Todo está casi listo. El PP forma un corrillo. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, dialoga con las manos en los bolsillos con el consejero de Interior de la Comunidad, Enrique López. A la conversación se suma la delegada de Obras en el Ayuntamiento, Paloma García, y el concejal del distrito Centro, José Fernández. Faltan pocos minutos para que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, abandone su despacho y baje por las escaleras de mármol blanco del edificio principal de la Puerta del Sol. Las agendas de las dos principales instituciones de Madrid se han juntado este lunes para contemplar las obras que han levantado por completo el kilómetro cero de España, otra vez. Será el gran legado del mandato de Almeida, con una inversión de 12 millones de euros y con una duración prevista de un año, de los que ya se han cumplido casi nueve meses.
Tener el centro de toda una capital patas arriba, recalcan algunas de las voces que trabajan con la presidenta, ha molestado mucho a Ayuso, que ha demandado en privado una agilidad imperiosa ante el ruido diario que se adentraba en su despacho. Incordiar a la presidenta tiene una parte negativa en el PP, sobre todo este año. Quizá por eso, Almeida se ha apresurado de inmediato y en cuanto ha tenido ocasión y ha coincidido con ella en la plaza, ha dicho que durante el próximo puente de diciembre no habrá máquinas ni ruidos por aquí. Que todo será 100% peatonal. “Quiero agradecer el apoyo de la presidenta”, ha señalado. Está el PP de Madrid como para no ser explícito: “Hay un frenesí de obras en toda la ciudad y pido disculpas a los madrileños”. Inmediatamente, y fruto del viento matutino de noviembre, se han caído dos de los cinco atriles que sujetaban las fotos que aventuraban cómo quedará finalmente la futura plaza.
No. No es nada sencillo preparar un acto político con dos figuras tan mediáticas. La política madrileña es un plató permanente. Se cuidan hasta los carteles que se van a caer. Se mima cómo será la entrada de ambos mandatarios al recinto. Se mide al milímetro su exposición fotográfica. Se recortan a solo cuatro las preguntas que puede hacer la prensa. Impera, en definitiva, más la imagen que la palabra.
Todo esto ha sucedido este lunes por la mañana en la Puerta del Sol, donde los últimos fines de semana estaban siendo caóticos, tal y como señalan la mayoría de comerciantes consultados. Ha habido un serio peligro de aglomeración ante tantos cortes de acceso. Cruzar en hora punta la plaza de lado a lado era como superar una prueba de Grand Prix, más aún los días festivos que se avecinan. El Ayuntamiento ha tomado nota y ha anunciado que desde el lunes 5 de diciembre hasta el domingo 11 todo será peatonal. No habrá cortes de calles, ni vallas metálicas que interrumpan el acceso, como ahora. No es que las obras de remodelación hayan terminado. De hecho, todo apunta a abril de 2023 como la fecha de inauguración, justo unas semanas antes de las elecciones municipales y autonómicas. El anuncio de este lunes, simplemente, es un alto en el camino ante la afluencia de compras y turismo masivo que se aglomera año tras año en el puente de la Constitución. Pero —siempre hay peros en las obras― algunos comerciantes ya están molestos con el resultado:
―Nos jode mucho. Aquí no nos ven.
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Los dos quioscos, que antes se ubicaban en las inmediaciones del inicio de la calle de Preciados, ahora se han recolocado entre la boca de Metro acristalada con forma de ballena —que también será remodelada— y la tienda de Apple. “Aquí está todo vallado. Llevamos diez días y vendo la mitad”, apunta uno. “No, no estamos bien”, se queja otro, más comedido. Si antes se repartían una calle cada uno, ahora los clientes se dan de frente con los dos quioscos. Será el azar y no la ubicación quien decidirá su destino en ventas. Las obras han trastocado hasta los planes hasta de los guías turísticos. Si antes el punto de encuentro era la estatua del Oso y el madroño, ahora, con las máquinas y las vallas, es la esquina roja de la tienda de Vodafone. “No me gusta promocionar a Vodafone, pero es lo que hay”, cuenta Fernando Gutiérrez, de 39 años, con una pancarta inmensa de su empresa turística. “Esto es caótico para todos”.
Durante la rueda de prensa con el límite de cuatro preguntas, Ayuso, al contrario que Almeida, ha leído un discurso: “Madrid está más de moda que nunca”, ha dicho. “Estas obras son necesarias, pero si alguien tiene ganas de que acaben, somos los que estamos trabajando en la Puerta del Sol. Volver a transitar será un alivio para todos”. Almeida ha escuchado esta punzada política con el rostro serio. Al concluir, los dos han dado un paseo por los alrededores y han subido hacia la calle de Correos, que desemboca en la emblemática plaza de Pontejos, y que también será remodelada en las próximas semanas. Ayuso no se ha andado con rodeos durante el breve paseo con Almeida:
―¿Esta calle la vais a tocar?
—No, no, no.
Tres noes dicen mucho más que un no rotundo. Ya en la plaza, los dos han observado las futuras obras de remodelación, al tiempo que un grupo de señoras mayores les ha pedido una foto. “¡Ay, cuando la vean mis hijas”, les ha dicho una mujer emocionada. A lo que Almeida ha soltado: “¡Saludos a las hijas, eh!”. Pero la señora ha pasado de largo.
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