La sequía vuelve a acechar a México. La falta de agua afecta ya al 80% del país y más de la mitad del territorio nacional sufre algún tipo de sequía. Algo que no es exclusivo del país. La cantidad y la duración de las sequías han aumentado en un 29% en el mundo, según un informe especializado de la ONU. Ante un panorama tan desolador, las secretarías de Agricultura y de Defensa Nacional (Sedena) han puesto en marcha esta semana el programa de estimulación de lluvias a lo largo de las presas del sistema Cutzamala que comprende Ciudad de México y los Estados de México y Michoacán.
La técnica, conocida como bombardeo de nubes o siembra de nubes, se lleva utilizando en México desde hace décadas y utiliza sustancias químicas como yoduro de plata para propiciar las lluvias. Desde el Gobierno esperan incrementar las precipitaciones esta temporada un 25%, sin embargo, esta teoría sigue despertando dudas entre algunos miembros de la comunidad científica por su efectividad y por las consecuencias para la salud y el medioambiente. “No hay evidencia de que las técnicas de siembra de nubes permitan aumentar la precipitación sobre zonas de importancia económica, ni tampoco hay certeza de efectos extrazonales. Finalmente, es importante mencionar que el uso potencial de estas tecnologías debe ligarse de forma estrecha con el manejo apropiado de los recursos hídricos de tal forma que exista una razón de costo/beneficio apropiada”, señalan desde el Instituto de Ciencias de la Atmósfera en un comunicado.
Primero, la estimulación de las lluvias no se trata de una fórmula mágica. Es necesario que haya nubes con el agua muy enfriada para que puedan propiciarse esas tormentas. Si no hay nubes no se puede estimular artificialmente la precipitación, lo que hace que sea inviable en cielos completamente despejados y en la estación seca. Segundo, no existe una fórmula exacta para hacer que llueva. Cada caso varía dependiendo de las condiciones atmosféricas existentes. Con más posibilidades de éxito si sucede durante la época de lluvia, como pasa en Ciudad de México durante estos meses.
Desde 2020, el Gobierno mexicano ha implementado el programa de estimulación de lluvias en algunas de las zonas más castigadas por la sequía y que dependen del agua para la agricultura y la ganadería: Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Baja California, Coahuila, Durango, Zacatecas. De acuerdo a las autoridades, este programa logró mitigar la sequía un 98% en las zonas donde se bombardearon las nubes, “se incrementaron los volúmenes de captación en presas y se combatieron al menos 25 incendios forestales”, anunció el secretario de Agricultura. “La falta de una completa comprensión de los procesos físicos de la atmósfera y de la formación de nubes y precipitación es una de las limitantes para la verificación de los resultados obtenidos en todo tipo de proyectos de modificación artificial del tiempo”, agrega el comunicado de la UNAM.
El yoduro de plata es liberado a la atmósfera desde aviones o drones. Esta molécula atrae las partículas de agua, las hace más grandes y provoca la precipitación. Pero también el yoduro de plata es tóxico y la siembra de nubes a gran escala podría tener “riesgos ambientales que deben gestionarse mediante una planificación y un seguimiento cuidadosos”, señala la UNAM.
El año pasado ya se utilizó esta técnica en Nuevo León para el control de incendios y durante las fuertes sequías que dejaron sin agua a la población de Monterrey. La inversión costó 70 millones de dólares con la que se rociaron 300 litros de yoduro de plata sobre los ocho municipios más afectados. A través de la Comisión de Zonas Áridas (Conaza) para el caso del Cutzamala, la Sedena ha acordado impactar gracias al uso de un avión King Air 350i de la Fuerza Aérea Mexicana un área de casi 439.000 hectáreas para mejorar la captación de agua.
El bombardeo de nubes surgió en Estados Unidos en los años cuarenta para combatir el granizo y actualmente más de 50 países tienen programas parecidos para hacer frente a las sequías. Entre ellos China, Argentina y Emiratos Árabes Unidos.
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