En 2017, cuando vientos de cambio ya se sentían y cada decisión política era juzgada con aires de gran trascendencia, Movimiento Ciudadano optó –como ahora— por no lanzar candidatos en las elecciones de Coahuila y Estado de México.
“No se trata de llevar candidaturas que no sean competitivas”, dijo Dante Delgado a El País en entrevista con Luis Pablo Beauregard en julio de ese año. En esa charla el político veracruzano presumía que llevaban cinco años creciendo solos, sin hacer alianzas (racha que rompieron en 2018, cuando fueron parte de la coalición que postuló a Ricardo Anaya a la presidencia).
A pesar de ello, en 2023, la nueva retirada de MC de esos comicios estatales se ha juzgado con severidad y suspicacia. Para unos es una decepción, para otros un acto de esquirolaje a favor de Morena, y para unos más se trata de todo un enigma.
Lo cierto es que con sus jugadas Dante, el hombre-partido de MC, no deja a nadie indiferente y logra que los naranjas tengan en el debate un peso mucho mayor a su tamaño político real.
Movimiento Ciudadano anunció el pasado 6 de marzo que no tendría candidatos ni en Coahuila ni en Estado de México. Acusó que esas elecciones eran una farsa pues el régimen de López Obrador y el PRI habrían pactado repartirse las gubernaturas. El tricolor se quedaría con la primera y Morena con la segunda.
El Revolucionario Institucional reaccionó con dureza a MC. Por su negativa a sumarse a la coalición opositora el PRI señaló a los naranjas como los verdaderos traidores, al limitar la posibilidad de contener el avance del oficialismo. Se tratará de elecciones de Estado, con dos bloques contra los que sería imposible competir, responden los de Dante. Y hay panistas que mascullan que Delgado dirá lo que sea, pero su decisión ayuda a Morena.
El mar de especulaciones no parece acongojar a Dante, que se salta estas dos importantes paradas antes del 2024 mientras se reúne con todo tipo de liderazgos para trazar –otra vez— su propia ruta hacia las elecciones del año entrante, cuando se renovarán Presidencia, Congreso de la Unión y nueve gubernaturas.
En Dante hay una inquebrantable fe en el futuro. Para la organización que ha tallado a mano desde 1999, no suena mal que a la vuelta de un cuarto de siglo vayan a desplazar al PRI, que en el año de la fundación de Convergencia (el antecedente de MC) tenía la Presidencia y buena parte de las gubernaturas, y en cambio en este mismo año los priistas podrían acabar con solo una gubernatura (Durango), o dos si logran retener Coahuila, pues lo de ganar el Palacio de Gobierno de Toluca suena hoy a una improbable hazaña.
Movimiento Ciudadano tiene Jalisco desde 2018 y Nuevo León desde 2021. El primero será parte de las gubernaturas a renovar el año entrante, y el pronóstico de que MC retenga esa entidad es favorable; no solo por lo que se ve en las encuestas, sino porque en las elecciones intermedias de hace dos años el partido que localmente es liderado por el gobernador Enrique Alfaro fue altamente competitivo.
Al retirarse de las elecciones de este año Dante persigue varios objetivos. Deja, en primer lugar, expuesto al PRI, partido al que busca desplazar simbólicamente del tercer lugar nacional. Además, con una derrota de los priistas así sea solo en Edomex, debilita la idea de que las alianzas son la panacea (cosa que Dante cuestiona de tiempo atrás); y finalmente evita quedar exhibido como un partido diminuto que resulte pulverizado entre dos importantes coaliciones.
Dante decidió pasar en esta mano para no jugarse la carta de partido competitivo en una apuesta sin futuro. Y regatea su inmediato apoyo a otros opositores porque una vez entregado éste quedaría con poco margen de negociación en la miríada de candidaturas que sí podrían pactar con algunos de la oposición en 2024.
Pasados los comicios de junio, Dante coqueteará con el PAN a fin de ponderar un camino sin lastre priista. Esa estrategia es cuestionada desde hace meses por el PRI, que señala que precisamente en 2018 se probó que una coalición de los blanquiazules con MC y el partido de la Revolución Democrática no resulta atractiva para el electorado, pues Ricardo Anaya, el candidato respaldado por esas tres organizaciones, se quedó hace cinco años muy lejos de amenazar a Morena.
Y a favor de los argumentos del PRI de que la oposición debería estar ya toda unida para enfrentar al lopezobradorismo estarán los activistas que desde la ciudadanía urgen a los partidos a no darle ninguna ventaja al presidente López Obrador, a hacer del 2024 un plebiscito.
Acostumbrado a imponer su voluntad y punto de vista, Delgado no la tendrá fácil frente a quienes le cuestionen la incongruencia de ser él mismo uno de los más vocales fomentadores del temor de que AMLO pretende un autoritarismo y, al mismo tiempo, un egocéntrico político que cuando se trata de enfrentar a Morena en las urnas juega fundamentalmente cuidando los objetivos de su marca partidista, no de lo que requeriría México.
En el plano de los cuestionamientos a Movimiento Ciudadano también hay que apuntar que tras esos grandes golpes que fue el obtener las gubernaturas de Jalisco y Nuevo León, no surgió una marea naranja: ni en Estado de México pudieron construir, en estos seis años desde la última vez que no compitieron ahí, un cuadro de arrastre y personalidad. Tan es así que la renuncia a competir por el Edomex incluyó bajar de esa aventura a Juan Zepeda, un cuadro perredista de origen.
De igual forma, haber impedido en 2021 que Nuevo León cayera en manos de Morena no produjo en Coahuila, entidad vecina de la que hoy gobierna el emecista Samuel García, algún tipo de contagio o masiva ilusión por militar en MC que llevara a los naranjas a tener cuadros para competir en las elecciones de este año.
Es sabido que Dante Delgado es un gran reclutador de talentos, pero su partido no se muestra a nivel nacional como una organización robusta, territorialmente compleja o anclada en una militancia popular. Ese es otro de los argumentos del PRI para no rendirse a la idea de que Movimiento Ciudadano tendrá el timón de una coalición en 2024: puede que tengan nombres de arrastre, pero no tienen la estructura que el tricolor cree que todavía posee en la República.
Al respecto, Dante tiene la idea de que se puede hacer una alianza con liderazgos locales de todo tipo, incluso y sobre todo no partidistas, para que desde abajo se finque la posibilidad de una vigorosa fuerza opositora, una que sea mucho más que un acuerdo cupular.
En todo caso, la noche del domingo 4 de junio habrá una realidad urgida de decisiones. El PAN, que recibió la promesa del PRI de cederle las decisiones de las principales candidaturas opositoras de 2024, se topará con un MC que tratará de mostrarse empoderado a pesar de que no tuvo candidatos en Edomex y Coahuila.
Dante Delgado insistirá en que preside la marca con más crecimiento y menos desprestigio. Y dirá a los cuatro vientos que Movimiento Ciudadano es el fiel que inclinará la balanza a favor de la oposición. Entonces veremos si la gente le cree, si le siguen con el fervor que suscita el juego del tapado; o si resulta que estamos ante un truco en el que tras disiparse el humo de la polémica se verá que MC no es más que un partido pequeño, con triunfos aislados y un líder que logra que se hable demasiado de él. Pero nada más.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país