Cuando arrancó la noche de los Oscar se pensaba que una película iba a arrasar en su 95ª edición. No ha sido una sino dos cintas las que han dominado de principio a fin la velada grande de Hollywood. Todo a la vez en todas partes ha culminado un viaje que la ha llevado desde el festival alternativo South by Southwest a convertirse en un fenómeno de audiencia que ha conseguido siete estatuillas de 11 nominaciones. Esto la coloca al mismo nivel que clásicos como El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia, Patton y El golpe. Entre los siete estaban, además de mejor película, los premios de dirección y mejor actriz: la malasia Michelle Yeoh se ha convertido en la segunda mujer no blanca que obtiene el Oscar. La alemana Sin novedad en el frente, adaptación cinematográfica del clásico antimilitarista de Erich Maria Remarque, ha sorprendido conquistando cuatro galardones.
La noche pronto dejó claro que Todo a la vez en todas partes iba a triunfar. El segundo y tercer premio de la gala fueron a parar a manos de los actores de reparto de esta película de ciencia ficción. Él, Ke Huy Quan, comenzó siendo un niño actor que logró fama apareciendo en Indiana Jones y el templo maldito y Los Goonies, pero cuya trayectoria se truncó ante la dificultad de encontrar buenos papeles para un asiático. Ella, Jamie Lee Curtis, hija de dos leyendas de Hollywood, Janet Leigh y Tony Curtis, lleva décadas de trayectoria. Después de 45 años huyendo del psicópata de la serie de horror Halloween, Curtis logró su primera nominación y el reconocimiento de sus pares. “A los cientos de miles de personas que han visto mis películas de terror, hoy hemos ganado un Oscar. A mis padres, quienes fueron nominados en diferentes categorías, hoy hemos ganado un Oscar”, dijo una emocionada Curtis, de 64 años.
Si había dudas de que esta era la ceremonia de los regresos, estas quedaron despejadas ya desde el arranque de la gala con uno de los primeros chistes del presentador, el comediante Jimmy Kimmel. Este recordó que dos actores de El hombre de California, una película de 1992 destrozada por la crítica (tiene 15% en Rotten Tomatoes), estaban nominados al Oscar 30 años después, Brendan Fraser y Ke Huy Quan. Los dos han ganado. Fraser fue en aquella década uno de los rostros más presentes en comedias ligeras, pero este domingo ha borrado aquel pasado para recoger su primer Oscar por su papel protagonista en La ballena, una obra de teatro llevada al cine por Darren Aronofsky. “Comencé en esto hace 30 años, pero tenía una facilidad que no aprecié hasta que paré. Gracias por esta indulgencia”, ha señalado Fraser. Su triunfo subraya también el éxito del estudio A24, el mismo que produjo Todo a la vez en todas partes. “Voy a tener que buscar trabajo después de esto”, bromeó el actor minutos después en la sala de prensa.
El sueño americano
“Los sueños son algo en lo que hay que creer. Yo casi me doy por vencido. Por favor, sigan soñando”, dijo Quan, nacido en Saigón en 1971. Esta noche recordó aquellos orígenes en uno de los discursos más emotivos. “Mi viaje empezó en un bote, viví un año en un campo de refugiados y de alguna forma he acabado aquí, en el mayor escenario de Hollywood. Dicen que historias así solo suceden en las películas. No puedo creer que me esté pasando. Esto es el sueño americano”, indicó entre lágrimas.
Dicho sin atisbo de nostalgia, los Oscar ya no son lo que eran. La ceremonia ha dejado claro que la industria se ha abierto a los cambios generacionales. “Esto es histórico”, ha dicho Michelle Yeoh, que se ha convertido en la primera asiática que conquista la categoría de mejor actriz y la segunda persona no blanca en hacerlo desde que Halle Berry lo lograse por Monster’s Ball. Berry le entregó esta noche su premio. “Señoras, no dejen que nadie les diga que su mejor época ya pasó”, bromeó Yeoh, de 60 años, quien vio despegar su carrera en el cine de artes marciales de Hong Kong. Cuando llegó a Estados Unidos, para sumarse a una entrega de James Bond, El mañana nunca muere (1997), encontró que las oportunidades eran escasas. Muchos consideran que hoy se resarce una injusticia, pues no fue nominada por su actuación en Tigre y dragón.
Yeoh no fue la única asiática que triunfó: M. M. Keeravaani y Chandrabose ganaron mejor canción con Naatu Naatu, de la epopeya india de tres horas de duración RRR. Es el primer tema de ese país asiático que gana en la categoría. Y lo hizo en una donde competían Lady Gaga, Rihanna, Diane Warren y David Byrne, el líder de Talking Heads. Precisamente el número musical de la producción india fue el más aplaudido de la noche.
Steven Spielberg pasó la noche sin levantarse de su silla, viendo cómo su película más personal, Los Fabelman, se iba de vacío. El premio de dirección ha sido para un dúo, los Daniels (Daniel Kwan y Daniel Scheinert), dos compañeros de escuela en Boston que comenzaron su carrera haciendo vídeos musicales. “Ustedes son nuestros héroes. Esto es muy extraño”, dijo Kwan, de 35 años, después de imponerse a los otro cuatro nominados. Entre ellos el padre de E.T., quien hoy buscaba empatar a Frank Capra y Billy Wilder. Todo a la vez en todas partes tiene hoy tantos Oscar como La lista de Schindler.
Los Daniels se quedaron con el premio a mejor guion original, mientras que Sarah Polley ganó en el apartado de libreto adaptado por Ellas hablan. “Mi síndrome de impostor está a tope”, bromeó Kwan, hijo de inmigrantes taiwaneses, cuando trataba de buscar palabras tras recibir su primer premio de la noche. Él y Scheinert se convierten en el primer dúo que gana un premio de dirección desde 2007, cuando lo hicieron los hermanos Joel y Ethan Coen (No es país para viejos), otra pareja a la que sobra excentricidad y que también son conocidos por su cine desbordado.
Y hablando de directores oscarizados, el mexicano Guillermo del Toro obtuvo esta noche su tercera estatuilla gracias a su versión más personal de Pinocho, producida por Netflix.
La ceremonia tuvo un momento político con el triunfo de Navalny en la categoría de documental. La cinta del canadiense Daniel Roher captura la persecución, envenenamiento incluido, del opositor de Vladímir Putin. “Mi marido está en prisión por decir la verdad, por defender la democracia. Sueño con el día en que seas libre y que nuestro país sea libre”, dijo en el escenario Yulia Navalnaya, la esposa del político, quien lleva más de 750 días en confinamiento solitario. Roher usó la tribuna para decir que no hay que temer levantarse en contra de dictadores y tiranos. La Academia estadounidense, sin embargo, rechazó por segundo año consecutivo incluir en la ceremonia un mensaje del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, tras un año de guerra. El mandatario, en cambio, sí pudo dirigirse a la audiencia en los Globos de Oro y en el festival de Berlín.
Alemania ganó a lo grande con su primera adaptación cinematográfica de la novela de Remarque, publicada en 1929. Al año siguiente, Hollywood ya la había llevado a la pantalla. La película de Lewis Milestone, que tenía el mismo título, Sin novedad en el frente, conquistó la tercera edición de los Oscar con el premio de mejor película. Hoy, mientras se libra otra crucial guerra en Europa, el mensaje antimilitarista de la obra vuelve a ser reconocido por la comunidad cinematográfica internacional. La versión de Edward Berger, producción de Netflix, es el primer triunfo para Alemania en la categoría de mejor película internacional desde 2007, cuando lo obtuvo La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck. Además, se ha llevado diseño de producción, fotografía y música, para Volker Bertlelmann. Su triunfo evitó que el legendario John Williams, de 91 años, obtuviera por Los Fabelman su sexto Oscar.
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