El día previo a la final que el Milan disputó contra el Liverpool en 2007, a Carlo Ancelotti, entonces técnico rossonero, se le acercó sobre el césped el consejero delegado del club, Adriano Galliani, y le sugirió que no sacara de titular a Pippo Inzaghi. El entrenamiento del delantero estaba siendo un desastre y en todo el curso apenas sumaba nueve goles. Le soltó como alternativa a Alberto Gilardino, que llevaba 16 y había marcado en las semifinales con el United saliendo desde el banquillo. “Inzaghi es un animal extraño, mañana podría ser su noche”, le respondió Carletto, según el relato que el propio Galliani hizo en el libro Liderazgo tranquilo, del preparador italiano.
Dicho y hecho. Un doblete suyo coronó a los milanistas (2-1) y, no menos importante, hizo que Ancelotti y toda la entidad se sacudiese el trauma de lo ocurrido ante los reds dos años antes en una de las finales más recordadas, cuando les levantaron el 3-0 del descanso. Un episodio imposible de esquivar en el expediente de todos los protagonistas. “Carlo se recriminó a sí mismo haberse bloqueado y no haber tenido los resortes para resolver la situación. De esa experiencia aprendió que hay que ser más flexible y menos dogmático”, apunta una persona cercana al hoy entrenador del Madrid sobre aquel episodio límite.
Te lo cuenta Lorenzo Calonge. Puedes leer el artículo completo en este enlace.