En dirección a la red, hacia al cordial saludo, Djokovic sonríe, infla los carrillos y suelta un profundo suspiro de alivio. “¡Uf!”, resopla el número uno mientras su rival, Ivan Gakhov, le agarra el lomo de forma cómplice y le dedica: “Eres el mejor, Novak, ojalá pueda jugar muchos más partidos contra ti”. El deseo del ruso, un tenista engañoso que ocupa el 198º puesto del ranking y que hasta hace unos días jamás había ganado un partido en el circuito de la ATP, seguramente contraste con el del balcánico, exigido de principio a fin en su estreno en el Masters 1000 de Montecarlo. Ha vencido Nole, pero ha sudado. Vaya que sí ha sudado: 7-6(5) y 6-2. Agridulce poso, el que le ha dejado su primer adversario –procedente de la fase clasificatoria– en esta apertura en el Principado.
Se sincera Djokovic ante el micrófono: “Para ser honesto, no le había visto nunca hasta hoy, solo en un vídeo del partido de ayer [por el lunes]”. Se reprocha a continuación: “Ha sido una victoria fea. No he jugado a mi mejor nivel, especialmente durante el primer set, aunque he podido contener los nervios en los momentos importantes”. Y desliza el serbio –a poco más de un mes de cumplir los 36 años– como atenuante: “De alguna manera podía esperar algo así, por las condiciones y porque el viento cambiaba mucho la dirección de la bola. Es muy distinto un entrenamiento a un partido oficial en tierra, donde el bote es siempre distinto y las cosas son impredecibles”.
El caso es que al de Belgrado le toca ahora reengancharse sobre la marcha. Ausente en la gira norteamericana, presa de su negativa a vacunarse contra el covid, el tenista lleva un mes ejercitándose sobre arena, pero en su primera intervención jugó con fuego a lo largo de un set. Durante 70 minutos, el intrépido (y zurdo) Gakhov, de 26 años, le abordó imbuyéndose en el espíritu de Nadal, dibujando tiros enroscados y lanzando una bola pesada que a Djokovic se le atragantó; sin embargo, en cuanto encontró algo de sosiego y reordenó las ideas, este último puso cordura al resultado y sorteado el mal trago del tie-break, abrazó la victoria que le condujo hacia los octavos. Se medirá con Lorenzo Musetti o Luca Nardi.
Sin Rafael Nadal ni Carlos Alcaraz sobre el tapete de estos días, Nole es la rueda a seguir en Montecarlo, torneo que se le resiste desde 2015 –lo ha conquistado dos veces, ese año y en 2013– y que le dejó un regusto amargo el curso pasado, cuando fue eliminado de entrada por Alejandro Davidovich. No competía desde el 3 de marzo, derrotado entonces por Dannil Medvedev en las semifinales de Dubái, y se notó la pausa. En todo caso, confía en elevar el nivel. Lo necesitará, dado que por ahí desfila también Stefanos Tsitsipas. Al griego, finalista de Roland Garros en 2021, le duró un suspiro Benjamin Bonzi en el estreno –lesionado el francés a los cinco juegos, 4-1 en su contra– y quiere reafirmarse en el escenario que conquistó las dos últimas temporadas, convertido en uno de los escasos jugadores que hoy día son capaces de descifrar los sofisticados códigos de la arcilla.
Pese a que sea un consumado especialista sobre dura, cuatro de los nueve títulos que ha conseguido hasta ahora –Estoril y Lyon, además del doblete a orillas del Mediterráneo– se produjeron bajo el registro terrícola. “Las pistas rápidas nos exigen ser máquinas, no pensar, y el tenis no puede reducirse a eso. En cambio, la tierra es como el lienzo de un artista; produce el tenis más puro y más bello”, afirmaba esta semana al diario L’Équipe. “Ha sido un buen inicio, 3-0 arriba”, se refirió al duelo con el maltrecho Bonzi; “pero siempre es desafortunado lo que le ha sucedido a él. Estoy feliz de estar aquí, buenos recuerdos. La localización es única”, prolongó el de Atenas, residente en Montecarlo y señalado: es el otro hombre a batir. Su siguiente escollo, Nicolás Jarry o Alexei Popyrin.
“Sabe jugar, no hay duda”, incidía Djokovic sobre Gakhov, que venía disputando challengers y dejó un poso fenomenal. “Gran derecha, gran saque, revés plano y entrando…”, resolvía Nole, ganador en enero en Australia y que intentará ahora atrapar otro título para reforzar su récord en el territorio de los Masters 1000, dos por encima de Nadal (38-36). Ausente el balear, también Alcaraz, al tenis nacional tan solo le queda la representación de Roberto Bautista –citado este miércoles con Alexander Zverev; 11.00, Movistar Deportes– tras la despedida de Jaume Munar ante Andrei Rublev (4-6, 6-2 y 6-2) y la sorprendente caída de Alejandro Davidovich. Finalista el año pasado, el malagueño se estrelló contra Karen Khachanov (doble 6-2) y perderá al menos 13 puestos en el listado, del 24º al 37º.
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