De repente, un rugido sacude la fría y lluviosa Augusta. Poco después, la grada tiembla de nuevo. ¿Quién es capaz de agitar tantas emociones en el Masters? Los ecos llegan del hoyo 15, un par cinco. Tiger Woods no ha firmado el golpe más largo desde la salida. A los 47 años, el gigante que revolucionó el golf y abrió las puertas de los gimnasios ha sido engullido por un pelotón de pegadores. Con la distancia media que el Tigre alcanzaba con el driver en 1997, año de su primer Masters, hoy caería al puesto 128 del circuito americano en la clasificación de esa estadística. Woods ya no le pega fuerte, pero sigue siendo el campeón de 15 grandes, el dueño de cinco chaquetas verdes, y el juego aún late en sus manos aunque sufra para caminar por el tobogán de Augusta. Con el segundo golpe, magia. La bola toca el trapo de la bandera. Primer rugido de los aficionados. Con el putt siguiente caza el birdie. Segundo griterío.
El bingo coloca entonces a Tiger dentro de los golfistas que pasan el corte después de la segunda jornada. Y aunque padece con dos bogeys seguidos en el 17 y el 18, se salva justo con ese +3 que le concede dos rondas más de golf el fin de semana. El viejo Tiger aún está para dar alguna lección a tipos más jóvenes y fuertes. Sin ir más lejos a su amigo Rory McIlroy, el número dos del mundo, que protagoniza el gran batacazo de este Masters después de cargar con cinco sobre el par en la segunda jornada y en el total para hacer las maletas. Adiós inesperado a uno de los favoritos, el hombre que perseguía el único grande que le falta para completar la colección de los cuatro, igual que Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods. Al menos, otro año más de espera para Rory.
En el viaje de vuelta le acompañó Sergio García, despedido con +7 después de cinco arriba en la segunda vuelta. Desde que tocó el cielo con su éxito en Augusta en 2017, El Niño acumula decepciones en el Masters. Son cuatro cortes fallados en sus cinco últimas participaciones (en 2020 no concursó al dar positivo por covid unos días antes y el año pasado terminó en el puesto 23). Y en el recuerdo sus 13 golpes en el hoyo 15 en 2018, cuando defendía la chaqueta verde, al lanzar cinco veces seguidas la bola al agua y firmar el peor hoyo en la historia del torneo. “No he fallado ningún golpe. Es desafortunado”, dijo entonces. Hoy, otra vez en el ojo del huracán tras su marcha a la Liga saudí, el castellonense sigue sin dar con la tecla que active sus mejores recuerdos en el Masters. “Mentalmente estamos justitos”, explicó sobre su juego tras la primera jornada. El vuelo no remontó en la segunda, y en los cuatro hoyos que le quedaban por disputar tras la suspensión del viernes encadenó tres bogeys.
McIlroy y García ya verán por televisión las andanzas de Tiger, triunfador en Augusta en 2019 en uno de los regresos más espectaculares en la historia del deporte, 11 años después de su último grande. El Tigre fue 38º en 2020 y 47º la temporada pasada. Este curso pisa el Masters por 25ª ocasión en su carrera, las dos primeras como amateur, igualando el récord de Gary Player y Fred Couples de 23 cortes seguidos pasados como profesional. Y saborea cada hoyo y cada ovación consciente de que la carrocería no da para más y que cada año puede ser el último en que salga a competir. Siempre le quedará Augusta, ese derecho eterno a disputar el torneo, y la cena de los campeones los martes, y desde ahora piensa más en acumular recuerdos y vivencias junto a su hijo Charlie que en optar a engordar el palmarés. “Dentro de tres años ya podré usar el buggy”, bromea sobre el Tigre su posible paso al circuito de los veteranos a partir de los 50. Por ahora, todavía da alguna lección que otra.
Clasificación del Masters de Augusta.
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