La policía alemana planea efectuar más detenciones entre la red de conspiradores de extrema derecha que pretendían dar un golpe de Estado y colocar como nuevo jefe de Estado a su líder, un aristócrata de 71 años llamado Heinrich XIII, autodenominado príncipe de Reuss. El arresto de 25 personas el martes, con registros en 130 propiedades por todo el país, es la mayor operación contra presuntos terroristas de ultraderecha en Alemania. Y no está ni mucho menos cerrada. Los investigadores tienen a 54 sospechosos en el radar, es decir, más del doble de los detenidos hasta ahora, entre los que figura el príncipe; una exdiputada del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania que ejercía como jueza en Berlín; varios antiguos altos mandos del Ejército alemán y expolicías.
Varios miembros de la red eran parte del movimiento conocido como Reichsbürger (ciudadanos del Reich), una corriente nostálgica de la época imperial alemana (1871-1918) que no reconoce ni la Constitución ni las instituciones de la Alemania moderna, a la que considera prácticamente un invento de las potencias aliadas tras la II Guerra Mundial. En el batiburrillo ideológico de los golpistas se juntan los postulados de extrema derecha con las teorías de la conspiración y el negacionismo, según ha revelado el fiscal general alemán, Peter Frank. El grupo, que llevaba meses bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad, planeaba asaltar el Bundestag (Parlamento) y sacar esposados a los diputados.
Tras el espectacular despliegue del martes —con más de 3.000 agentes de distintos cuerpos policiales efectuando registros y detenciones en 11 de los 16 Estados federados, Austria e Italia—, la policía ha inspeccionado este jueves el pabellón de caza Waidmannsheil de Heinrich XIII situado en Saaldorf, una localidad de Turingia, en el este de Alemania. De este land oriental procede la familia noble del príncipe, aunque él vivía en Fráncfort, la capital financiera del país, donde había trabajado como promotor inmobiliario. Allí fue detenido el martes a primera hora de la mañana.
De los detenidos, 19 pasaron a disposición judicial e ingresaron en prisión preventiva el miércoles, mientras que los otros seis debían hacerlo este jueves. Los conspiradores presentaban un peligro real y tenían los medios y la voluntad de llevar a cabo ataques violentos, ha explicado el portavoz de la Policía Federal (BKA), Holger Münch, a la televisión pública. En el grupo había “una mezcla peligrosa de personas adeptas a convicciones irracionales, algunas con mucho dinero, otras con armas y con un plan que quieren poner en marcha”, ha señalado: “Por eso eran peligrosos y por eso hemos intervenido”. En 50 de los registros han aparecido armas, “desde ballestas a fusiles y municiones”, ha precisado Münch, lo que demuestra su peligrosidad.
Los reichsbürger, considerados un grupo con “alto potencial violento” por la Oficina para la Protección de la Constitución, el servicio secreto interior alemán, siguen preocupando a las autoridades. El hecho de que entre los detenidos haya varios exmilitares y expolicías, con licencia de armas y entrenamiento para usarlas, ha devuelto a la actualidad un problema recurrente en los últimos años: la infiltración de la extrema derecha en el Ejército y las fuerzas de seguridad. El presidente de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, Thomas Haldenwang, ha asegurado que es necesario examinar a todos los miembros de las agencias de seguridad federales y estatales. La ciudadanía debe poder confiar en que “todos apoyen plenamente el ordenamiento democrático”, ha subrayado también Münch.
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La Fiscalía está convencida de que los detenidos estaban decididos a actuar. Llevaban meses bajo vigilancia, tanto de sus comunicaciones como de sus reuniones clandestinas en persona, y los investigadores esperaron a tener pruebas concretas de que planeaban una acción violenta. Sabían, y aceptaban, que se producirían pérdidas humanas, ha asegurado la Fiscalía. La ministra del Interior, Nancy Faeser, ha advertido contra la tendencia a subestimar a los detenidos. No hay que olvidar, ha dicho, que además del liderazgo político que ejercía Heinrich XIII, se ha desarticulado un “brazo militar” dirigido por antiguos altos mandos de la Bundeswehr, el ejército alemán. Según los medios alemanes, uno de ellos todavía estaba en el servicio activo.
La operación antiterrorista ha causado conmoción en Alemania, donde hasta hace pocos años la amenaza de la extrema derecha solía subestimarse, eclipsada por el terrorismo islamista. Más recientemente, la Oficina para la Protección de la Constitución ha calificado a los radicales de ultraderecha como la mayor amenaza para la seguridad del país. En el último informe sobre las amenazas extremistas, de 2021, la oficina calculó que hay unas 21.000 personas asociadas a la ideología de los reichsbürger y que, de ellas, alrededor de un 10% son violentas o hay riesgo claro de que lo sean.
La exdiputada de AfD Birgit Malsack-Winkemann, que hasta su detención ejercía como jueza en un tribunal de Berlín, será casi con seguridad expulsada de la carrera judicial, según ha declarado la senadora (concejal) de Justicia de Berlín, Lena Kreck. Este miércoles se han abierto varios procedimientos disciplinarios en su contra que probablemente tendrán más éxito que uno anterior que se le abrió por sus discursos contra los refugiados en el Bundestag. Como antigua parlamentaria —lo fue hasta el año pasado— Malsack-Winkemann, de 59 años, todavía tenía acceso a los edificios del Parlamento alemán, algo que la red pretendía utilizar para facilitar la entrada de los golpistas.
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