La derecha francesa sigue alejándose del centro y de posiciones moderadas. El nuevo líder de Los Republicanos (LR), Éric Ciotti, elegido este domingo, suscribe la teoría conspiracionista de la gran sustitución, que sostiene que la población autóctona europea está siendo sustituida por árabes y africanos. En la campaña para las últimas presidenciales dijo que, si se le plantease la disyuntiva entre votar al actual presidente, el centrista Emmanuel Macron, y el polemista ultra Éric Zemmour, candidato en aquellas elecciones, habría votado a Zemmour. No cree en los cordones sanitarios para aislar a los ultras.
Ciotti (Niza, 57 años), diputado por el departamento de los Alpes-Marítimos, liderará LR, fundado por el expresidente Nicolas Sarkozy, heredero inmediato del gran partido conservador de Jacques Chirac y descendiente del gaullismo, movimiento inspirado por el general Charles de Gaulle. Ciotti, partidario de la mano dura en materia de inmigración y seguridad, obtuvo en la segunda vuelta del voto entre militantes un 53,7% de votos frente al 47,3% del senador Bruno Retailleau, también escorado en el ala derecha del partido hermano del PP en España o los democristianos en Italia. De los 91.105 miembros de LR, un 69,75% participó en la votación electrónica que se desarrolló entre el sábado y el domingo.
La elección del nuevo presidente de LR coincide con movimientos en las cúpulas de otros partidos. El sábado, los militantes de Europa Ecología-Los Verdes (EELV) eligieron con un 90,8% de votos a Marine Tondelier, actual concejala de oposición en un feudo de la extrema derecha en el norte de Francia, como nueva secretaria nacional. Tondelier afronta tres tareas. La primera es reconciliar al ala izquierda de EELV, encarnada por la mediática diputada Sandrine Rousseau, con el ala pragmática del fallido candidato a las presidenciales del pasado abril, Yannick Jadot. La segunda es perfilar una candidatura ecologista para las europeas de 2024, y persuadir a quienes abogan por repetir, como en las legislativas de junio, una candidatura unitaria de la izquierda bajo la tutela de los euroescépticos de Jean-Luc Mélenchon. La tercera es traducir la fuerza social del ecologismo y su poder local (gobiernan en las principales ciudades francesas) en una fuerza de gobierno creíble a escala nacional.
Otros movimientos
También ha habido movimiento este fin de semana en la cúpula de La Francia Insumisa (LFI) de Mélenchon, con el nombramiento del diputado Michel Bompart, un fiel escudero, como “coordinador del movimiento”. La exclusión de pesos pesados de LFI como los diputados Clémentine Autain o François Ruffin ha irritado a los afectados. “Hay que democratizar LFI”, declara Autain en el diario Libération. “Una fuerza con vocación mayoritaria no puede ser un bloque monolítico”.
La Francia Insumisa y Los Republicanos encarnan tipos de partido distintos. El primero, creado a imagen y semejanza del líder, como Renacimiento, el de Macron, y hegemónico en la izquierda. El segundo funciona a la vieja usanza, con corrientes internas y un poco más de democracia. Pero es un partido que, desde las presidenciales de 2017, no ha dejado de retroceder. El cometido de Ciotti, más un apparatchik que un líder con ambiciones presidenciales, es evitar que sea devorado por el Reagrupamiento Nacional (RN) en su flanco derecho (y también por Zemmour), y por los macronistas desde el flanco centrista.
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LR cuenta con una ventaja respecto a los nuevos partidos como LFI: controla el Senado, además de ciudades y regiones. Pero en la Asamblea Nacional es la cuarta fuerza, y ya hace 10 años, cuando Sarkozy perdió la reelección, que no toca poder en París. Desde entonces, todo fue cuesta abajo: luchas fratricidas, escándalos de corrupción y la aparición de un joven político sin partido ni ideología, Emmanuel Macron, que conquistó el poder en 2017 captando votos y dirigentes de la socialdemocracia y de la derecha moderada. La consolidación, en estos años, del RN de Marine Le Pen como primera fuerza de oposición a Macron y fenómenos como el de Zemmour, que apelaba a una parte del electorado de LR, agravaron la situación. En las pasadas presidenciales, la candidata de LR, la moderada Valérie Pécresse, sacó menos del 5% de votos.
Hoy buena parte de la derecha moderada está con Macron. Los nombres que más suenan como sucesores en las presidenciales de 2027 (el ex primer ministro Édouard Philippe; el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire; y el del Interior, Gérald Darmanin) proceden de LR. El propio Sarkozy respaldó a Macron en las presidenciales.
El resultado es un partido con un núcleo duro más derechizado aún y sin tabúes a la hora de adoptar ideas de la extrema derecha o de tender puentes con ella. Al mismo tiempo, mantiene diferencias ideológicas con Le Pen. En política económica, por ejemplo. La sociología del votante es distinta también: burgués el de LR; popular el de RN.
La debilidad parlamentaria, paradójicamente, es una fortaleza para LR: en una Asamblea Nacional en la que, tras las legislativas, Macron se quedó sin mayoría absoluta, LR ejerce de partido bisagra. Si los 62 diputados de LR se oponen a una ley macronista, la ley tiene muchos números para fracasar; si la apoyan, se aprueba. Esto les da poder. Y vale para las mociones de censura. La izquierda y la extrema derecha ya han presentado varias, sin éxito, porque LR se negó a apoyarlas. El día que las apoye, el Gobierno caerá.
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