Los sistemas de chat basados en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial (IA)ChatGPT o Bing conectan a seres humanos y ordenadores. Generan contenidos como textos, análisis de datos o programación informática a través de diálogos en formato pregunta-respuesta. Al preguntarle qué son, respondió: “ChatGPT y Bing son sistemas de procesamiento de lenguaje natural basados en inteligencia artificial que utilizan algoritmos y modelos de aprendizaje automático para comprender, analizar y generar lenguaje humano.”
Según Google, ChatGPT llegó al pico máximo de popularidad en internet en tan solo tres meses. Captó 100 millones de clientes en un mes. Vino para quedarse y puede ayudarnos. Por ejemplo, consulta y conecta velozmente volúmenes de datos como los humanos no podemos hacer. No obstante, además de virtudes y oportunidades, hay riesgos.
Imaginemos lo manipulables que muchas personas serían si ingenuamente creyeran relacionarse con un oráculo
ChatGPT es una caja negra. No es transparente. No cita sus fuentes, aun bajo demanda, obstaculizando conocer el rigor de sus respuestas. ¿Cuáles son sus sesgos? ¿Cómo prioriza determinadas relaciones de poder, datos, conocimientos, idiomas y culturas? ¿Antepone la percepción anglosajona? ¿Se reforzarían los patrones de cuestionable sostenibilidad de las esferas dominantes, homogeneizando el mundo todavía más? ¿Quiénes tienen poder para controlar la IA? ¿Se centralizaría, aún más, el poder? ¿Conseguirían los gobiernos regular la IA a tiempo?
Los referentes en inteligencia artificial como Max Tegmark, presidente del Instituto del Futuro de la Vida del MIT; Stwart Russell, profesor de Ciencia de la Computación en UC Berkeley; o Eric Schmidt, ex CEO de Google (2001-2011) significativamente coinciden: el futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad de comprender ese tipo de cajas negras, controlarlas, implantarles transparencia, rigor, ética y propósitos humanísticos. Priorizar el lucro sería catastrófico.
El informe The Good Tech advierte sobre las amenazas de los que se lucran con la tecnología manifestando mejorar el mundo. En similar línea, según la profesora emérita de Harvard Shoshana Zuboff, hay tecnologías reforzando convicciones y sesgos para controlar clientes y lucrar con sus datos y likes. Muchísimas personas ya asumen contenidos sesgados por la tecnología como verdad absoluta. Por ejemplo, Facebook (Meta) y Cambridge Analytica manipularon a 50 millones de votantes en las elecciones de Estados Unidos (2016).
Este control mina la capacidad de comprender las ideas de quienes piensan diferente, polariza, menoscaba la calidad democrática de nuestros sistemas y amplía la insustentable inequidad social. La falta de transparencia, rigor y capacidad crítica ya comprometen nuestra sostenibilidad y capacidad de debatir.
Imaginemos lo manipulables que muchas personas serían si ingenuamente creyeran relacionarse con un oráculo. Hace una semana, Bing (Microsoft) sugirió a un periodista de The New York Times que cambiara a su esposa por Bing. ¿Cómo puede influenciar esto a las relaciones interpersonales si rigor y capacidades críticas escasean?
IA y sostenibilidad
La relación entre IA y sostenibilidad es directa. La primera es una oportunidad, y uno de los mayores riesgos, para la sobrevivencia en armonía del ser humano. Dialogué al respecto con ChatGPT y esto fue lo que respondió:
Paradójicamente, la inteligencia artificial nutre los debates con dudas y preguntas más trascendentales que sus respuestas. ChatGPT responde poder ser una herramienta para la sostenibilidad. Su impacto dependerá de nuestra capacidad para comprender sus sesgos. Por ejemplo, al preguntarle, con un intervalo de dos semanas, sobre sus impactos en la sostenibilidad, su respuesta cambió drásticamente. Pasó a incluir sus enormes impactos medioambientales y excluyó su riesgo crucial: su opacidad y sus sesgos. Cuanto más aprendamos a entender la IA, más podremos gestionar riesgos y orientarla a la sostenibilidad de la vida.
Una agenda de debate necesaria
Necesitamos debates que nos conduzcan a terrenos comunes donde evaluar oportunidades y riesgos de la IA para nuestra sociedad. Estos terrenos deben ser espacios integradores, no polarizadores, que fomenten la colaboración genuina entre diferentes experiencias, conocimientos y culturas. Así, y controlando la IA, podríamos cocrear proyectos comunes de sociedad que transformen hacia una sostenibilidad más auténtica: basada en criterios sociales, medioambientales, e impulsora de una economía a servicio de las personas.
La IA podría contribuir con esta transformación si particularmente la educación, pasara a involucrar e inspirar a los estudiantes para colaborar de verdad y adoptar criterios sociales al tomar decisiones. Desde una perspectiva sistémica, la educación es la palanca de cambio. ¿Qué están aprendiendo los alumnos a sostener, y para quiénes?
La nueva educación
El MIT publica Robot-Proof: Higher Education in the Age of Artificial Intelligence (Joseph Aoun) bajo una iniciativa para reimaginar la educación. Revela que la educación tiene dos responsabilidades y oportunidades principales: prepararnos para no volvernos obsoletos y contener las crecientes insostenibilidad y desigualdad social aceleradas por la IA. El MIT recomienda repensar los planes formativos, adoptar el aprendizaje a través de la experiencia (Experiential Learning) para acercar los alumnos al terreno e integrar el aprendizaje permanente (Longlife Learning) en el propósito académico.
Según Google, ChatGPT llegó al pico máximo de popularidad en internet en tan solo tres meses. Captó 100 millones de clientes en un mes
Esa nueva educación sobre el terreno debe pasar a reforzar lo que nos diferencia de la IA: habilidades creativas y de interacción interpersonal para establecer diálogos de calidad, colaborar en equipo, empatizar, pensar sistémicamente, conectando ideas diversas, o tener agilidad cultural y global. Debe enseñar a interactuar con la tecnología crítica y rigurosamente, considerando sus sesgos y niveles de redes neuronales. Hay que manejar la información producida desde una posición de autonomía, control, transparencia y sostenibilidad auténtica.
De forma práctica, por ejemplo, es esencial comprender los prompts —cómo formular preguntas y dar instrucciones—, que son elementos de interacción entre humanos e IA. Así obtendremos respuestas más precisas y diferenciadoras. De hecho, el prompter podría ser una profesión emergente. Además, es fundamental aprender a configurar los parámetros. En ChatGPT la temperatura marca el grado de creatividad de las respuestas generadas, los tokens miden y controlan el uso del modelo de lenguaje.
Transformar demanda cuestionar metodologías, marcos y herramientas preexistentes. Requiere actuar creativamente fuera de patrones preestablecidos, adoptando aproximaciones aparentemente irracionales y desestructuradas. Aprender a colaborar con la IA para sostener la vida puede ser fascinante y depende de nosotros.
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