Marie Cavallier, princesa de Dinamarca (París, 46 años) recorría con soltura las dependencias de la Embajada danesa en la capital gala el pasado lunes 12 de diciembre. Desde Francia, promueve su país de adopción junto con su esposo, el príncipe Joaquín, hijo menor de la reina Margarita. Es un cometido poco frecuente entre la realeza europea, porque supuso el traslado de ambos en 2020 en una suerte de comisión de servicios. Ella ejerce de Representante Especial para Asuntos Culturales. Su marido, general de brigada del Ejército, es el agregado de Defensa. En una entrevista con EL PAÍS, la primera que concede a un medio español, la princesa señala la valía de ser uno mismo, y resalta la importancia de la buena comunicación entre padres e hijos. De fondo, planea el reciente desencuentro familiar provocado por la retirada de los títulos principescos a cuatro nietos de la soberana, dos de ellos hijos de Marie y Joaquín.
Sentada en el sofá de una salita de la embajada, Marie de Dinamarca describe el hecho de ser princesa como una mezcla de “simbolismo, privilegio y servicio”, donde “la integridad es esencial”. Para ella, el verdadero privilegio “es nuestro deber de representar a la familia real”, y reconoce que ello “implica una gran responsabilidad”. Unirse a la intimidad y exigencias de una monarquía sin cambiar de carácter es un reto, y sostiene que conserva el suyo. “Creo que sigo siendo fiel a mí misma y trato de hacerlo lo mejor posible, con sinceridad”. En 2020, poco antes de su traslado a Francia, declaró a la revista danesa Se og Hør que no siempre estaba en su mano —como príncipes— tomar decisiones.
El destino de los hermanos de los herederos al trono es también objeto de discusión en otras monarquías europeas, y en su caso ha acabado fortaleciendo a su familia nuclear. Es la formada por su marido y sus dos hijos, Enrique (13 años) y Athena (10), y los hermanos mayores de estos, Nicolás (23) y Félix (20). Estos últimos siguen en Dinamarca, y nacieron del primer matrimonio del príncipe Joaquín con Alexandra —antes princesa y hoy condesa de Frederiksborg—, de quien se separaró en 2004. “Para nosotros, es muy importante estar juntos y hablar de todo, en confianza, como familia”, afirma Marie de Dinamarca. Durante las comidas, añade, es el mejor momento. “Siempre le digo a mi marido que somos muy afortunados por lo mucho que se quieren los cuatro hermanos a pesar de la diferencia de edad”.
Para Enrique y Athena el cambio de vida fue complicado. El francés es la lengua materna de la princesa, y el príncipe es bilingüe. Su padre, el fallecido príncipe Enrique, nació en Francia. “Los niños eran pequeños cuando vinimos y no lo hablaban”, admite. “Yo me dirigía a ellos en francés durante su infancia, pero me contestaban en danés. Un año después de la mudanza empezaron a abrirse, aunque luego clausuraron las escuelas por la pandemia. Fue difícil porque no podían ir a clase o ver a sus amigos. Ahora ya están muy contentos, y parece que habían almacenado en sus cerebros todo lo que les hablé”, cuenta, entre aliviada y divertida.
Siempre le digo a mi marido que somos muy afortunados por lo mucho que se quieren los cuatro hermanos a pesar de la diferencia de edad
Antes de su matrimonio, estudió Economía y Administración de Empresas en Estados Unidos y en Suiza. En sus trabajos posteriores se especializó en mercadotecnia, finanzas y secretaría ejecutiva, y en la embajada danesa colabora con el equipo que hace valer la diplomacia cultural. Explica que gestionan “la Marca Dinamarca, cada vez más fuerte”. Y recalca lo siguiente: “Me siento muy honrada porque la cultura tiene un componente de unidad, y yo adoro a Dinamarca y me encanta vivir allí”. Aunque dice que viaja a menudo a Copenhague, a 1.200 kilómetros de distancia, sus palabras cobran un sentido especial vistas las turbulencias de los últimos meses. El pasado septiembre, la reina Margarita anunció que cuatro de sus nietos dejarían de ser príncipes a partir del 1 de enero de 2023, conservando solo la distinción de condes y condesa de Monpezat. Los afectados son, precisamente, Enrique, Athena, Nicolás y Félix. La decisión fue adoptada “en línea con los ajustes efectuados en otras casas reales”, según el comunicado oficial, y para que puedan organizar sus vidas “sin las limitaciones derivadas de los deberes y consideraciones de su afiliación formal a la casa real danesa”. Solo uno de los ocho nietos recibirá una futura paga estatal: Christian, de 17 años, primogénito del príncipe Federico, actual heredero, y su esposa, Mary Donaldson.
La decisión fue un mazazo para los niños. Conservan su puesto en la línea de sucesión, pero no entendían por qué dejaban de ser príncipes cuando sus primos hermanos, los cuatro hijos de Federico y la princesa Mary, mantenían el tratamiento. Al menos por ahora. Aunque la decisión es firme, la propia soberana reconoció que había subestimado el dolor causado a su segundo hijo y a su familia, y pidió perdón. En esos días, el príncipe Joaquín dijo a los medios daneses que hubo “falta de comunicación”. Después, visitó a su madre para limar asperezas. Para la princesa Marie, que tiene cuatro hermanos de otros matrimonios de sus padres, la unidad familiar es un pilar fundamental de su vida. Asegura que la busca y la impulsa: “Siempre fomentaré que [los cuatro hermanos] se tengan unos a otros el resto de sus vidas”, dice emocionada. “Cuando estamos en Dinamarca hacen muchas cosas juntos. Verles unidos es muy importante para nosotros como padres”.
Este canto a la armonía tendrá su reverso en Navidad. “Normalmente, la pasamos en Dinamarca, pero hemos decidido viajar nosotros seis a un lugar que prefiero no desvelar”. Por su parte, Federico —que apoyó la retirada de los títulos a su cuatro sobrinos— y Mary Donaldson, originaria de Australia, se desplazarán allí con sus vástagos. Sin sus hijos y nietos, la reina Margarita, de 82 años, pasará las fiestas con su hermana, la princesa Benedicta, y varios amigos. La casa real danesa ha ofrecido una doble explicación a estas ausencias. Por un lado, recuerda que “han transcurrido cinco años desde que el príncipe heredero Federico y la princesa Mary visitaron por última vez Australia”. En un correo electrónico, portavoces oficiales añaden que el viaje privado de Joaquín y Marie “estaba planeado desde hacía tiempo y tuvo que ser cancelado varias veces por la covid”. Así que cuñados y primos no tienen previsto verse en estas fechas. El nuevo año será también especial para la pareja. La princesa indica que “el periodo de colaboración en la embajada era de un trienio y concluye el próximo verano”. En 2023 les aguarda otro destino, y es cauta con sus palabras: “Todavía es pronto para hablar de nuestros planes. Lo haremos en cuanto tengamos una idea más clara de lo que sucederá”.
La promoción cultural no ha mermado su apoyo a uno de sus temas de cabecera: la lucha contra el desperdicio de alimentos. “Es un problema medioambiental que precisa de un abordaje temprano en la escuela y el hogar, dadas sus repercusiones globales”, comenta. “No es que la gente quiera tirar la comida. Es más por falta de información. Tenemos que cocinar con respeto, ser creativos con los restos y guardar bien las cosas. La producción y consumo responsables son uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas”. La ONU calcula que un 17% de los alimentos mundiales se desperdician entre minoristas, servicios y el hogar. ¿Cómo se las arregla en casa? “Yo cocino a diario, y hemos criado a nuestros hijos para que entiendan que la comida acaba en el estómago y no en la basura”. Ahora, cuando desecha algo le llaman la atención. “Nadie es perfecto”, confiesa, entre risas.