A las dos en punto de la tarde los 6.060 elementos de la Guardia Nacional han comenzado a desplegarse por toda la red del Metro de Ciudad de México, tal y como anunció la jefa del Gobierno, Claudia Sheinbaum esta mañana. “Por preocupación y seguridad de la ciudadanía”, según expuso, tras al menos cuatro incidentes en menos de una semana. El más grave, causado por el choque de dos trenes este sábado entre las estaciones de La Raza y Potrero, en la Línea 3, dejó una víctima mortal y más de 100 heridos.
Entre los usuarios de este transporte se observa indiferencia, desconocimiento y, sobre todo, la sensación generalizada de que la medida no soluciona el problema de base. “No creo que vaya a funcionar porque no es un asunto de seguridad, sino de mantenimiento”, sostiene Ivonne Gil, de 36 años, desde la estación Balderas, donde se han sumado cinco agentes de la Guardia Nacional a los 10 de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) que ya se encontraban en la estación. Los elementos recién incorporados no van armados y se disponen a lo largo del andén, el único sitio de la estación en el que los pasajeros podrán encontrarlos, según explica uno de ellos. “El protocolo es similar al que ya tenían el resto de los agentes, pero cuenta con algunas diferencias”, comenta escuetamente el mismo funcionario, que evita entrar en detalles.
La opinión de Gil, que lleva usando el metro 25 años, es la de todos. “Las instalaciones y los trenes están muy viejos. Lo que verdaderamente hace falta es destinar más recursos para ayudar a cubrir el coste de ese sostenimiento”, desarrolla. Alberto Pérez Santiago, trabajador del aeropuerto de 53 años, concuerda con ella: “¿Que se estropee una llanta, de quién es culpa? ¿De que se vaya la luz, de que choquen los trenes? No es una cuestión de delincuencia, no es un tema de seguridad”, manifiesta sensiblemente enfadado. “¿Para qué gastar en eso? No más dale mantenimiento a toda la flota”, sentencia.
Ante estas críticas que se repiten, Sheinbaum defendió esta mañana que el presupuesto del Metro es suficiente y superior al de ejercicios anteriores. De acuerdo con las cuentas presentadas, está previsto invertir 19.700 millones de pesos en 2023, 900 más que en 2022 y 4.200 más que en 2018, cuando accedió al cargo. Aun así, la jefa del Ejecutivo ha explicado que a finales del año pasado constituyó una comisión que elaborará un diagnóstico especial sobre el estado de la red. “Si se requiere más presupuesto, se va a tener, pero basado en ese diagnóstico”, ha declarado, aunque no ha especificado cuándo finalizarán las labores de la comisión.
Las quejas de los pasajeros concuerdan con las del Sindicato Nacional de Trabajadores del Metro. “Respetamos la decisión del Gobierno federal y del Gobierno de la Ciudad de México”, ha dicho esta mañana su portavoz, Fernando Espino, “pero ratificamos que el problema es la falta de mantenimiento, de materiales y de equipos”. “No hay nada anormal, son fallas típicas por la falta de elementos”, ha asegurado en referencia al discurso de Sheinbaum, que ha deslizado que está habiendo más incidentes de los habituales y que se pueden deber a un posible sabotaje.
Para los usuarios del Metro ―en torno a cinco millones cada jornada― es una rutina que no tiene visos de terminar. La línea más antigua ―cerrada desde julio de 2022 para su rehabilitación― cuenta con 54 años de antigüedad, y los fallos en el resto de la red se notan diariamente. “Tienen que darle el mantenimiento necesario, mucha gente necesita tomarlo cada día”, argumentan Daniela León y Agustín Damián, de 19 años, desde la estación de La Raza, donde se produjo el choque de trenes el sábado pasado. “Algo impacta,” reconocen estos estudiantes en referencia al siniestro, “pero no es como que podamos renunciar a él”. Como para tantos otros, es su forma de llegar cada día a la Universidad.
En los últimos cuatro años se han sucedido cuatro accidentes graves, todos con fallecidos. En marzo de 2020, dos trenes chocaron en la estación de Tacubaya, en la Línea 1, dejando un muerto y 41 heridos. En febrero de 2021, un incendio provocado por un cortocircuito en el Centro de Control desencadenó varias fallas generales que afectaron a las seis primeras líneas de la red. Finalmente, en mayo de ese mismo año, 26 personas murieron y otras 104 resultaron heridas por el desplome de un tramo elevado de la Línea 12 sobre la avenida Tláhuac.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país