Son centenares de personas, pero sienten que representan con sus pancartas y sus gritos para exigir justicia climática a millones en el mundo. Grupos de activistas de todos los continentes que han acudido a la cumbre del clima, COP27, que se celebra en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, se han unido para protestar dentro del recinto para reclamar derechos humanos, financiación para las pérdidas y daños, la erradicación de los combustibles fósiles y no superar los 1,5 grados de calentamiento global, entre otras demandas. “Vivimos un sistema de desarrollo profundamente injusto, que enriquece a las grandes corporaciones y que deja sin futuro a los niños. Necesitamos una transición energética para cambiar un modelo que hace 100 años que no funciona”, dice con total convicción el profesor israelí Liel Biran, que porta un cartel en el que se lee la exclamación: “Make polluters pay!” (Haced que los contaminadores paguen). Su pancarta cierra un desfile de una veintena de ellas que han abarcado desde la defensa de la Amazonía hasta el movimiento de pueblos asiáticos sobre la deuda y el desarrollo.
Los manifestantes han ocupado durante una hora y media una de las principales arterias del espacio blindado donde se negocian las políticas climáticas del futuro. Han rechazado así protestar en un espacio que la organización había previsto para movilizaciones, llamado zona verde, alejado de los pabellones principales y con acceso limitado. Han preferido solicitar autorizaciones para celebrar la protesta en un país con un sombrío historial represivo. Pese a la inquietud al respecto, finalmente se han convocado decenas de ellas, para las que se ha pedido autorización, y se han organizado en un hervidero de mensajes en las aplicaciones Signal y Telegram, que, según cuentan, les dan más seguridad que WhatsApp. La de este sábado ha sido la más concurrida, y según los organizadores ha contado con la participación, entre la protesta principal y otras celebradas en otros espacios del recinto, de unas 1.000 personas. En la cabecera de la principal iba la hermana del preso político egipcio-británico Alaa Abdelfatá, para el que han pedido su liberación de forma velada durante la marcha, como en otras acciones celebradas durante la cumbre.
“El pueblo unido jamás será vencido”, proclamado tanto en español como en inglés, ha sido uno de los lemas más repetidos durante la marcha, donde también se han recordado a algunas de las defensoras de derechos ambientales fallecidas en Latinoamérica. “Pedimos que se reconozca nuestra tierra, hay demasiadas luchas abiertas. Queremos proteger nuestros bosques y nosotros podemos ser la solución”, expone durante la marcha Immaculata Casimero, de Guyana, sin abrir ni un momento su puño cerrado. La sudafricana Lindi Ngwana, en cambio, expone todas sus causas sin bajar ni un instante el dedo índice en su discurso, como apuntando todo lo que se debería hacer para conseguir su objetivo de erradicar de África todo rastro de combustible fósil. “No queremos absolutamente ninguno. Lo que hay que conseguir es una transición completa a las energías renovables. El viento y el sol son gratis y tenemos que invertir más en ellos. Son más importantes las vidas que los beneficios”, expone.
En el turno de palabra, precedido por cánticos indígenas, han participado también representantes de la plataforma juvenil Fridays for Future, de diversos pueblos indígenas, de la población africana, de activistas por los derechos humanos y de personas con discapacidad, que han recordado que la emergencia climática impacta con más severidad en ellos. “Estamos perdiendo nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras vidas. Nuestra gente está muriendo en sequías, inundaciones… queremos justicia para ellos”, ha declarado la reconocida activista chadiana Indou Oumarou Ibrahim, que ha pedido que los 1,5 grados no sean negociables. Todos los temas que han planteado se negocian estos días en las centenares de salas dispuestas en esta COP27 y concluirán a finales de la semana que viene. Los activistas insisten en que los cambios los quieren “Righ now!” (¡Ahora mismo!, en español).
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Manifestación en Madrid
La lucha contra la emergencia climática se ha escuchado también en las calles de Madrid. La Alianza por el Clima, una organización conformada por más de un centenar de movimientos sociales, ha alzado su voz para exigir a los gobiernos que participan en la COP27 en Egipto soluciones para combatir el calentamiento global. A pesar de la lluvia más de 4.000 personas han caminado desde Atocha hasta Colón con tambores, banderas y pancartas con mensajes claros: “Los combustibles fósiles destruyen la vida”.
Dos personas vestidas como osos polares y otros activistas vestidos con trajes con manchas negras de petróleo han encabezado la protesta. “Ni un grado más, ni una especie menos”, han clamado. Genoveva Pupi de 32 cuenta que los cambios son evidentes pero los políticos siguen queriendo “hacerse los ciegos”. Mientras avanza la protesta lamenta la situación actual: ”El futuro se pinta bastante negro. Al final se anteponen los intereses de las grandes empresas”. Pero, añade, que “cualquier grano de arena” cuenta para “evitar una catástrofe”
Bajo el lema de “Justicia climática y energética ya” las organizaciones sociales han marchado a la voz de “¿Qué queremos? Justicia climática ¿Cuándo la queremos? Ahora”.
Para Irene Rubiera, de Ecologistas en Acción, la protesta es trascendental no solo porque está en manos de la sociedad civil reclamar una mitigación de los gases de efecto invernadero sino por el lugar donde tiene sede la cumbre. “En Egipto hay una gran represión al activismo, falta de transparencia y accesibilidad para la sociedad civil y es nuestra labor manifestarnos”.
Un globo terráqueo en llamas acompaña a los manifestantes. Marta González de 42 años dice que es hora que la ciudadanía salga a las calles a pedir justicia. Lleva una pancarta que dice: “Nuestro Planeta no está en venta”. Gónzalez es optimista y espera un resultado de la COP: “Los líderes climáticos están a tiempo de tomar acciones urgentes para salvar el medioambiente. Aún no es tarde”.
Mar Asunción, responsable de clima y energía del Fondo Mundial para la Naturaleza en España (WWF, por sus siglas en inglés), añade que uno de los principales retos de la cumbre es la financiación para compensar a los países más vulnerables a la crisis climática. “Son los menos responsables de la contaminación pero los que más impacto y pérdidas están sufriendo”, explica.
Otra de las claves es avanzar con antiguas promesas, como la que hicieron los países en 2009 en Copenhague. Asunción enfantiza que establecía que a partir de 2020 al menos cien mil millones de dólares anuales iban a destinarse a países en desarrollo para que pudieran desarrollarse sin incrementar las emisiones de CO2 y, a la vez, adaptarse al cambio climático.
Juande Fernández de Greenpeace considera que ya son muchas reuniones internacionales y que la situación sigue peor y sin los resultados esperados. “El cambio climático afecta cada vez más a ecosistemas, poblaciones y está poniendo en riesgo a la humanidad”, lamenta. Para Fernández el panorama es claro: “Los efectos del calentamiento global no son por igual dentro de la sociedad y no son por igual en distintos países”.
Los manifestantes cantan: “quiero justicia climática y no me gusta gritar”. Pero el clamor de los miles de manifestantes no termina de cuajar en acciones de los gobiernos.
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