La seguridad alimentaria mundial depende de la financiación de los pequeños agricultores | Red de expertos | Planeta Futuro

El 80% de personas en situación de extrema pobreza vive en las zonas rurales y más del 75% de la población rural económicamente activa viviendo en pobreza extrema se dedica a la agricultura, según la FAO. Así las cosas, la seguridad alimentaria es una prioridad clave para la humanidad.

Además, la evidencia muestra un vínculo claro entre la productividad agrícola y la reducción de la pobreza. Sin embargo, a pesar de que la industria microfinanciera ha extendido los productos bancarios entre los más desfavorecidos, brindándoles la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, las complicaciones que conlleva ofrecer créditos a los agricultores más pobres les ha condenado a seguir en un círculo de pobreza.

Las inclemencias climáticas, las plagas, junto con la casi inexistencia de microseguros agrícolas, así como la poca accesibilidad a mercados, hacen casi imposible valorar la posibilidad de repago. Además, la necesidad de ajustar el pago de cuotas al tiempo de cosecha y alargarlas en periodos de siembra generan una complicación operativa difícil de solventar. Y la exigencia de contar con analistas que entiendan los cultivos sobre los que dar el crédito aumentan la dificultad de contar con los perfiles adecuados. La complejidad que tiene diseñar productos para los agricultores más pobres ha hecho que los microcréditos agrícolas solo satisfagan el 3% de la demanda global de financiación en este sector.

La necesidad de ajustar el pago de cuotas al tiempo de cosecha y alargarlas en periodos de siembra generan una complicación operativa difícil de solventar

Esta financiación es la única manera de mejorar sus rendimientos e incrementar ingresos, ya que para eso es clave invertir en bombas de agua, semillas, o fertilizantes de última generación. Solo invirtiendo en semillas mejoradas o irrigación pueden aumentar sus rendimientos en un 300%.

Si no conseguimos que los agricultores puedan vivir de la agricultura fortaleciendo la cadena de valor agrícola, dejarán de proveernos de alimentos a todos.

Un fondo español que apoya a los agricultores rurales

Por eso, que el fondo español Huruma, gracias a su innovadora estructura financiera, haya conseguido atraer 120 millones de euros de capital es todo un hito que ha sido premiado con el reconocimiento internacional.

El objetivo del fondo es apoyar a los agricultores rurales de Latinoamérica, África subsahariana y Asia, tanto directamente (inversiones de capital en agronegocios) como indirectamente (inversiones de deuda en instituciones financieras rurales que luego otorgan préstamos a los agricultores) para mejorar su productividad y por ende su vida.

El desarrollo de productos adecuados para los pequeños agricultores requiere una comprensión profunda de las brechas del mercado, posibilitando el acceso de los agricultores a préstamos a medio plazo

Huruma, ideado por GAWA Capital, se lanza en asociación con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), mediante el Fondo para la Promoción del Desarrollo (Fonprode), y la Compañía Española de Financiación del Desarrollo (Cofides), con el apoyo de la Unión Europea e inversores del sector privado. Lo más innovador del fondo es su estructura, que permite la reducción del riesgo de los inversores privados por la cobertura de las primeras pérdidas de fondos públicos, lo que permite captar un mayor volumen de fondos. Un tramo de 10 millones de euros de primeras pérdidas, financiado por la UE; 20 millones de euros de deuda subordinada, financiada por el Fonprode, e inversión privada de 90 millones de euros comercializada por CaixaBank entre sus clientes.

Esto demuestra que las alianzas público-privadas son posibles en España, pudiéndose alinear los intereses entre la administración, los gestores de impacto y los inversores privados. Así como la inclusión de fondos de Asistencia Técnica por 7,7 millones de euros adicionales, financiados por la Unión Europea, algo nada habitual, diseñados para transformar la oferta de servicios financieros para adaptarla a las necesidades de los pequeños productores.

Agustín Vitórica, cofundador de GAWA, define: “Huruma es uno de los pocos fondos de financiación combinada que ha logrado multiplicadores del capital catalítico público de cuatro veces. En el mundo, muchos fondos de financiación combinada se han llenado con dinero público, no cumpliendo con el objetivo de movilizar dinero a escala”.

A diciembre de 2022, Huruma había permitido que 84.336 pequeños productores tuvieran mejor acceso a insumos o a mercados, con el objetivo final de mejorar la vida de 100.000 pequeños productores. Más de 500.000 personas vulnerables ya han sido apoyadas por las empresas que han recibido la inversión. Huruma ha invertido ya 97 de los 120 millones en 16 empresas sociales, esperando completar la inversión en 2023.

La complejidad que tiene diseñar productos para los agricultores más pobres ha hecho que los microcréditos agrícolas solo satisfagan el 3% de la demanda global de financiación agrícola

El grupo de trabajo del G7 y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han distinguido este caso de éxito, destacando que el Fondo Huruma está demostrando que los recursos públicos son clave para atraer inversiones privadas; que combinar la cooperación financiera con la asistencia técnica permite un impacto a más largo plazo; que identificar al socio correcto y alinear los intereses de todas las partes involucradas ha sido crucial, reuniendo GAWA Capital experiencia relevante en microfinanzas y un historial de rendimientos positivos; y que el desarrollo de productos adecuados para los pequeños agricultores requiere una comprensión profunda de las brechas del mercado, posibilitando el acceso de los agricultores a préstamos a medio plazo (tres años), un producto clave no existente.

Dado el éxito del fondo, GAWA capital junto con Cofides acaba de lanzar el fondo Kuali, con estructura parecida. Se trata de un vehículo verde que pretende movilizar hasta 300 millones de euros para apoyar directamente a más de 486.000 pequeños agricultores y 16.000 pymes en 15 países de Latinoamérica e India. Ayudando a generar nuevas prácticas que contribuyan a la mitigación y adaptación al cambio climático, transformando los modelos de negocio y los procesos productivos de los agricultores para hacerlos más eficientes, inclusivos y sostenibles.

Todo ello, contribuyendo a la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria y, en definitiva, a un mundo más sostenible e igualitario.

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