Mientras el ministro Félix Bolaños ve cómo el equipo de protocolo de la Comunidad de Madrid le impide el acceso a la tribuna que preside el desfile del Dos de Mayo, otra bronca empieza a retumbar en las cercanías de la Puerta del Sol. Pasa este martes, mientras Isabel Díaz Ayuso, la presidenta regional, reúne en la Real Casa de Correos, sede del Ejecutivo autonómico, a la flor y nata de la política madrileña. De puertas adentro corren de mano en mano las cervezas, los vinos y los canapés. Y de puertas afuera, bajo el sol de mayo, se desgañitan, dolidos, hartos, desesperados, decenas de vecinos de San Fernando de Henares, un municipio de 40.000 habitantes al este de la región. Este es su problema: la llegada de la línea 7B de Metro, en 2007, alteró el subsuelo donde se asientan sus casas, llenando de grietas centenares de viviendas, obligando a derribar una cincuentena y provocando el desalojo de 84, según datos del Ayuntamiento.
“Casas hundidas y vidas rotas”, se lee en un cartel. “Ayuso, hundes vivienda y sanidad”, en otro. Retumban las consignas lanzadas por decenas de personas contra las paredes de los edificios de la calle Arenal, hasta donde se ha expulsado la protesta (inicialmente autorizada en la Puerta del Sol) para que no coincida con los actos del Dos de Mayo. Y hay momentos de tensión. Y de angustia. Y de nervios. Los vecinos quieren pasar a la plaza, hasta donde llega el atleta Fernando Cáliz, enfermo de párkinson, que ha dado la vuelta al perímetro de la Comunidad de Madrid para “dar visibilidad” a los afectados de la línea 7B, un recorrido de más de 700 kilómetros que inició el 23 de abril. Pero la policía no les deja.
“Nos sentimos hastiados de ver cómo nuestro municipio se hunde, de recibir llamadas de vecinos que tienen grietas y de que no se esté haciendo nada fuera de la zona cero”, cuenta Alejandro Escribano, portavoz de la Plataforma de Afectados por el Metro L7B, sobre las inyecciones de mortero de cemento que ha hecho la Comunidad en 10.000 metros cuadrados para intentar asentar los terrenos. “Es denigrante”, se queja. “La gente está cansada, pero con ganas porque está cabreada: hay 24 familias durmiendo en un parque en San Fernando”, añade.
“Estamos agotados”, reconoce Juan, uno de esos vecinos que duermen prácticamente al raso, ya que se turna en la tienda de campaña con su mujer y su hijo desde hace 20 días. “¡Esto es muy duro!”, prosigue, pues aún discuten la Administración y los vecinos a cuánto deben ascender las indemnizaciones patrimoniales que merecen porque el Metro haya roto sus vidas. “Nos han dejado en la calle. No tenemos recursos. Es incomprensible que una Comunidad tan rica nos tenga así, sobre todo cuando sabe que somos la punta de flecha, porque detrás habrá más afectados”.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
El problema nace en 2007, cuando la entonces presidenta regional, Esperanza Aguirre (PP), celebra la inauguración de la línea 7B, hecha a toda prisa para que se estrene justo antes de las elecciones. Quince años después, ese trayecto ha sido cerrado hasta nueve veces por reparaciones, lo que ha resultado en un total de más de tres años sin prestar servicio. En paralelo, hay cientos de vecinos que han visto cómo sus casas dejaban de ser habitables. Y muchas familias siguen viviendo entre grietas, ruidos tenebrosos y el miedo permanente a que se les caiga el techo encima, pese a las inversiones millonarias de la Comunidad en la zona para intentar arreglar un problema que no para de crecer.
De ellos se acuerdan este martes algunos políticos mientras se ocupan de sus cosas en el inmenso patio de granito que está en el corazón de la Real Casa de Correos. Ahí está, por ejemplo, el candidato del PSOE a la presidencia regional, Juan Lobato, que se hace acompañar por el alcalde de la localidad, Javier Corpa, también socialista, para visibilizar el problema en medio del acto institucional. Porque Corpa no habla. Pero Corpa está. Y eso es suficiente, porque viste un chaleco reflectante naranja con el símbolo de la asociación de afectados. Su protesta es al mismo tiempo silenciosa y ruidosa. Porque entre tanto traje, tanta lentejuela, tanta corbata, y tanto mensaje de marketing político, ese naranja duele en los ojos como solo puede doler la realidad y el drama del vecino que duerme en la calle.
“Lo he hecho porque es el día de los madrileños, y hay madrileños a los que se los ha intentado silenciar y que tienen un problema de los más graves de la región sin que la Comunidad los escuche”, explica Corpa. “Se nos ha dicho que los vecinos son violentos, que han cobrado cuantiosas indemnizaciones, lo que es falso, y era un día para visibilizar su situación”.
Una línea reivindicativa que también mantiene Alejandra Jacinto, la candidata de Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, que luego también apoya a los vecinos en la manifestación, como Pepe Álvarez, de UGT, y sindicalistas de CC OO Madrid.
“Este Dos de Mayo se podría haber condecorado a los vecinos de San Fernando de Henares; sin embargo, se les ha prohibido concentrarse en la Puerta del Sol mientras que sí se ha autorizado una caseta propagandística del Partido Popular”, sostiene Jacinto aún en la Real Casa de Correos. Y luego, ya en la calle, añade: “Los vecinos de San Fernando reclaman una vivienda digna y una indemnización justa después de la chapuza electoral de Esperanza Aguirre, que ahora consuma Isabel Díaz Ayuso”.
Todo eso ocurre el mismo día que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, intenta acceder al palco que preside el desfile cívico-militar del Dos de Mayo; en la misma jornada en que Begoña Villacís, líder de CS, viste un abrigo con una reivindicación escrita (”Esta Villa ni se rinde ni se entrega”); o en las mismas horas en las que Luis Cueto, de Recupera Madrid, se queja entre aspavientos de que la vicealcaldesa hable mientras él interviene ante la prensa, y le despiste al personal. Porque mientras los políticos sufren por lo suyo, fuera, los vecinos de San Fernando sufren por lo de todos.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter sobre Madrid
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites