El París Saint-Germain se dispara en la liga francesa, pírrico consuelo para un equipo construido para dominar el fútbol europeo y que se encontró con el viento a favor en el Parque de los Príncipes para dejar atrás (3-1) al Lens, tan valiente como desdichado. La revelación gala se queda ahora a nueve puntos del líder y con apenas 21 puntos por disputar. Podría incluso caer a la tercera plaza si el Marsella supera este domingo en el Vélodrome al Troyes, que tiene un pie en Segunda. El PSG se encamina hacia su noveno título en los 11 últimos campeonatos domésticos. El minero Lens deberá de picar más piedra para culminar la sorpresa y regresar a la Liga de Campeones, donde sólo se dejó ver en 1998 y en 2002.
3
Gianluigi Donnarumma, Sergio Ramos, Danilo Pereira, Marquinhos (Warren Zaïre-Emery, min. 88), Fabián, Achraf Hakimi, Carlos Soler, Vitor Ferreira, Nuno Mendes (Bernat, min. 77), Kylian Mbappe y Messi
1
Samba Brice, Jonathan Gradit (David Pereira Da Costa, min. 83), Facundo Medina, Kevin Danso, Salis Abdul Samed, Frankowski, Fofana, Deiver Machado (Haidara, min. 72), Angelo Fulgini (Jean Onana, min. 45), Lois Openda y Adrien Thomasson (Florian Sotoca, min. 45)
Goles 1-0 min. 31: Kylian Mbappe. 2-0 min. 37: Vitor Ferreira. 3-0 min. 40: Messi. 3-1 min. 59: Frankowski.
Árbitro Willy Delajod
Tarjetas rojas Salis Abdul Samed (min. 19)
Una imprudencia del mediocentro Abdul Samed decantó el duelo por el título en la liga francesa, un litigio sorprendente por la diferencia de potencial económico de ambos clubes. Nada de eso impidió que el Lens partiese atrevido, con capacidad para jugar en campo contrario y vigoroso para desarmar en la presión al PSG, que pareció prisionero del estupor.
En realidad, el Lens nunca dejó de ser valiente. Lo lleva en su ADN. Pero todo viró después de 20 minutos cuando, como hizo casi todo el partido, el equipo se desplegó para incomodar la salida de balón del rival. Abdul Samed, un correcaminos de la medular, se pasó de vueltas y cazó a Achraf en el pico del área del PSG con una entrada salvaje en la que, con los tacos por delante, dobló el tobillo derecho del lateral hispano-marroquí. El árbitro sacó la tarjeta roja y es complicado discutirlo, por más que en el fragor de la batalla los futbolistas del Lens pidiesen clemencia. El vídeo les desdijo y recalcó la ausencia de templanza del novato futbolista ghanés.
El Lens enfrentó a partir de ahí un imposible. No dejó de ser osado, jamás se olvidó de mirar hacia la meta de Donnarumma, pero encontró el castigo en cuanto Mbappé se desató y demostró que es muchísimo más que un futbolista que va al espacio, que está para lo grueso y para lo fino. Mbappé sacudió el partido primero con una maniobra a velocidad sideral para encontrar un espacio en el balcón del área. Encontró el mejor socio imaginable porque todo se abrió en cuanto Messi acudió a ejercer de enganche y aclarar la jugada con su precisión habitual. Poco después Vitinha marcó desde la frontal y Messi, otra vez a los mandos, y Mbappé volvieron a encontrarse para hacer un ejercicio de virtuosismo y sentenciar el partido cinco minutos antes del descanso.
El PSG tenía a esa altura el partido en el bolsillo, pero nunca encontró el sosiego. El Lens le exigió porque, generoso en el esfuerzo, nunca ofreció señales de rendición. La bandera de la rebelión la tomó el delantero Openda, un guerrillero que amargó al trío de centrales del equipo parisino. El chico, un ‘peleas’ no exento de clase, percutió y percutió. Su equipo fue tras él. Un error de Fabián, que acudió a despejar un saque de esquina con el brazo izquierdo en alto y cometió penalti, les animó a proseguir. El polaco Frankowski descontó desde los once metros y el partido se abrió, más en lo relativo a la pelota que al marcador. Hubo dignidad en la derrota del Lens, también en un bonito gesto de Galtier, el técnico del PSG, que acudió a felicitar a Haise, el entrenador sangre y oro, antes del final del partido. A veces la derrota es un refuerzo. Al Lens, lógicamente, no le llega a día de hoy para destronar al gigante parisino y menos si juega tres cuartas partes del encuentro en inferioridad numérica. Pero nadie podrá reprocharle que no lo intentase.
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