La tensión domina la nueva jornada de protestas en Francia contra la reforma de Macron | Internacional

El temor a nuevos incidentes violentos domina este martes la décima jornada de manifestaciones y huelgas contra la reforma de las pensiones en Francia. El Gobierno desplegará a 13.000 policías y gendarmes por todo el país y 5.500 en París, un dispositivo “inédito”, según el ministro del Interior, Gérald Darmanin. Los disturbios en las protestas y las denuncias de abusos policiales marcan desde hace unos días el pulso sobre la reforma, adoptada la semana pasada y pendiente de la decisión del Tribunal Constitucional.

En París la manifestación arrancó a las 14.00 de la plaza de la República y en dirección a la plaza de la Nación en un ambiente festivo y con una abundante presencia juvenil. A las 15.00, las fuerzas del orden habían detenido a 18 personas. En ciudades como Nantes y Rennes, en el oeste de Francia, se registraron los primeros incidentes a primera hora de la tarde.

Dragan Auerty, de 22 años, comentaba en Nantes: “Las manifestaciones cada vez son más violentas. Creo que ha venido menos gente pero eso no quiere decir que no vaya a ser menos destructiva. Lo que yo siento, además de la precarización, es una falta enorme de confianza en las instituciones, en la figura del presidente de la república, por ejemplo. Y no soy yo solo: mis compañeros de mi misma edad sienten lo mismo”.

Décimo día de protestas en Francia tras la reforma del presidente Macron.

A distancia prudencial de la bronca que ha terminado desarrollándose en la marcha de Nantes, pero mirando desde lejos el humo de las bombas lacrimógenas, se encuentra Martial Valade, de 72 años. Deja de fumar y dice: “No se puede uno conformar, la resignación deriva en patología. Mira cómo están los belgas, por no protestar. Apoyo todo esto. No se puede vivir para trabajar. Además, hay muchas cosas de qué quejarse. De la degradación de los servicios públicos, por ejemplo. Mira, yo llevo esperando cuatro meses a que me operen una muela con una encía mala”.

Para los sindicatos y la oposición, las manifestaciones de este martes son un nuevo examen de su capacidad de mantener la movilización. Las autoridades confían en que el movimiento acabe perdiendo fuerza. El jueves pasado, en la novena jornada de protestas y huelgas, salieron más de un millón de personas en toda Francia. La cifra demostraba que la contestación no cedía, pero los datos de este martes indican un seguimiento algo menor al de jornadas anteriores.

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Tanto los organizadores como las autoridades han dado cifras de participación que reflejan menos participación que en la jornada anterior, del 23 de marzo. Laurent Berger, secretario general de la CFDT, el primer sindicato de Francia, ha confirmado desde la cabecera de la manifestación en París una caída del 20% en la capital. Lo mismo ha sucedido en ciudades como Rennes, Brest o Bayona, donde hay entre un 30 y un 40% menos de manifestantes, o en Montpellier, donde el descenso llega hasta el 50%.

En Nantes, una ciudad de unos 300.000 habitantes, los sindicatos aseguran que han salido a manifestarse 60.000 personas, mientras las autoridades las dejan en 18.000. Lola Pierre Le Moing, de 21 años, llevaba en la marcha de esta localidad en el oeste del país una pancarta en la que apuntaba todos los años de las revueltas importantes en Francia, desde la Revolución Francesa en 1789 a la de los chalecos amarillos, en 2018. E incluía, en un color diferente, la de este año, 2023. “Macron decía que no es legítimo que el desorden esté en la calle. Yo le respondo que no hay nada más legítimo que el pueblo en la calle”.

“Hay una voluntad por parte de algunos de crear un clima insurreccional, pero no estamos en la insurrección”, dijo en la cadena France Inter Laurent Nunez, prefecto de la policía de París. “Policías, gendarmes y bomberos están presentes para mantener el orden republicano”.

Francia es un país bajo tensión. Dos personas que el sábado participaron en una concentración ecologista ―protesta en la que estallaron durísimos enfrentamientos entre activistas y fuerzas del orden― se debaten entre la vida y la muerte. Todavía no ha habido ningún muerto en las manifestaciones que empezaron en enero contra la reforma de las pensiones.

El presidente, Emmanuel Macron, se ha declarado dispuesto a abrir una negociación con los sindicatos, pero se niega a renunciar a la reforma. Berger ha pedido dejarla en suspenso como condición para abrir un diálogo, y ha propuesto que se nombre a un equipo de mediadores para ayudar en la negociación. Philippe Martinez, secretario general saliente del sindicato CGT, se ha sumado a la petición. Algunos diputados macronistas defienden esta vía, pero el Gobierno lo ha rechazado. “No necesitamos mediadores para hablar”, ha dicho el portavoz del Gobierno, Olivier Véran.

La popularidad de Macron ha caído por debajo del 30%, según varios sondeos. Hay proyecciones que indican que, de celebrarse elecciones legislativas ahora, su partido podría pasar de ser la primera a la tercera fuerza parlamentaria, y la extrema derecha del Reagrupamiento Nacional se convertiría en el primer grupo. El Tribunal Constitucional debe decidir sobre la reforma antes del 21 de abril.

La huelga está afectado a los transportes, la energía y la educación, entre otros. En sectores como la educación, el seguimiento fue inferior a otras jornadas. En París cerró la Torre Eiffel. El Louvre había cerrado el día anterior. Debido a la huelga de controladores, la Dirección general de la aviación civil pidió reducir los vuelos en un 20% en los aeropuertos de París-Orly, Marsella, Toulouse y Burdeos.

La participación se amplió en la jornada anterior con la adhesión de nuevos sectores como estudiantes. Una chica de una veintena de años afirmaba este martes que se manifiesta en Nantes por el retraso de la edad de jubilación (“si no luchamos ahora, la recortarán tanto que cuando lleguemos nosotros no habrá jubilación”), pero también por otras cosas: “Por ejemplo: porque están dejando al planeta morir. No va a haber jubilación, ni tampoco planeta”. Esta es una de las novedades tras la adopción parlamentaria de la reforma por decreto y la moción de censura que el Gobierno superó por solo nueve votos.

Investigaciones sobre altercados

La otra novedad es la violencia. Después de meses de protestas ampliamente pacíficas, la semana pasada París y otras ciudades vivieron varias noches de altercados. La anterior manifestación, el jueves, acabó con choques con la policía e imágenes espectaculares como el incendio de la entrada del Ayuntamiento de Burdeos.

Manifestación este martes en Niza, en la décima jornada de protestas en Francia contra la reforma de las pensiones.
Manifestación este martes en Niza, en la décima jornada de protestas en Francia contra la reforma de las pensiones.ERIC GAILLARD (REUTERS)

El Gobierno denuncia la presencia en las manifestaciones de grupos violentos y señala que cerca de medio millar de policías resultaron heridos, mientras que en las redes sociales circulan imágenes de agentes usando la fuerza de modo excesivo o arbitrario. La inspección interna de la policía ha abierto, desde enero, 17 investigaciones por orden judicial.

Tituan Guidul, de 21 años, señala en la marcha de Nantes: “Es verdad que ha habido violencia. Pero tampoco es justo que solo se retrate la violencia. También hay violencia de la parte de la policía. Salen millones a la calle a protestar y solo nos fijamos en la violencia”.

En un comunicado, la comisaria de derechos humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, avisó la semana pasada: “Los actos de violencia esporádica por parte de algunos manifestantes y otros actos reprensibles cometidos por otras personas en el curso de una manifestación no justifican el uso excesivo de la fuerza por parte de los agentes del Estado”. La Defensora del Pueblo francés, Claire Hédon, ha recibido 56 denuncias por violencia de las fuerzas del orden, 40 de ellas en los últimos días. “Los testimonios e imágenes que nos llegan muestran situaciones inaceptables”, ha declarado a Le Monde.

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