El bajón productivo y de ventas del sector automovilístico español desde la pandemia —acentuado por la falta de semiconductores—, y el obligatorio proceso de electrificación del parque móvil europeo han supuesto una oportunidad para la irrupción de un nuevo actor en el mercado: las marcas chinas. Con precios competitivos y experiencia en electrificación, las firmas con capital del gigante asiático están comenzando a superar las reticencias tradicionales de los conductores españoles y comunitarios hacia ellas. La última en comenzar a operar en España ha sido BYD, que presentó el viernes pasado tres nuevos modelos completamente eléctricos, y que se suma a firmas como MG, Aiways o Lynk & Co.
El año pasado, la importación de coches chinos a España se multiplicó por 20, de acuerdo con el balance comercial publicado por Anfac, la patronal de fabricantes, a principios de marzo: de importar 68 millones de euros en vehículos en 2021, España pasó a importar coches desde China por un valor de 1.366 millones de euros. Esto supone un aumento del 1.905%, y situó al país asiático como cuarto mayor importador de vehículos en España, con una cuota del 7,3%. Por delante solo tuvo a Alemania (21,9%), Francia (10,1%) y República Checa (7,8%).
“Es un proceso que se ha hecho esperar, pero que tarde o temprano iba a ser una realidad, como ha ocurrido previamente en otras zonas, como en los principales mercados de Sudamérica, donde acaparan buena parte del mercado”, señalan desde la patronal de concesionarios Faconauto. De acuerdo con los datos de la Asociación China de Coches de Pasajeros, las exportaciones de vehículos fabricados en China se han triplicado desde 2020, hasta los 2,5 millones el año pasado. El país asiático ya solo se encuentra por detrás de Japón y Alemania como mayor exportador del mundo. Sus mercados más importantes son la propia Asia (29,9%), Sudamérica y Centroamérica (21,2%).
España no es ajena a la presencia de marcas asiáticas en el mercado. De hecho, la marca más vendida en 2022 fue la japonesa Toyota, seguida de las surcoreanas Kia y Hyundai. A ellas se suman ahora las firmas chinas —o con capital mayormente chino—, que se han visto beneficiadas, como sus competidores japoneses y coreanos, por una mejor gestión de la crisis de los microchips. Aunque están muy lejos aún de las cifras de ventas de sus competidores asiáticos, estas compañías ya están asomando la cabeza en la lista de más vendidos: el 01 Phev de la marca Lynk & Co fue el segundo híbrido más vendido de marzo en España, con 449 unidades. En lo que va de año, este vehículo ha quintuplicado sus ventas y ya tiene una cuota del 6,4% del mercado híbrido español.
La electrificación obligatoria del parqué móvil europeo es la gran oportunidad a la que se aferran los constructores del gigante asiático. “China tiene ventaja competitiva en el vehículo eléctrico, y tienen un mercado interior en el que pueden probar lo que quieran, porque es muy grande”, apuntan fuentes de Anfac. Los fabricantes chinos están cómodos en el sector del coche eléctrico, en el que tienen una mayor experiencia y la capacidad de reducir los precios para competir en el mercado. En marzo, el cuarto vehículo eléctrico más vendido fue el MG4 Electric, el más barato de su segmento en el mercado, fabricado por la compañía británica de capital chino MG. La empresa vendió 6.901 vehículos el año pasado, un 825% más.
Competencia en Europa
El impulso de las compañías del gigante asiático no es exclusivo del mercado español. Las exportaciones de coches chinos a la Unión Europea se dispararon un 156% en 2021, hasta las 435.000 unidades, de acuerdo con los últimos datos disponibles en Eurostat. El Viejo Continente supuso más del 14% de sus exportaciones el año pasado. Y estas cifras podrían doblarse en los próximos años, según un informe de la consultora PwC: en 2025 el país asiático exportará 800.000 coches a Europa.
Los fabricantes europeos llevan meses advirtiendo de la amenaza que suponen las marcas del país asiático para el sector: “Si Europa no lidera la fabricación de coches pequeños eléctricos lo hará China”, señalaba el presidente de Seat y de Anfac, Wayne Griffits, en noviembre. “El éxito de estas marcas vendrá dado, en gran medida, por lo competitivos que sean sus precios y por cómo sean capaces de posicionarse en un mercado tan competitivo como el europeo”, defienden desde Faconauto. En declaraciones recogidas por Bloomberg, Elon Musk, fundador de Tesla, advertía en enero de que el mayor competidor de su compañía —la líder mundial del vehículo eléctrico— será probablemente alguna compañía China.
Para poder competir con estos nuevos actores, los fabricantes europeos reclaman a las autoridades más ayudas fiscales, así como subvenciones directas y, sobre todo, más eficaces: “El plan Moves no funciona si las ayudas tardan más de un año en llegar”, defienden desde Anfac. Con estas ayudas, y una relajación de la crisis de los semiconductores, “las marcas tradicionales van a elevar las ventas, porque sus carteras de pedidos así lo dicen”, defienden.
Mientras que las marcas chinas se lanzan a por el mercado europeo, fabricantes como Stellantis ―el grupo alumbrado tras la fusión de Fiat y PSA, bajo el que están marcas como Peugeot, Citroën, Fiat, Chrysler o Jeep― critican que las autoridades del gigante asiático les pongan trabas para producir allí, unos impedimentos que las marcas chinas no encuentran en la Unión. “No hay ninguna razón por la que se lo pongamos más fácil en Europa al fabricante chino que a lo que nos enfrentamos nosotros cuando entramos en su mercado”, declaró a Cinco Días su consejero delegado, el portugués Carlos Tavares, en octubre del año pasado.
“Las demandas europeas, a nuestro juicio extremadamente exigentes, sobre la descarbonización de la movilidad están favoreciendo la llegada de esta competencia, en detrimento de la industria europea”, afirman desde la patronal de concesionarios. Aunque marcas como el gigante chino Chery han tanteado las opciones de instalar una fábrica de coches en España, a la patronal de fabricantes no le consta que haya proyectos. Eso sí, no lo ven con malos ojos: “Si se instaura, será fantástico. Serían vehículos hechos en Europa. Como si quieren poner una fábrica de baterías”, concluyen.
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