“La palabra más importante es límites”: el consejo de una joven sobreviviente de violencia de género | América Futura

Jóvenes y autoridades participan en el conservatorio sobre violencia de género y jóvenes organizado por América Futura y CAF.
Jóvenes y autoridades participan en el conservatorio sobre violencia de género y jóvenes organizado por América Futura y CAF.EL PAÍS

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Este viernes, como cada 25 de noviembre, las calles de las principales ciudades de Latinoamérica serán escenario de marchas por el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Miles de latinoamericanas levantarán la voz pedir que dejen de matarlas o agredirlas por su género. Según los datos más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), durante 2020 más de 4.000 mujeres fueron víctimas de feminicidio.

El asesinato de mujeres por su género es la máxima expresión de la violencia de género, pero esta se manifiesta de muchas formas. También puede ser emocional y psicológica, como lo recordó Laurita Melo Benítez, una joven de Bogotá (Colombia), quien a sus 28 años ha sobrevivido a dos relaciones en las que fue víctima de distintos tipos de violencias. Melo hizo parte del conversatorio La voz de los jóvenes de América Latina y el Caribe frente a la violencia contra la mujer, desarrollado por América Futura y CAF- banco latinoamericano de desarrollo este miércoles.

Junto a Melo, fueron varias las jóvenes que contaron sus experiencias de cómo es vivir en una sociedad machista, pero también dieron claves de cómo identificar este tipo de violencias y combatirlas. “Para mí la palabra más importante es límites”, comentó Melo. “Que mi opinión y mi palabra valen”. Igualmente, Mónica Keragama, de 20 años y parte de la comunidad indígena emberá katío del departamento de Risaralda, también en Colombia, contó cómo junto a su madre se opuso a la idea que tenía su padre de casarla cuando tenía solo 13 años. Además del apoyo de su madre, la joven destacó el valor que encontró en sí misma. Hoy ha conseguido graduarse como bachiler, es secretaria general del cabildo mayor de su comunidad y sueña con estudiar una carrera relacionada con derechos humanos o medicina. El matrimonio de niñas y adolescentes es otra de las formas que toma la violencia de género en la región. Según datos de World Vision, en América Latina y el Caribe, 60 millones de mujeres se casaron antes de cumplir 18 años.

Durante el evento, en el que también participaron jóvenes de Chile y Panamá, así como expertos y autoridades, se habló sobre cómo la lucha contra la violencia basada en el género implica no solo cambios individuales sino a nivel social. Luciana Fainstain, especialista del departamento de Género, Inclusión y Diversidad de CAF, recordó, por ejemplo, que el desarrollo sostenible es también el desarrollo humano, por lo que no se puede lograr ninguno de los dos si no hay justicia e igualdad de género. Según dijo, la violencia de género es posible por “comportamientos, actitudes y creencias que se han naturalizado”, por lo que intervenir en políticas públicas que reten estas ideas es importante para la región.

En Uruguay, contó Solana Quesada, directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de la Intendencia de Montevideo, existe la Ley de violencia hacia las mujeres basada en género, que tipifica 18 formas de violencia de género que van más allá de la que se produce en la pareja. Esta ley, agregó, amplió los servicios de acompañamiento a las mujeres, y les permite tener ayuda psicosocial y jurídica gratuita. Sin embargo, como señaló Anya Victoria Delgado, directora del proyecto regional sobre violencia de género de la Fundación Panamericana, “aunque Latinoamérica y el Caribe tiene marcos legales muy avanzados contra la violencia de género, no se implementan”.

Un punto que estuvo en el centro de la discusión, sin embargo, fue cómo lograr que las mujeres que están siendo violentadas no estén solas, ya que muchas veces el maltrato psicológico y el control por parte de sus exparejas las ha llevado a perder sus redes de apoyo, amigos y familia. Al denunciar, dijeron las jóvenes, lo común es no tener quién las acompañe o asesore. Ni siquiera saber por dónde empezar un proceso legal. Incluso, no saber que tienen el derecho a recibir ayuda. Ante esto, Delgado recomendó una herramienta: un directorio digital de organizaciones que ofrecen servicios de acompañamiento en la región, Juntas de Norte a Sur.

Añ final el feminismo y las redes de apoyo, como lo dijo Gianella Valenzuela, chilena, de 18 años y parte de Tremendas, una plataforma con presencia en 20 países de América Latina que busca impulsar la voz de las niñas, “son una herramienta para poder desarrollarnos en una sociedad que lo dificulta y es violenta”.

Enlace a la fuente