La RAE da por zanjada la polémica con la tilde de solo: se puede poner si quien escribe cree que hay riesgo de ambigüedad | Cultura

Solo una palabra, solo, ha provocado una encendida polémica en la Real Academia Española (RAE) y las redes sociales en la última semana que ha motivado la comparecencia este jueves del director de la institución, Santiago Muñoz Machado, tras el pleno celebrado para intentar aclarar lo acordado en el del jueves 2 de marzo y que fue lo que provocó la controversia. Ese día se decidió “modificar la redacción de la norma” sobre si se debe poner o no tilde a esta palabra cuando es adverbio y quien escribe cree que hay riesgo de ambigüedad por confundirla con su uso como adjetivo. Como sucede en la frase “Voy solo al concierto” (¿voy sin nadie más o es que voy únicamente al recital). “Ante el interés de este debate y para que no haya varias voces que lo expliquen”, ha dicho, “se ha aprobado por unanimidad el acta del pleno anterior, en el que se cambiaba el texto de una norma que establece desde 2010 que no debe tildarse solo”. Las excepciones establecidas entonces, cuando haya riesgo de ambigüedad y el solo adverbio pueda confundirse con el solo adjetivo, “quizás no estaban todo lo claras posibles”, ha añadido. Por eso, con la vista puesta en el próximo Congreso Internacional de la Lengua Española, del 27 al 30 de marzo, en Cádiz, se decidió esta modificación, para presentarla junto a otras en la nueva versión en línea del Diccionario Panhispánico de Dudas.

La novedad del jueves 2, ratificada el jueves 9, es que la posible ambigüedad de solo queda “a juicio del que escribe”. Esto motivó hace una semana la euforia de académicos como Arturo Pérez-Reverte, porque parecía que podría tildar la palabra cuando se quisiera, mientras que la posterior comunicación desde la propia cuenta de la RAE, al día siguiente, negaba que hubiera un cambio de la norma. El cineasta y académico Manuel Gutiérrez Aragón reconoce que el acuerdo suscitó entre los tildistas “una gran euforia, casi como el gol de Zarra”. Antes del pleno de hoy, un miembro de la corporación decía a este medio que la diferencia entre lo dicho por Pérez-Reverte y por la RAE parecía obedecer a “un malentendido del texto que se aprobó”. Porque para unos, “solo” se podía volver a acentuar, incluso sin que hubiese ambigüedad en la frase. Y también en los casos en que la hubiera. “Así lo entendí yo”, declaró uno de los presentes a EL PAÍS. Sin embargo, la RAE mantiene la obligación de no tildar cuando no hay ambigüedad.

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, antes de la rueda de prensa sobre el uso de la tilde en la palabra solo.
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, antes de la rueda de prensa sobre el uso de la tilde en la palabra solo.Andrea Comas

Por todo ello, el director de la RAE —que bromeó diciendo que venía sano y salvo— ha reconocido en este asunto “problemas de comunicación y precipitación” al dar a conocer lo acordado ese día. Por ejemplo, “al decir que el acuerdo fue por unanimidad, cuando fue por consenso porque hubo un voto en contra”. También se ha referido a la comunicación en Twitter desde la propia cuenta oficial de la RAE cuando se dijo que si no hay ambigüedad no hay que tildar nunca, y que cuando exista la duda, “se mantiene la opción de tildar o no”. Y se iba más allá: “Si el hablante percibe que existe riesgo de ambigüedad y escribe esa tilde, lo tendrá que justificar”. “¿Cómo se puede justificar eso?”, se ha preguntado Muñoz Machado, por lo que ha desautorizado ese tuit, que por cierto encendió a Pérez-Reverte en Twitter, que llegó a anunciar para este jueves “un pleno tormentoso”.

Sin embargo, para Muñoz Machado, pese a este revuelo, “estamos ante una cuestión menor, eso sí, una polémica antigua que ha situado en diferentes posiciones a los escritores de la academia, por un lado, que dicen que esa tilde les resulta útil por su énfasis, y los gramáticos, que son favorables a eliminarla”. Es lo que un miembro del pleno llama “una pelea entre creadores y científicos”.

Lo acordado esta noche “para unos supone una importante victoria”, dijo Muñoz Machado a cuenta de los tildistas. Dos asistentes al pleno han corroborado que “Pérez-Reverte se ha ratificado en su posición y que su interpretación es que tiene más libertad que antes para tildar”. A su vez, “los lexicógrafos opinan que la norma sigue igual”, señalan las mismas fuentes, así que las dos partes se dan por victoriosas y satisfechas. “Todo ha sido en términos corteses, aunque algunos se hayan expresado con la dureza que han considerado”, ha reconocido Muñoz Machado.

El director ha explicado también que como los cambios de normas requieren del acuerdo de las 23 academias del español en el mundo, las reunió el miércoles telemáticamente para comunicárselo y que todas estuvieron de acuerdo. Con esto ha dado por resuelta “una polémica externa y una crítica interna” tras un pleno en el que han intervenido casi todos los escritores. Preguntado sobre qué deben hacer los profesores y examinadores con los alumnos que decidan tildar solo, ha respondido: “Hasta ahora se podía señalar como falta de ortografía si se tildaba cuando no se debía, pero ahora es en casos de ambigüedad a juicio del que escribe, no del que controla”. La casa, que tiene en su viejo lema “limpia, fija y da esplendor”, deja libre albedrío en este caso.

Gutiérrez Aragón apunta a que quizás el problema de fondo esté precisamente en la palabra ambigüedad. “¿Quién dice qué es ambiguo? Es un término resbaladizo y lo peor es no ser claro en este asunto, algunos llevábamos tiempo pidiendo que se aclarase la norma”. El escritor y columnista de EL PAÍS Félix de Azúa reconoce que esta discusión se ha convertido en un “asunto peliagudo”. Él recomienda, “en caso de ambigüedad, poner la tilde, aunque se puede sustituir por la palabra únicamente, por ejemplo”. La académica Paloma Díaz-Más, que tiene la doble condición de escritora y filóloga, señaló: “La norma está clara y me parece correcta y razonable. Tildé esa palabra durante tiempo, pero ahora sigo la norma”.

Si realmente se hubiera cambiado la norma, se habría enmendado la Nueva Ortografía, de 2010, que decía: “Se podrá prescindir de la tilde incluso en casos de doble interpretación”. Antonio Muñoz Molina tercia: “En principio, no me pareció bien el cambio de 2010, pero obedecí la norma, hay que cumplirlo, y procuro evitar la ambigüedad”.

Desde entonces, académicos como Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Pere Gimferrer y Pérez-Reverte, entre otros, contrarios a la decisión, decidieron seguir tildando la palabra solo. Gutiérrez Ordóñez, en un artículo en EL PAÍS en 2011, indicaba: “Cualquier cambio ortográfico es percibido como una agresión que afecta al hábito mismo de escribir. Provoca reacciones y debates que, una vez enfriados los ánimos, son siempre positivos, pues nos ayudan a reflexionar”. Pues la herida no se cerró. El propio director de la RAE lo reconocía en una entrevista en EL PAÍS de 2020: “Queda un remanente de disconformidad sobre las tildes. En la palabra solo o en los demostrativos. Ahí no tenemos consenso”.

Y así hasta que el desgarro volvió tras el pleno del 2 de marzo, en el que, con la intención de una redacción más clara de la norma, se acabó enturbiado el ambiente. La mancha de aceite se ha extendido en las redes sociales y los medios. En EL PAÍS, con este que lee, son siete los artículos publicados en una semana, entre ellos los del escritor Sergio del Molino y el periodista Álex Grijelmo, defensores de la tilde por razones sentimentales. Como recuerda Díaz-Mas: “En la escuela nos enseñaron a poner esa tilde que la RAE nunca recomendó. De ahí ese apego, pero también acentuábamos monosílabos como pie y hoy no”.

Quizás el embrollo se pueda aclarar si la RAE logra en la redacción de la norma lo que se pedía a los jóvenes periodistas que entraban en la agencia United Press en Nueva York hace casi un siglo: “Escribe de manera que te entienda el lechero de Ohio”.

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