La reforma de la ‘ley mordaza’ se encamina al fracaso tras la negativa de ERC y Bildu a apoyarla | España

La tortuosa reforma de la ley de Seguridad Ciudadana, la conocida como ley mordaza, se encamina hacia el fiasco. La reunión de la Comisión de Interior del Congreso, que este martes debe acordar si se envía a pleno la ponencia para modificar la norma aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2015, está condenada al fracaso después de que los dos partidos de los que depende que el proyecto salga adelante, ERC y EH Bildu, hayan anunciado públicamente que votarán en contra “en los términos” en los que está redactada en estos momentos. El fracaso no es ninguna sorpresa para los tres partidos que siguen apoyando la reforma ―PSOE, Unidad Podemos y PNV―, ya que la semana pasada se malogró el último intento de llegar a un acuerdo ante las posiciones irreconciliables en cuatro artículos de la norma y, sobre todo, en el tema del uso de las pelotas de goma por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado para hacer frente a los altercados callejeros.

El fiasco de la negociación, que se ha prolongado más de un año, lo ha formalizado públicamente este lunes el portavoz de ERC, Mata Vilalta, en la habitual rueda de prensa del partido: “ERC no puede asumir la reforma de una ley que se queda corta; no vamos a avalar lo que aquí, hace 10 años prohibimos [en referencia a las bolas de goma]. Nos sorprende que los Comunes [la marca de Unidas Podemos en Cataluña] sí lo hagan”. No obstante, Vilalta dejaba abierto un mínimo resquicio a una posible negociación de última hora para salvar las diferencias, pero instantes después echaba un jarro de agua fría a estas expectativas al señalar que “no se prevén. […] Hemos constatado una falta de ambición política para retirar sus partes [de la ley mordaza] más lesivas”.

En la misma línea se había manifestado un día antes EH Bildu por boca de su portavoz adjunto en el Congreso, Oskar Matute: “Seguimos reclamando la derogación total de la ley mordaza. La pregunta es por qué otros y otras han renunciado a cumplir su palabra. Si los elementos nucleares y más lesivos de la Ley Mordaza no desaparecen, no apoyaremos la reforma. Las presiones y el ruido no funcionarán con nosotros” recalcó. Este lunes, fuentes del grupo parlamentario confirmaban que la postura sigue siendo votar en contra y añadía que en los últimos días no había habido ningún movimiento para intentar salvar las diferencias entre los grupos favorables a la reforma.

Con los votos en contra de ERC y Bildu, la aritmética parlamentaria de la Comisión de Interior ―donde el voto es ponderado, es decir, proporcionar a su representación en el arco parlamentario― confirma el fracaso del cambio. PSOE, Unidas Podemos y PNV, los tres partidos que apoyan el texto que se debatirá, suman 18 apoyos. Enfrente ya tenían el voto contrario de PP (nueve), Vox (cinco), Ciudadanos (uno), Grupo Mixto (uno, que ejerce UPN) y Grupo Plural (uno, que ejercita Junts, un partido que ha participado en las negociaciones, pero que hace tiempo anunció que votaría en contra). En total, 17, uno menos. Por ello, el sentido del voto tanto de ERC como de EH Bildu (ambos tenían que apoyar la iniciativa o abstenerse, porque en caso de empate tampoco superaría el trámite) era clave. La confirmación de las últimas horas de que ambos mostrarán su rechazo con un ‘no’ abocan a la reforma a un fracaso.

Los socialistas focalizan la responsabilidad del fracaso en ERC, a la que acusan de no ceder en unas supuestas posiciones maximalistas en el tema de las pelotas de goma ―o prohibición de su uso o nada― “pese al esfuerzo que ha hecho el PSOE”. Se refieren, en concreto, al último intento, plasmado la semana pasada, de llegar a un acuerdo en los cuatro puntos de la ley que todavía sin acuerdo. Pese al pesimismo que existía este lunes en el grupo parlamentario, Pilar Alegría, portavoz del Comité Electoral del PSOE y ministra de Educación, intentaba en una comparecencia ante la prensa dejar un pequeño margen una sorpresa de última hora: “Está en el Congreso y nosotros nunca hemos perdido la esperanza en nada”.

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En el PNV, que fue el partido que impulsó la reforma, la postura es más pesimista. “De momento no tenemos noticias de ningún cambio [en la negociación]. Salvo sorpresa, mañana [por este martes] caerá”, señalaban a este diario fuentes de su grupo en el Congreso. Desde Unidas Podemos llevan tiempo intentando poner en valor los 36 acuerdos alcanzados en otros artículos de la norma frente a las cuatro discrepancias. Su representante en las negociaciones, el diputado Enrique Santiago, incidía hace unos días en el papel de su grupo: “Unidas Podemos ha hecho en todo este tiempo un gran esfuerzo para lograr un acercamiento de posturas y hemos sido con diferencia el grupo que más propuestas concretas ha puesto sobre la mesa para conseguirlo”.

Las discrepancias entre los partidos favorables a la reforma se centran en tres artículos y una disposición adicional. En concreto, los referidos al uso por parte de las Fuerzas de Seguridad del material antidisturbios y, en concreto, de las pelotas de goma (artículo 23); el que fija las sanciones por faltas de respeto a los agentes (artículo 37.4); el que sanciona “la desobediencia o resistencia a la autoridad o a sus agentes” (artículo 36.6), y la disposición adicional que avala los rechazos, conocidos como devoluciones en caliente, de migrantes en las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla.

Sin embargo, el que finalmente ha hecho imposible el acuerdo ha sido el primero. El PSOE y el PNV quieren mantenerlas; ERC, EH Bildu y Junts exigen prohibirlas; y Unidas Podemos ha buscado posiciones intermedias para llegar a un acuerdo. Al cerrarse la ponencia, los socialistas se abrieron por primera vez a introducir una disposición adicional sobre “gestión policial y material antidisturbios” que recogiera que el Ministerio del Interior debía elaborar “un estudio sobre el empleo del material antidisturbios”, sin citar expresamente estos proyectiles ni mucho menos una futura sustitución de los mismos por proyectiles de espuma ―conocidos como foam― supuestamente menos lesivos y que ya usan los Mossos d’Esquadra en Cataluña (donde son los únicos que pueden emplear) y la Ertzaintza en el País Vasco.

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