Mientras el Pentágono se afana en aplicar la estrategia de contención de daños, el Departamento de Justicia de EE UU ha abierto una investigación sobre la filtración de documentos militares y de inteligencia, en buena parte relacionados con la guerra de Ucrania, en Internet. Las derivadas de la filtración se multiplican, enfrentando aún más si cabe a Ucrania con Rusia, y viceversa, además de exponer vulnerabilidades y debates en el seno de países aliados de EE UU. Uno de los más estrechos, Israel, se ha visto también aludido por la revelación del supuesto papel del Mosad, el servicio de espionaje exterior, como motor de las protestas contra la reforma judicial del Gobierno de Benjamín Netanyahu. Las relaciones de EE UU e Israel atraviesan desde hace semanas uno de sus momentos más tensos.
Desde que se conociera la filtración, el viernes pasado, se han sucedido las revelaciones. La enésima tiene que ver con el posible ataque por parte de un grupo de piratas cibernéticos rusos a infraestructura energética en Canadá, de la que depende parcialmente el suministro a EE UU. La acción de los hackers, bajo la supuesta dirección del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, en sus siglas rusas; heredero del KGB), podría haber comprometido la dirección IP de una red canadiense de gasoductos en febrero y causado daños a su infraestructura, según documentos filtrados del Pentágono.
Las filtraciones contienen proyecciones sobre el rumbo de la guerra de Ucrania y la capacidad real de los dos Ejércitos enfrentados, no demasiado halagüeña en ambos casos; planes de combate ante una supuesta ofensiva de primavera, pero también informes secretos de inteligencia que afectan a aliados de EE UU, y han sido divulgadas desde el mes pasado en Twitter, Telegram (un servicio de mensajería equivalente a WhatsApp popular en Rusia), Discord, 4Chan y otras redes sociales. Es una de las más graves desde la publicación por WikiLeaks de más de 700.000 cables diplomáticos en 2013.
El Pentágono declaró el viernes que estaba “revisando activamente el asunto” y que había remitido el caso al Departamento de Justicia, por lo que la investigación se halla en sus primeros compases. Funcionarios estadounidenses dijeron a The Washington Post que algunos documentos habían sido manipulados, apuntando a una probable autoría rusa, pero que muchos otros eran coherentes con los informes de la CIA World Intelligence Review que comparten al más alto nivel la Casa Blanca, el Pentágono y el Departamento de Estado.
Los analistas de defensa afirman que una filtración de este tipo favorece el relato y la propaganda de Moscú al demostrarse hasta qué punto la inteligencia estadounidense ha logrado penetrar en el aparato militar ruso, según medios locales. Otros documentos, validados en principio por los investigadores federales, encierran información sobre el debate interno en Gobiernos aliados de EE UU como Corea del Sur, sometida a la presión de EE UU para que proporcione proyectiles de artillería a Ucrania, según el diario The New York Times.
Uno de los principales aliados de EE UU, Israel, también se ha visto alcanzado por las relevaciones, en un momento de acusada inestabilidad interna y también exterior. El Mosad (espionaje exterior) ha desmentido categóricamente la información contenida en uno de los documentos, etiquetado como Top Secret y actualizado el 1 de marzo, que acusa al servicio de inteligencia de alentar las protestas contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su polémica reforma judicial, ahora en suspenso. La movilización, que desde hace tres meses ha sacado a la calle a decenas de miles de israelíes, provocó fricciones en el seno del Gobierno y críticas por parte de instituciones tales como la presidencia del país y el Ejército.
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Buena relación con Putin
La oficina del primer ministro Netanyahu se ha visto este domingo obligada a salir al paso de la información, negando rotundamente cualquier participación de agentes del Mosad en las movilizaciones contra los planes de su Gobierno. Sin embargo, el desmentido arroja más leña al fuego de las diferencias entre los dos aliados, especialmente tras las críticas del presidente Joe Biden a la reforma judicial que anima Netanyahu. Otro de los documentos publicados apunta a la presión de Washington al Gobierno israelí para proporcionar armas letales a Ucrania, en contra de la actual política del Estado judío y con riesgo de dinamitar el equilibrio de Netanyahu con el presidente ruso, Vladímir Putin.
La filtración de los papeles del Pentágono, aún incipiente a juzgar por el goteo de revelaciones, es ya una caja de los truenos. Los detalles de los planes militares y de espionaje son pormenorizados, como las defensas aéreas de Ucrania o los flancos débiles de los Ejércitos ucranio y ruso, por lo que los expertos creen que fueron filtrados por un estadounidense y no por un aliado. Otros asuntos reflejados en los documentos se refieren también a China, Oriente Próximo y África. “La atención [de los investigadores] apunta a que se trata de una filtración estadounidense, ya que muchos de los documentos sólo estaban en manos de EE UU”, ha declarado Michael Mulroy, un ex alto funcionario del Pentágono, a la agencia Reuters.
Para el rumbo de la guerra de Ucrania, lo más inquietante son los informes de inteligencia militar, con estimaciones de bajas en el campo de batalla que parecen haber sido alteradas para minimizar las pérdidas rusas. Uno de esos documentos no está clasificado aunque incluye información de alto secreto. Algunos archivos están marcados como NOFORN, es decir, que no pueden ser entregados a extranjeros. Otro archivo, del 23 de febrero y marcado como secreto, describe cómo los sistemas de defensa aérea S-300 de Ucrania se agotarían el próximo 2 de mayo al ritmo de uso actual.
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