Las nuevas concesiones de McCarthy no logran desbloquear la Cámara de Representantes de EE UU | Internacional

El suspense se mantiene. La Cámara de Representantes de Estados Unidos sigue sin poder empezar a funcionar en la nueva legislatura ante la rebelión del ala dura del Partido Republicano. El candidato a presidir la Cámara, Kevin McCarthy, ha ofrecido nuevas concesiones a los parlamentarios ultraconservadores, pero sigue sin garantizarse su apoyo y ha sido humillado con 10 derrotas consecutivas, cuatro este mismo jueves.

La elección del speaker es el primer paso imprescindible para que los representantes juren su cargo y la Cámara se ponga en marcha, pero los diputados ultras han boicoteado la elección de McCarthy una y otra vez en un espectáculo no visto en más de un siglo. En 1923, la última vez que no se eligió al presidente de la Cámara a la primera, hicieron falta nueve rondas, así que ahora hay que remontarse 164 años, a 1859, justo antes de la Guerra Civil, para un caso de bloqueo tan persistente. Aquel año hicieron falta 44 intentos.

McCarthy y sus aliados han aprovechado los recesos para negociar con los díscolos, pero siguen sin tener el camino despejado. Los diputados ultras han vuelto a proponer candidatos alternativos para frustrar una y otra vez la elección del líder republicano. Al final, McCarthy sigue contando con 201 votos, lejos de los 218 que necesita, y 21 republicanos han vuelto a darle la espalda. Poco antes de las 17.00 horas de este jueves en Washington (las 23.00 horas en la España peninsular), se ha puesto en marcha la décima ronda.

Las nuevas concesiones que ha ofrecido debilitarán aún más la posición de McCarthy aun en caso de resultar elegido y darán más poder al ala derechista del partido, que está aprovechando la estrecha mayoría de que disponen los republicanos (222 de los 435 escaños) para imponer sus condiciones.

Ni siquiera las llamadas del expresidente Donald Trump a apoyar a McCarthy han surtido efecto en un partido ausente de liderazgo efectivo. La autoridad que llegó a tener Trump sobre los suyos se ha difuminado y los republicanos están dando una imagen de división y caos que pone en cuestión su capacidad para gestionar la mayoría que lograron en la Cámara de Representantes. Los republicanos, con Trump al frente, suelen proclamar que su objetivo es limpiar “la ciénaga”, como se conoce a Washington en un doble sentido: por estar en parte construida sobre una y por los tejemanejes políticos, de poder y corrupción. Pero ahora son ellos los que están enfangados hasta el cuello.

Un McCarthy debilitado

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Entre las nuevas concesiones que está dispuesto a hacer McCarthy está la de que baste con que un solo representante de los 435 lo pida para que se le someta a una moción de censura para destituirlo, como pedía el llamado Freedom Caucus (Grupo de la Libertad), la facción más derechista de los republicanos y que está acostumbrada a ir por libre. Esa espada de Damocles permanente sobre su cabeza debilita a McCarthy en el ejercicio de su posición de líder. Además, el candidato está dispuesto a otorgar al Freedom Caucus una representación muy por encima de la que le corresponde en una de las comisiones con más poder de la Cámara, la que regula los procedimientos y de la que depende qué leyes se someten a votación y otras decisiones relevantes.

En paralelo, el comité de acción política dependiente de los líderes del Congreso anunció que no interferirá en las primarias republicanas. En las del pasado año, ese comité financió a candidatos moderados a los que veía con más probabilidades de vencer a los demócratas, lo que fue tomado por el ala dura como una afrenta. El compromiso de no intervenir era una más de las exigencias de los díscolos. En la carta del pasado domingo en la que rechazaban la última oferta de McCarthy, nueve miembros del Freedom Caucus reprochaban que ese asunto no se había abordado en absoluto.

Con todo, esas concesiones no han bastado por ahora para desbloquear la situación. McCarthy querría aplazar nuevas votaciones hasta avanzar en las negociaciones, pero un grupo de los rebeldes republicanos no quiere concederle ni siquiera esa baza y prefiere humillarle con una derrota tras otra.

El representante republicano John James (elegido por Míchigan) ha sido el encargado de presentar este jueves la nominación de McCarthy para la séptima votación. Ha recordado que Nathaniel Banks necesitó en 1855 un total de 133 votaciones (el récord) para ser elegido por una estrecha mayoría. Ha dicho que su familia ha pasado desde entonces desde la esclavitud a tenerle a él en el Congreso. Pero al final, en 1855, por un estrecho margen, “el líder nominado por la mayoría republicana ganó y ahora el líder nominado por la mayoría republicana ganará otra vez”, ha destacado.

El republicano opositor Dan Bishop, sin embargo, ha seguido el hilo y ha vuelto a nominar como alternativa a Byron Donalds, también afroamericano: “Ayer pudimos haber elegido al primer speaker negro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos”. Los demócratas han cogido el guante y han empezado a corear: “¡Hakeeem!, ¡Hakeeem!, ¡Hakeeem!”, en referencia a Hakeem Jeffries, su propio candidato, también afroamericano, que por ahora ha sido el más votado (212 apoyos) debido a la división republicana. Por si hubiera poco lío, el representante por Florida Matt Gaetz ha decidido votar al expresidente Donald Trump en la séptima ronda, pues nada en la Constitución obliga a que el speaker sea un representante.

En la novena votación, Lauren Boebert, la activista proarmas a la que le gusta ir con pistola incluso al Capitolio, ha propuesto otro candidato alternativo, Kevin Hern, que ha logrado tres votos en la nocena votación y seis en la décima. Como Boebert es una de las opositoras más irreductibles, algunos analistas trataban de ver en los apoyos a su candidato una medida de quienes no están dispuestos a apoyar a McCarthy en ningún caso, pero todo son conjeturas. Gaetz se ha pasado de Trump a Hern. Pero Hern, a su vez ha preferido votar por McCarthy que por él mismo. El circo continúa en el Capitolio.

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