecho mal para que tanto tiempo haya pasado sin que compartamos una reflexión común”, afirmó.