Lecciones y dilemas de la quiebra del Silicon Valley Bank | Economía

Logo del Silicon Valley Bank, en Tempe (Arizona).
Logo del Silicon Valley Bank, en Tempe (Arizona).REBECCA NOBLE (AFP)

La quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y el contagio a otras entidades es un recordatorio de la fragilidad de la banca y del sistema financiero. Un banco no solamente puede quebrar cuando es insolvente, sino también por problemas de liquidez. Esto es lo que le ha pasado al SVB por una mala gestión de su balance. El bum tecnológico incrementó mucho sus depósitos, que se multiplicaron por diversos múltiplos entre 2017 a 2022. El banco no incremento los préstamos en la misma proporción e invirtió en bonos hipotecarios y del Tesoro estadounidense. Estos daban poco interés, pero los depósitos eran gratis.

La situación cambió cuando los tipos de interés subieron y los depositantes, en su mayoría empresas, exigieron remunerarlos. Esto comprimió los márgenes del banco en un momento cuando las empresas tecnológicas necesitaban más liquidez. Rumores de problemas en el banco desencadenaron el pánico y SVB no pudo hacer frente a las retiradas de depósitos (un cuarto del total) debido a las pérdidas que supuso la liquidación de parte de la cartera de bonos y una fallida ampliación de capital. Hay que notar que un 96% de los depósitos no estaban asegurados.

La Reserva Federal y el Tesoro respondieron con una receta de manual: resolver la entidad, pero proporcionando liquidez para asegurar todos los depósitos con la contrapartida del colateral de los bonos valorados a la par (dado que los reguladores pueden esperar a que venzan sin incurrir en pérdida). De este episodio podemos extraer algunas lecciones y dilemas.

En primer lugar, sobre la necesaria diversificación del negocio bancario, tanto por parte del pasivo como del activo. SVB falló por los dos lados, y el principal perjuicio se lo llevan las empresas tecnológicas.

En segundo lugar, los problemas de una entidad no sistémica como SVB pueden ser un indicador de dificultades en una clase de entidades con balances similares. Más bancos medianos poco diversificados invirtieron buena parte de sus fondos en bonos a largo plazo para dar salida al aumento de depósitos. Un grupo suficientemente grande de entidades no sistémicas pueden provocar un problema en el sistema si tienen estrategias y estructura de balance similares (tal como sucedió en la crisis de las savings and loans en los años 1980).

En tercer lugar, precisamente por esto puede ser peligroso relajar los requisitos prudenciales de las entidades pequeñas y medianas para facilitar su cumplimiento. Esto es lo que hizo la Administración de Donald Trump en su revisión de la Dodd-Frank Act para las entidades con menos de 250.000 millones de dólares (233.000 millones de euros) en activos.

En cuarto lugar, hay que recordar que las intervenciones de prestamista de última instancia del banco central, como en este caso asegurando todos los depósitos, generan riesgo moral, pues los grandes depositantes tendrán pocos incentivos a vigilar la gestión del banco. A partir de ahora, implícitamente, todos los depósitos en los EUA se considerarán asegurados por encima del nivel del seguro de depósito.

En quinto lugar, la infrarregulación de las entidades medianas puede provocar la concentración del sector. En efecto, ahora los depósitos fluirán hacia los bancos que son “demasiado grandes para quebrar”. Finalmente, la política monetaria se enfrenta a un dilema peliagudo. Subir los tipos rápidamente para controlar la inflación induce inestabilidad financiera, ahora con las pérdidas de valor de las carteras de bonos a largo plazo. ¿Qué sucede cuando el tipo de interés mínimo para controlar la inflación es demasiado alto para preservar la estabilidad financiera?

Xavier Vives es profesor de la escuela de negocios IESE

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