Los líderes y activistas de extrema derecha reunidos en México han dado conferencias durante dos días metidos en el mismo bucle: la libertad religiosa, el anticomunismo y antisocialismo, tomados por igual, las críticas y exabruptos contra el feminismo, la comunidad LGTB y los medios de comunicación globales. Si el primer día fue Eduardo Bolsonaro la gran estrella, el segundo lo ha sido el argentino Javier Milei. Altisonante, como acostumbra, con tendencia a la comicidad, fue el único que se metió de lleno en la economía, con una larga charla de última hora, cuando ya los asistentes estaban agotados tras decenas de ponencias ininterrumpidas. Las anteriores intervenciones se pasaron a velocidad de rayo, porque ya iban con retraso, por eso se cortó abruptamente el discurso del líder de Vox, el español Santiago Abascal, que lo precedía. Milei se metió en un galimatías económico con todo lujo de voces impostadas, pero ya la audiencia daba signos de cansancio y no fue fácil arrancarle unas risas.
Milei trató de explicar las diferentes políticas que sobre la economía tienen los capitalistas y “esa basura llamada socialismo”. “Dicen que el capitalismo genera desigualdad y entienden que deben manosear el sistema aunque caiga la productividad, porque así se gana en igualdad. Como no soportan la desigualdad hacen política para evitarla”. Aturdido quizá por esta última idea se metió en un berenjenal económico indescifrable, que por momentos parecía un gag cómico, y esta vez sin pretenderlo. Zanjó el asunto diciendo que el programa económico de la izquierda “es inmoral, pero con él ganan las elecciones si no se le sabe desmantelar”. Milei es economista y ha escrito libros, pero las dotes de divulgación y convencimiento empleadas este sábado no parecían suficientes para contrarrestar “la infección comunista” que recorre Latinoamérica, como dijo alguno, el “narcoterrorismo”, como lo calificó minutos antes Rafael López Aliaga, alcalde electo de Lima. “Hay que sacar a cada maldito rijo de Latinoamérica, extirpar la mafia del Foro de Sao Paulo”, dijo el empresario y político en un mensaje grabado.
La Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) ha manifestado estos dos días la intención de formar y animar a líderes de ultraderecha, sin complejos con sus valores e ideología, para alcanzar los gobiernos, sin embargo, cada poco la política se llevaba un revolcón. “Desde que me metí en este nido de ratas que es la política…”, decía por ejemplo Milei en su discurso. Los insultos han sido feroces y aplaudidos en algunas de las ponencias. Especialmente ruda resultó la mesa que compartieron en la tarde del sábado algunos intervinientes mexicanos, que cargaron contra el presidente López Obrador y contra el ministro que presiden la Corte Suprema, Arturo Zaldívar, sin paliativos. Lejos de las bondades del catolicismo que han preconizado por encima de todas las cosas. “Sean evangelistas, guerreros felices de la libertad”, les había recomendado a todos el exembajador de Estados Unidos en México Ted Cruz. Pero no parecían muy felices, sino más bien muy alterados.
Los golpes no han sido solo para la izquierda. Repetidamente, la derecha clásica, por así decir, democrática, quizá, se ha llevado más de dos mandobles. “Derechita cobarde”, “no nos representa”, “políticos sin valor para defender a México”, “que roban votos a los conservadores para traicionar su ideología”. Se oyeron muchas cosas. También la necesidad de crear un partido político propio en México, que propuso el anfitrión de estas jornadas, Eduardo Verástegui. Le recibieron en ocasiones a gritos de “presidente, presidente”. Pero no parece México un terreno muy abonado aún para estas ideologías. También se dio por ganador Milei: “Voy a ser el próximo presidente de Argentina y voy a poner el país en pie”. Tendrá que esperar a la próxima ocasión, porque en la última no pudo ser.
Los conferenciantes repitieron en más de una ocasión lo desafortunado que les parece que Latinoamérica sea hoy en día una región teñida de rojo. Países como Argentina, Chile, México o, recientemente, Colombia o Brasil, han supuesto un enorme disgusto para la extrema derecha. Esa es quizá la razón de tanto desasosiego e inquietud como han manifestado en este congreso. Y la reiteración de que no darán su brazo a torcer: “Sus días están contados, estamos listos para la pelea”, dijo la mexicana Elsa Méndez. Para todos ellos, los gobiernos de izquierda no traen más “que hambre, muerte y corrupción”.
Por eso es importante, dijo Santiago Abascal, en un mensaje de 30 segundos interrumpido tecnológicamente, es decir, apagado antes de tiempo, que todos estén juntos “frente a la agresión del socialismo y del comunismo, que están terminando con la democracia a ambos lados del Atlántico”. Es hora de los valores y de conquistar otras políticas que no sea solo la económica, dijeron algunos, como el cine, la cultura. Milei se detuvo en la economía para hacer una chanza sobre las quejas de las mujeres “y su techo de cristal, que si son perjudicadas… si fuera verdad que cobran menos que los hombres, las empresas estarían llenas de mujeres”, bromeó. Y también hizo chistes del cambio climático: “Dicen que los seres humanos dañamos al planeta, si lo seguimos llevando a esos extremos vamos a morir todos y se va a quedar solo el planeta”.
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